CARACAS, Venezuela.–Cuando una se detiene en las palabras y en el tono emitido por la Casa Blanca el día que Donald Trump firmó la orden ejecutiva que castiga económicamente a Venezuela, cae con énfasis en una realidad que también gravita sobre nuestra Isla: entre los que gobiernan desde el norte, y quienes lo hacen desde el sur, los modos de mirar la vida son muy distintos.
Eso no estaría mal si ante el hecho de las diferencias reinara el respeto mutuo. Pero el geo-expansionismo imperial no puede ir más allá de sus propias cláusulas y mide y pretende someter al resto del planeta según su naturaleza. Solo eso explica el lenguaje tan frío, poco familiar y desconocedor de Nuestra América, utilizado por la Casa Blanca para explicar ante los medios –que son los del miedo– las nuevas sanciones contra la tierra de Bolívar.
La voz del imperio habló, y sus voceros explicaron que la acción (de castigo) está enfocada en restringir el acceso del régimen (la Revolución Bolivariana en el poder) a los mercados de deuda y equidad estadounidenses. Los castigados, según el gobierno de Estados Unidos, no van a poder tomar más ventaja del sistema financiero del país norteño; porque hace falta, dicen, minar la capacidad de Maduro de pagar a los partidos y simpatizantes del régimen; y porque hace falta aumentar la presión sobre el régimen para que abandone su camino desastroso.
Los gendarmes mundiales han pedido a las «figuras de gobierno» que se distancien de ese «proceso de régimen»; han dicho que la situación no es aceptable y que seguirán trabajando para obtener la libertad para el pueblo venezolano.
El trabajo, por lo pronto, consiste en prohibir transacciones de nuevos bonos de deudas y acciones emitidas por el gobierno de Venezuela y su empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa); y prohibir transacciones con ciertos bonos existentes en poder del sector público venezolano, así como el pago de ciertos dividendos al gobierno del país sudamericano.
El presidente Nicolás Maduro ha definido esas medidas cuya naturaleza y propósito resultan tan conocidos a los cubanos, como parte de un golpe. «Trump hoy ha dado un golpe financiero económico contra el esfuerzo de recuperación de la economía venezolana que hacemos los venezolanos y las venezolanas todos los días, con nuestro trabajo y con nuestro amor», denunció de inmediato el mandatario –y así lo transmitió Venezolana de Televisión (VTV)– una vez que se supo de la firma por parte del presidente estadounidense de la orden ejecutiva.
Ese cerco económico y financiero es impecablemente coherente con el decreto emitido por Barack Obama, ese que calificó al hermano país como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional norteamericana. Entonces se acusaba a la nación de violar los derechos humanos y de perseguir a oponentes políticos. La protesta de mujeres y hombres justos del mundo no se hizo esperar.
Millones de firmas fueron recolectadas para exigir a Obama la nulidad de tal decreto.
Hay que andar las arterias de Venezuela, sus esquinas, pueblos, ciudades, sus 24 estados. Hay que reparar en el rostro del habitante humilde, en el trasiego de la gente agobiada por necesidades no conocidas hace un tiempo atrás, para entender qué libertad y felicidad es la que quieren los geo-expansionistas para este heroico pueblo. «Periodo especial» llamó recientemente el vicepresidente ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, Tareck El Aissami, al vía crucis de dificultades que viene padeciendo el pueblo por obra y desgracia de la Guerra No Convencional (GNC) cuyos tentáculos son creativamente malvados. Y a esta cronista le estremecieron los términos, tan cercanos, como le estremece la realidad del día a día.
A esta gente buena, que merece encontrar todos los motores posibles con los cuales convertir sus riquezas naturales en bienestar, el imperio anhela verlas aullar de dolor. La derecha apátrida, insensible ante millones de hermanos que aman la paz, atiza el fuego del castigo imperial.
Los verdugos, tristemente, vuelven a equivocarse: el torrente, el candelorio de los pueblos, no se aplasta o aplaca con decretos ajenos, ni con odio. El imperio y sus aliados se empantanan desde la posición del desprecio y la ignorancia. Este pueblo, como el nuestro, resiste, crece. Es lo que dijo nuestro maestro Cintio Vitier cuando el enemigo quiso abrir otra herida en nuestro corazón durante aquellas horas de lucha por el niño Elián: «No saben lo que han hecho». No, no saben lo que están haciendo por el despertar y el arresto de América.
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keno dijo:
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31 de agosto de 2017
00:10:02
Rogelio dijo:
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31 de agosto de 2017
03:02:54
GUSTAVO ROJAS dijo:
3
31 de agosto de 2017
05:48:36
Oscar Hernandez dijo:
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31 de agosto de 2017
07:17:36
Alina Perera Robbio Respondió:
31 de agosto de 2017
17:04:07
Alberto dijo:
5
31 de agosto de 2017
18:51:37
Daisy T. Rivero Leon dijo:
6
1 de septiembre de 2017
02:24:48
Susana dijo:
7
1 de septiembre de 2017
09:11:51
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