BRASILIA.–La ciudad de Mossoró, en el interior del estado, marcó ayer la última escala del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y la Caravana de la Esperanza en Río Grande del Norte.
Lula cumplió el pasado domingo una intensa agenda, que comenzó en Campina Grande, Paraíba, donde participó en un acto en defensa del agua y la democracia en el que le fue conferido el título de Ciudadano de Monteiro, la localidad en la cual inauguró en marzo último la transposición del río San Francisco.
Después se vio obligado por la ciudadanía, que se lanzó a la calle e hizo detener el ómnibus en que viaja para saludarlo, a hacer un breve alto en Acari, camino a Currais Novos, donde le aguardaba una multitud para escuchar sus palabras.
Allí el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) rememoró que décadas atrás había resuelto recorrer el país con las Caravanas de la Ciudadanía para aprender a gobernar a partir de la realidad del pueblo, que es distinta en cada región, significó.
Brasil, recordó, tiene ocho millones y medio de kilómetros cuadrados, por lo que solo conociendo sus particularidades es posible conducirlo.
«Brasilia es una isla de la fantasía; quien permanezca preso en ese palacio (de Planalto, sede del poder Ejecutivo) no va nunca a gobernar este país, ni a atender los intereses del pueblo», aseguró.
Lula manifestó tener mucho orgullo de haber sido Presidente de la República y ratificó su decisión de dedicar el resto de su vida a probar que Brasil puede ser un país mejor.
Ya aprendimos que es posible hacer las cosas y también que «lo más barato es cuidar del pueblo», dijo.















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acuatico dijo:
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29 de agosto de 2017
01:06:34
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