Temer quiere «meter en cintura» a Brasil

Instalado ya en Planalto, el presidente interino de Brasil, Michel Temer, echó a andar la maquinaria neoliberal prometida. Bajo el pretexto de reanimar una economía desgastada y paralizada, el  representante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), puso a discusión del Congreso un ajuste fiscal en forma de Enmienda Constitucional. El proyecto ya fue votado en dos sesiones en la Cámara de Diputados y espera su turno ahora en el Senado. Lo más probable es que la enmienda entre en vigor en el 2017.

En cuestión, la reforma fiscal impone un techo al gasto público por 20 años y fue justificada por Temer como un paso necesario para salir de la recesión económica y atraer inversión extranjera, que, sumado a la elevada inflación, la contracción del PIB y al déficit fiscal (el Estado gasta más de lo que ingresa) que arrastra desde el 2014 y alcanza la cifra de 170 000 millones de reales, unos 50 000 millones de dólares, han marcado el ritmo negativo de la economía. La situación que presenta Brasil se debe no solo a errores, sino también al desgaste que provocó el dilatado proceso de impeachment que culminó con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.

De aprobarse finalmente se afectaría la inversión pública en áreas sensibles para la sociedad como la salud y la educación. Es por ello que ha provocado el rechazo casi multitudinario de sindicatos y movimientos sociales. Desde hace semanas el país se enfrenta a protestas en las calles en lo que muchos consideran un retroceso a lo alcanzado durante 13 años de administraciones del Partido de los Trabajadores (PT). Aunque el propio Temer dijo que solo revisaría los proyectos sociales implementados por el PT, tales como Bolsa Familia o Mi Casa Mi Vida, su ajuste fiscal tendría un impacto negativo en estos porque se limitaría el dinero que el Estado tiene para mantenerlos.

De momento la propuesta ya tiene los aplausos y el consentimiento del Fondo Mone­tario Internacional. En un encuentro reciente en Washington con el Ministro brasileño de Hacienda, Henrique Meirelles, la directora del FMI, Christine Lagarde, dijo estar animada por el foco y dirección de las medidas.

El gobierno interino del pemedebista contempla además reformas en la educación universitaria. Centenares de centros estudiantiles fueron ocupados en varios estados brasileños en lo que supondría el fin de la obligatoriedad de asignaturas como Sociología, Filosofía, Artes y Educación Física, y otros recortes en ese sector.

Asimismo, se contempla un proyecto de ley aprobado en octubre que le retiraría la exclusividad a Petrobras de los pozos petrolíferos del presal ubicados en las cuencas de Santos (sureste de Sao Paulo) y Campos (frente a las costas de Río de Janeiro). De esta forma las trasnacionales extranjeras pasarían a ser las principales operadoras de esos megayacimientos, que según datos de Petrobras, superaron en mayo el millón de barriles por día.

Por lo pronto Temer defiende su agenda neoliberal y quiere «meter en cintura» a Brasil aun cuando eso se traduzca en un retroceso en lo cimentado por gobiernos anteriores en el plano social.