Presente en la memoria de los que larga y arduamente lucharon y derrotaron el infame régimen del apartheid y brújula para los que en cualquier parte del mundo luchan hoy por la inclusión y la justicia social, este último viernes se hizo mucho más visible la necesidad de mantener vivo el legado de Oliver Reginald Tambo.
A 100 años de su nacimiento –27 de octubre de 1917 en la aldea de Nkantolo, en la región meridional de Sudáfrica– el ejemplo, las acciones y las ideas del político y revolucionario constituyen referencias de cuanto puede empinarse un ser humano a partir de la firmeza, la constancia, la modestia, la lucidez en la toma de decisiones y la lealtad a los principios.
Su avatar combativo se halla indisolublemente vinculado al de Nelson Mandela, desde mediados de los años 40 cuando fundaron la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano (ANC). Maestro y abogado, egresado de centros docentes destinados a los negros, OR, como le llamaban, supo tempranamente que la lucha por las reivindicaciones de la mayoría marginada por el color de la piel, no podía limitarse a reclamos plañideros, ni a obtener migajas de la cúpula política blanca dominante, sino tendría que proyectarse a partir de un programa político que combinara la denuncia, la insubordinación civil, la más amplia movilización popular y, llegado el momento, la insurrección.
Así fue como, secundando a Mandela, contribuyó a la transformación del ANC en una herramienta para la emancipación y la lucha justiciera, misión que desempeñó al ocupar en 1955 la secretaría general de la organización partidista y luego en 1958 la vicepresidencia, en medio del acoso de la represión que lo llevó a los tribunales, la cárcel y el exilio. Fue también uno de los artífices del diálogo y la unidad con otras fueras opositoras del régimen, así como de la campaña internacional que deslegitimó el apartheid.
Cuando Mandela y los principales dirigentes del ANC fueron condenados a largas penas de prisión, y tras el fallecimiento del líder histórico Albert Lutuli, resultó nombrado presidente del movimiento. La flexibilidad táctica de su liderazgo lo llevó a fundar Umkhoto we Suzwe (La Lanza de la Nación), el brazo armado del ANC.
Tras la derrota de los racistas sudafricanos en Angola, con la desinteresada ayuda internacionalista de combatientes cubanos, OR orientó el movimiento hacia el desmantelamiento del apartheid y la búsqueda de soluciones negociadas para la integración social de la nación. A pesar de su salud quebrantada, pudo abrazar a su hermano Mandela ya liberado, quien lo calificó como un héroe, y retornó a Sudáfrica en diciembre de 1990. En julio de 1991, durante la primera convención del ANC legalmente celebrada en el país fue electo presidente nacional de la organización. En 1993 un accidente cerebrovascular lo derribó definitivamente.
«Una mente cuyos pensamientos abrieron las puertas de nuestra libertad», expresó Mandela en el funeral de Tambo. Ese hombre de pensamiento es el que no debemos olvidar.















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Miguel Angel dijo:
1
28 de octubre de 2017
06:50:02
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