ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los colaboradores cubanos que brindan ayuda solidaria en Dominica asistieron a las fiestas nacionales. Foto: del autor

ROSEAU.–María cambió la vida y el paisaje de Dominica el pasado 18 de septiembre, pero la devastación causada por el huracán no fue impedimento para que miles de personas se reunieran este viernes a celebrar las fiestas nacionales como muestra de la unidad del país ante la adversidad.

La isla caribeña obtuvo su independencia del Reino Unido el 3 de noviembre de 1978. Apenas un año después, el país sufrió los efectos de otro huracán de máxima intensidad, David, que puso a prueba la determinación de la joven nación.

Los actos de este aniversario 39 de la independencia estuvieron marcados de igual manera por los efectos de María, que dañó más del 90 % de las edificaciones del país y dejó a miles de personas sin hogar.

Más de 3 000 personas se reunieron ayer en el Estadio Nacional Windsor Park para asistir a una celebración distinta a la de años anteriores. Además de la parada militar tradicional, las autoridades locales organizaron un servicio ecuménico y una amplia gala cultural para resaltar los valores nacionales y ofrecer una muestra de cohesión ante las dificultades que afronta Dominica.

«La celebración de este año es distinta, pero es necesario para dar la idea de que el país está regresando de alguna manera a la normalidad», dijo a Granma George Roberts, quien ha vivido toda su vida en la isla y asiste cada año a los festejos nacionales.

Roberts destaca que la asistencia de líderes religiosos de las iglesias más importantes del país ayuda a unir a los dominiqueses por encima de las diferencias confesionales e incluso políticas.

Una parte fundamental de las celebraciones patrias es resaltar la identidad de Dominica ante las influencias foráneas.
Hace apenas una semana se conmemoró el Día Creole, dedicado a promocionar la lengua, música, cocina y vestimenta tradicional.

Como muchas otras islas caribeñas, Dominica está influenciada por distintas culturas. La isla estaba habitada por indios arahuacos y kalinagos (caribes) antes de la llegada de los conquistadores europeos. Los franceses fueron los primeros en asentarse, pero los ingleses ocuparon poco después el territorio al que llevaron miles de africanos como esclavos.

El creole surge de la mezcla de esos ingredientes con la exuberante naturaleza y el clima local.

En el día de la independencia, los dominiqueses también se vistieron con sus trajes típicos y le dieron una nueva vitalidad a  la capital, Roseau, que comienza a despojarse de los estragos de María.

«Quiero que mis hijos recuerden quiénes somos, de dónde venimos y cuáles son sus raíces», dijo a este diario Jeasy Registe, quien asistió a la celebración en el Windsor Park con sus tres pequeños, uno de ellos aún en los brazos.

El propio primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, se sumó a la gala cultural y bailó ante los 3 000 espectadores junto al Grupo Cultural Flamboyán.

En un discurso corto, pero de gran carga emocional, Skerrit llamó al pueblo a estar unido por encima de cualquier diferencia en la reconstrucción del país.

Hizo partícipe a los asistentes de su visión sobre el futuro de la Isla como la primera nación resistente al cambio climático y recibió aplausos del auditorio.

«Enfrentamos los vientos más feroces» y hay «nuevas dificultades en casi todos los aspectos de la vida», dijo el Primer Ministro. «Pero Dominica se mantiene en pie».

«María destruyó todo lo que el dinero puede comprar», añadió. «Pero dejó intacto lo que no tiene precio: el alma de la nación».

Ante el antiguo instinto humano de huir o pelear, Dominica y su pueblo decidieron pelear, concluyó Skerrit.

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