CARACAS.–A media mañana, hora en que llegamos al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) «Doctor Alcides Rodríguez» en la Parroquia Valle Coche, un grupo de pacientes venezolanos espera en silencio para recibir atención médica. Aunque en una hilera de asientos hay personas de diversas edades –ancianos, niños, alguna mujer joven–, algo emparenta a esos seres humanos que nos miran con serenidad y mansedumbre: la esperanza de que encontrarán amparo tras la puerta de la consulta.
Nadie se espanta cuando pedimos tomar alguna fotografía. Los niños, como de costumbre, son quienes más se entusiasman con nuestra visita y con la posibilidad de cualquier interrogante. Lo otro que tienen en común es la humildad a flor de piel; esa que no conmovería ni en sueños a médicos formados para trabajar en clínicas de élites.
Los profesionales de la salud que laboran en este CDI poseen, afortunadamente, la filosofía de un trabajador integral comunitario. Cubanos y venezolanos se funden en una misma fuerza dispuesta a ayudar. El Centro visitado pertenece a lo que aquí se conoce como Área de Salud Integral Comunitaria (ASIC), estructura que abarca un área territorial bien definida, denominada Los Cedros, y que también cuenta con veinte consultorios médicos, una sala de rehabilitación integral y 13 puntos odontológicos. Más de 51 000 habitantes son beneficiados por todos esos servicios.

El licenciado en Enfermería, Alexander Centurión Batista, cubano de 41 años, está al frente del ASIC desde el 12 de enero de este año. Esta es su segunda misión en Venezuela.
«La zona que atendemos –explica– es sobre todo de cerros, lo cual es un desafío porque debemos llegar a lugares geográficos muy difíciles, sin hablar del peligro que también acecha, aunque a nosotros, los cubanos, más bien nos cuidan; somos bien acogidos por toda la población.»
Alexander, de la provincia de Granma, afirma que los hijos de este hermano país están muy agradecidos por la solidaridad cubana: «Ellos se sirven de nuestra atención, especialmente en estos momentos difíciles».
Centurión Batista, como cada uno de nuestros colaboradores, dejó en la Isla a seres queridísimos: sus padres, su esposa, sus hijos, incluido un pequeño que tiene un año de nacido. A su familia los mantiene actualizados sobre la situación que estremece a Venezuela: «No los engañamos, dice, les transmitimos cada momento vivido acá».
De lo que Alexander no habla, por modestia, es de su ecuanimidad, la misma que asoma en cada rostro de los colaboradores que se han reunido en un aula del CDI para conversar con nosotros. En algún momento comparte la definición más sentida de sí mismo, y de sus compañeros:
«Nosotros llevamos muy en alto el internacionalismo inculcado por nuestro Comandante en Jefe Fidel. Nos sentimos muy útiles ayudando a este pueblo en momentos complejos; y aquí estamos, aquí estamos los cubanos, tratando de dar todo lo que podemos en aras de ayudar, de que el país se sienta respaldado en temas de salud».
Preguntamos al licenciado en Enfermería si tiene alguna idea de hasta cuándo estará en Venezuela. La respuesta que nos da la hemos escuchado muchas veces, en voz de otros muchos. La emoción con que la comparte hace sentir admiración: «Aquí estaré representando a mi país, mientras la Revolución lo necesite».
ENAMORADA DE SU CARRERA
En una oficina muy pequeña del CDI, que ha pedido para terminar unos papeles, nos encontramos con la venezolana Zoveida Arias Pinto, de 48 años. Ella tiene responsabilidades en la ASIC, en representación del país que nos acoge; se graduó como Médica Integral Comunitaria hace tres años, y siente el orgullo de haber sido formada por la Misión Médica Cubana en Venezuela.
«Ellos –dice de los profesores cubanos– nos dejaron ese legado y ese sentir diferente de lo que era para nosotros la medicina tradicional. Venimos a representar la nueva concepción de la medicina pública».
Zoveida, quien está haciendo su residencia en Salud Pública, explica que el ASIC, además de hacer funcionar todos los servicios que incluye, se encarga de enlazar las instituciones de salud con las de deporte y de cultura, «con todo lo que hace vida en el poder popular».
Confiesa que con los cubanos se trabaja muy bien y se remonta a los
inicios de su formación como profesional: «Cuando entré a la carrera de Medicina, me dije: como venezolana tengo derecho a esta oportunidad. El presidente Chávez asumió esta tarea que le propuso el Comandante Fidel Castro, y se lanzó con este proyecto político de formar médicos integrales comunitarios. Mientras estudiaba iba entendiendo lo que significa ese tipo de medicina. Es algo totalmente diferente de lo que habíamos tenido los venezolanos. Cuando hacíamos el terreno, el casa a casa, cuando estábamos cerca de las personas que en verdad sí necesitaban la visita del médico, que no tienen recursos para pagar una cita, nos volvíamos más sensibles, nos comenzábamos a enamorar de la carrera elegida».
Zoveida cuenta que, al graduarse, ya era otra. Cuando comenzó a rotar por los hospitales sintió el rechazo de quienes estudiaban Medicina en otras universidades, las de la doctrina tradicional. Sus colegas le decían que ella no servía como profesional.
«Somos diferentes, argumenta, en el sentido de que cuando me ha llegado alguien en shock he sentido mucha preocupación por esa persona, por lo que necesita y yo quiero buscarle a pesar de todas las dificultades. A ellos, mis colegas de otras universidades, yo los veo como más secos hasta en el trato hacia nosotros mismos. Ojalá se enamoraran un día de esta filosofía nuestra».
Ya son más de 20 000 los graduados como médicos integrales comunitarios de Venezuela, reflexiona Zoveida: «ya somos muchos quienes estamos dando la pelea, quienes estamos apoyando a esta Revolución. Cuando un paciente te dice: “A mí nunca un médico me dijo estas cosas que usted me está diciendo…”, yo respondo con orgullo: “es que soy Médica Integral Comunitaria, y creo en la educación, en la profilaxis”».
Comprendemos, a través del testimonio de Zoveida, que la Medicina Integral Comunitaria hermana a cubanos y venezolanos: «cuando estás frente a un encamado que te mira a los ojos y levanta su brazo para tomar el tuyo y decir “gracias, doctora”, recuerdas que no hay nada más gratificante que la formación nuestra».
Desde la oficinita en la cual está de paso, sumergida en alguna gestión que de seguro busca resolver un problema humano, la Médica Integral Comunitaria nos describe como un privilegio «sentir que no estás equivocada con tu carrera, que estás en lo que el Comandante Chávez pensó y dejó sembrado».
–Un hombre tan bueno…, comentamos.
Y Zoveida, como si ya no le quedaran más palabras en esta mañana, solo atina a decir: «Único…».
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Senén dijo:
1
3 de junio de 2017
13:00:22
noraida Hernández dijo:
2
5 de junio de 2017
19:24:21
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