Rápido, furioso y… peligroso

Tres baterías con 24 misiles interceptores, con un costo de 880 millones de euros, acaban de ser inauguradas por la OTAN en la base Deveselu, al sureste de Rumanía.

Allí, tanto la instalación militar como los 130 uniformados que se encargan de ella, llevan la etiqueta made in USA.

Se trata, que no quepa la menor duda, de una parte importante de un plan mayor, destinado a cercar militarmente a Rusia.

Varios países de la región han cedido sus territorios para semejante provocación que, por demás, lejos de aportar seguridad y ser fuente de trabajo para habitantes del lugar, constituyen focos de inestabilidad y aumento de asignaciones para uso militar en detrimento de los recursos tan necesitados para dedicar al desarrollo social de estas naciones, de las más afectadas por la crisis económica que vive toda Europa.

Esta primera base de misiles estadounidenses del tipo Aegis, que quedó operativa de inmediato, se conecta con los trabajos iniciados un día después en la región polaca de Redzikowo, al norte del país, para levantar una instalación terrestre del llamado Escudo Antimisiles.

Coincidiendo con la ceremonia de inicio de la construcción del nuevo escudo antimisiles de la OTAN en Redzikowo (Polonia), decenas de personas de la localidad y de las regiones vecinas han protestado contra esa medida, informó la cadena de televisión polaca TVN24.

Ante la incierta situación sobre cómo afectaría a la salud de los vecinos la proximidad de esta base militar y las pérdidas económicas es­timadas, las personas descontentas han apodado al complejo como un “vecino problemático”, comenta el corresponsal del ca­nal, citado por varias agencias internacionales de prensa.

Por su parte, las autoridades locales estiman que las pérdidas para el municipio polaco de Slupsk, sede de la base, podrían alcanzar los 2 800 millones de zloty, alrededor de 720 millones de dólares.

Semejantes actos provocativos recibieron inmediata respuesta por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, quien aseguró que “la salida unilateral de EE.UU. del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM), fue claramente un primer paso para perturbar el equilibrio es­tratégico de las fuerzas en el mundo; la creación de las condiciones para violar el Tratado de No Proliferación (INF) será el segundo ataque contra el sistema de seguridad internacional”, publicó la revista Sputnik.

Esta vez el conjunto levantado en territorio rumano se encuentra a una distancia de unos 600 kilómetros de la península de Crimea, región rusa.

Respecto a estos planes de cercar a Rusia, el jefe de las Fuerzas de Misiles Estratégicos, el general Sergei Karakayev, ha anunciado esta misma semana que su país está desarrollando un nuevo misil balístico intercontinental ca­paz de penetrar el escudo de la OTAN.

Moscú considera que la expansión de la organización noratlántica es una señal alarmante y pone en peligro la seguridad del país.

En abril, el secretario adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia, Evgueni Lukianov, cons­tató que la defensa antimisiles de EE.UU. desplegada en Europa podría ser utilizada para lanzar armas ofensivas, como misiles de crucero con ojivas nucleares, lo que crea una amenaza directa para la seguridad de Rusia.

Citado por AFP, el secretario adjunto de Estado para el Control de Armas, Verificación y Cumplimiento, de Estados Unidos, Frank  Rose dijo que “hemos explicado en más de una ocasión que no aceptamos ni aceptaremos ofrecer garantías vinculantes, ni limitar de ninguna forma las capacidades de defensa de EE.UU. o de nuestros aliados”.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que “nuestro programa de defensa antimisiles representa una inversión a largo plazo contra amenazas a largo plazo”.

Se trata de una carrera militar desenfrenada, en la que la OTAN y Estados Unidos avanzan mancomunadamente —rápidos y furiosos— con la perspectiva de lograr, al menos, la paralización de Rusia como país y como potencia económica, política y —muy importante— militar.