ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La escasez de agua, comida y combustibles fósiles marca la vida de las familias de Mosul. Foto: Russia Today

Todo parece indicar que las batallas para despojar al autodenominado Estado Islámico (EI) del control de la provincia iraquí de Mosul están próximo a su desenlace.

El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, dijo recientemente que la ofensiva para arrebatar al grupo terrorista esta ciudad, en el nor­te del país, ha entrado en su fase definitiva.

«Se ha revisado todo el plan para la liberación de Mosul y estamos satisfechos con la marcha de las operaciones militares en la ciudad, ya que hay un gran avance en su proceso de liberación y hemos llegado a la etapa definitiva», declaró.

Al analizar las declaraciones de las fuentes oficiales, tanto iraquíes como de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, así como la cobertura mediática brindada a la campaña por los medios occidentales, no resulta descabellado asegurar que la guerra contra el EI y otros grupos terroristas en la región tiene resultados positivos.

Pero, ¿es esto realmente así? Las estadísticas hablan por sí solas. Es cierto que se ha avanzado. Muchas de las comunidades de la zona que antes estaban bajo el yugo de los extremistas han sido liberadas; en total 31 distritos y más de 140 aldeas hasta la fecha. Ade­más, se han reducido los activos del EI, así como su número de armas e infraestructuras.

El Daesh, acrónimo del EI en árabe, ha perdido gran parte del territorio que controlaba en Oriente próximo en los últimos meses, pues ha sido expulsado de importantes ciudades como Tikrit, Ramadi y Faluya. No obstante, continúa controlando una zona considerable de las regiones rurales del norte de Iraq, cercanas a la frontera con Siria.

Nadie habla de los más de 90 000 desplazados que ha generado la ofensiva, de los cuales alrededor de 35 000 son niños, ni de un plan preciso para devolverlos a sus hogares una vez terminada la campaña. No se habla tampoco de los destrozos al patrimonio iraquí, ni de la escasa ayuda humanitaria que llega a esta zona a duras penas, por supuesto, ni de las víctimas civiles, periodistas y activistas asesinados.

La prensa occidental sigue ocultando información sobre lo que está sucediendo en la ciudad iraquí, para disimular el respaldo que las potencias occidentales aportan a los yihadistas. Y resulta interesante ver que, a través de la información incompleta que publica, sigue multiplicando los contrasentidos.

Las pocas veces que los medios reportan sobre las bajas, ensalzan las victorias de las fuerzas iraquíes y de la coalición internacional pero meramente informan sus pérdidas.

A pesar de que el Pentágono afirma que en breve será posible expulsar al EI de Mosul, las expectativas de la Casa Blanca y los recursos invertidos en la campaña encabezada por Estados Unidos, no se corresponden con los resultados. A más de dos años  de iniciadas las actividades militares norteamericanas contra las fuerzas fundamentalistas, aún se encuentran alejadas de su meta inicial: deteriorarlas sustancialmente y finalmente derrotarlas.

Hasta la fecha, según Prensa Latina, la coalición liderada por el mando norteamericano realizó más de 10 600 ataques aéreos para destruir instalaciones del EI en suelo iraquí.

«A mediados de septiembre de este año, varias publicaciones revelaron que el mando militar estadounidense distorsiona los resultados de la guerra en los informes que envía a la Casa Blanca y en los reportes que hacen llegar a los medios de difusión», precisa la agencia.

A esto se suma el escándalo de esta semana cuando unos 90 militares iraquíes murieron a causa del ataque erróneo de la aviación de Estados Unidos en Mosul;  hecho que no ha sido negado, pero sobre el cual pesa el silencio de ambas partes.

La población civil iraquí comienza a regresar a los distritos liberados. El invierno se acerca. No solo las condiciones de lucha se harán más complicadas y difíciles, sino que la población civil necesitará más ayuda, pues la escasez de agua, comida y combustibles fósiles marca la vida de las familias de Mosul.

No caben dudas que esta ofensiva marca un punto de giro en lo que se comienza a llamar «el conflicto regional más grande de todos los tiempos»: la lucha contra el grupo Estado Islámico.

Es necesaria la descentralización del EI, pero teniendo en cuenta la posibilidad de que, luego de la destrucción del mayor califato en Oriente Medio, este resulte una metástasis y los extremistas se esparzan aún más en la re­gión o hacia zonas cercanas, como Europa o Asia y sea peor el remedio que la enfermedad.

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