A manera de recordatorio: El 23 de diciembre del 2016 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad, solo con la abstención de Estados Unidos, una resolución que textualmente condena la política israelí de establecer asentamientos en tierra palestina.
Un poco antes, el gobierno del entonces presidente Barack Obama aprobó una ayuda militar a Israel por más de 30 000 millones de dólares, la mayor de la historia.
Acudo a la memoria y recuerdo que el 31 de julio del 2015, el niño palestino Alí Dawabsha, de año y medio, fue quemado vivo por varios colonos israelíes que incendiaron su casa en el norte de Cisjordania.
La comunidad internacional se conmocionó y entonces se calificó el cruento acto como «terrorismo judío».
Una vivienda vecina también fue quemada. Días más tarde el padre del niño, Saed Dawabsha, murió como consecuencia de las quemaduras que sufrió en el 80 % de su cuerpo, y al mes su madre, Riham Dawabsha, también falleció debido a la gravedad de sus quemaduras que alcanzaron el 90 % de su cuerpo.
Es muy posible que por estar viviendo en pleno siglo XXI y resulte incomprensible y cuestionable, poco se hable o se escriba sobre la colonización israelí en tierras palestinas, en las que Tel Aviv construye miles de asentamientos ilegales, pero que allí están, levantados y habitados.
Un reporte de BBC Mundo dice que más de 600 000 israelíes viven en unos 140 asentamientos desde la ocupación sionista a Cisjordania y Jerusalén Oriental, tierras que reclaman los palestinos para la creación de su Estado.
Lejos de acatar las resoluciones de la ONU y el reclamo internacional, los sionistas han aumentado en un 123,7 % el número de instalaciones que se levantaban en Cisjordania, con respecto al 2012.
El Instituto de Investigación Aplicada Jerusalén (ARIJ, por sus siglas en inglés) señala, en un estudio, que el territorio palestino anexionado por los asentamientos israelíes pasó de 69 km2 en 1990 a 194,7 km2 en 2012; mientras el número de colonos pasó en igual periodo de 240 000 a 693 000.
Ante esta trayectoria colonialista, han sido diversas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU en las que se ha condenado la construcción de estos asentamientos. En todos los casos Israel se ha burlado de la ONU y ha seguido haciendo lo que quiere.
Pueden leerse todos los documentos salidos de la ONU o de algunas de sus dependencias. En casi todos se señala que la ocupación del territorio palestino por la fuerza israelí resulta inadmisible, y que, en tal medida, los asentamientos levantados en tierra palestina ocupada desde 1967, incluyendo Jerusalén Este, no tienen validez legal y constituyen una flagrante violación al derecho internacional y un gran obstáculo para alcanzar una solución entre dos estados (Palestina e Israel), así como una paz, justa, duradera y completa.
Tel Aviv ha declarado los asentamientos como zonas militares cerradas y están fuera del alcance de los palestinos, excepto con un permiso especial.
Analistas refieren que el objetivo sionista es bien conocido: un Gran Israel bíblico solo para judíos, sin palestinos, lo que es el gran horror de este siglo.
Se observa con toda claridad, en las más recientes construcciones ininterrumpidas de viviendas, que se pretende aislar a Jerusalén del resto de Cisjordania y así lograr la expansión del estado judío.
Tal y como comencé este comentario —recordando— lo hago en los párrafos finales del mismo:
Por ejemplo, durante las últimas semanas, coincidentemente con la toma de posesión de Donald Trump en Estados Unidos, el gobierno de Benjamín Netanyahu anunció la construcción de unos 6 000 nuevos asentamientos en territorios palestinos.
Por si fuera poco, acaba de llevar adelante en el Congreso una controversial ley que aprueba en retrospectiva 3 800 edificaciones ubicadas en propiedad privada palestina.
En este contexto, el premier israelí viajó a Estados Unidos donde lo esperaba el nuevo presidente norteamericano, quien declaró su firme apoyo a Israel.
En su primer comunicado oficial sobre el tema, la Casa Blanca dijo que mientras no pensaran en agregar nuevos o expandir los que ya están, «la existencia de asentamientos» no era un impedimento para lograr la paz.
Como se puede apreciar es más o menos el mismo tono y los mismos comunicados de gobiernos norteamericanos anteriores, a los que Israel da su propia interpretación, mientras sigue el levantamiento de edificaciones, ahora quizá de manera más acelerada.
No piensa así la ONU, que ha expresado enfáticamente que «los asentamientos son ilegales ante los ojos del Derecho Internacional y representan uno de los mayores impedimentos para la paz», aseguró Nickolay Mladenov, coordinador especial para el proceso de paz de Oriente Medio de la ONU.
Como se puede evidenciar, la razón va por un lado y lo que hace Israel y apoya Washington, va por el otro. ¡Pobre siglo XXI!
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Angel dijo:
1
21 de febrero de 2017
03:16:11
Miguel Angel dijo:
2
21 de febrero de 2017
13:21:14
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