BEIJING.-Visitada diariamente por hasta 80 000 personas, la Ciudad Prohibida fue durante 500 años un lugar impenetrable, al que podían acceder solo los emperadores de China y su corte.
Ubicada en el centro de Beijing, atrae anualmente a más de 15 millones de visitantes ávidos de conocer los detalles y secretos que guardan su puertas fortificadas.
Construida entre 1406 y 1420, la Ciudad Prohibida ocupa un área de 72 000 metros cuadrados y fue el centro de poder de los 24 emperadores chinos desde la dinastía Ming hasta el final de la dinastía Qing, entre 1420-1911.
Catalogada por la Unesco como una de las mayores colecciones de estructuras antiguas que se conservan en el mundo, en 1987 fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
Para acceder a este recinto, antes impenetrable para el ciudadano común pero actualmente el de mayor atractivo turístico en la capital del gigante asiático, hay que llegar hasta la zona norte de la Plaza de Tiananmen o Puerta de la Paz Celestial. Allí el icónico retrato de Mao Zedong, flanqueado por dos letreros que rezan: «Viva la República Popular China» y «Viva la amistad entre todos los pueblos del mundo».
Antes de adentrarse en la magnitud de la Ciudad Prohibida muchos chinos tocan los clavos redondos y dorados que adornan los enormes portones rojos de la entrada en una especie de rito para llamar la buena suerte.
Cuentan los historiadores que casi todo en este antiguo palacio imperial se construyó teniendo en cuenta la armonía numérica basada en los números impares, especialmente alrededor del nueve. De hecho el complejo arquitectónico posee 9 999 estancias, las puertas están decoradas con 81 tachuelas y el muro de los Nueve Dragones es uno de los espacios más atractivos del lugar.
Ya dentro un escenario de dimensiones impresionantes transporta al visitante 700 años atrás en la historia de China. Cada edificio dentro de la ciudad tenía un objetivo claro, el más imponente era utilizado por el emperador, el segundo en importancia por la esposa, seguido del de la madre, suegra y luego sus hijos; así en orden, cada espacio se ubica entre los 500 y 700 metros uno del otro.
Otro detalle fundamental en este laberinto de edificios son los colores: el amarillo, símbolo de poder, prosperidad y realeza estaba reservado para el emperador, mientras que el rojo que encarna la fuerza, energía, vitalidad, liderazgo y buena suerte, también resalta.















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Amanda dijo:
1
28 de junio de 2017
09:10:10
Isidro dijo:
2
29 de junio de 2017
01:33:53
Raydel Escriba Lam dijo:
3
30 de junio de 2017
12:41:41
shai dijo:
4
21 de septiembre de 2018
14:10:15
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