
América Latina y el Caribe es la región más desigual del planeta, a pesar de sus enormes recursos naturales. La errónea distribución de la riqueza y la concentración de la misma en manos de unos pocos es uno de los principales elementos que contribuyen a la inequidad. Otra cuestión perturbadora influye en la ecuación regional: los ricos pagan menos impuestos que en el resto del mundo.
La filtración a inicios de semana de millones de documentos de la firma panameña Mossack Fonseca (Panamá Papers), sacó a la luz pública una parte de las maniobras de los poderosos para ocultar su dinero y evadir impuestos.
Pero incluso cumpliendo las leyes vigentes en la mayoría de los países de la región, las contribuciones de aquellos con mayores ingresos son bajísimas en relación con el monto de su riqueza.
Las cifras hablan por sí solas: el 10 % más rico posee el 71 % de la riqueza y tributa solo el 5,4 % de su renta, según un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En algunos países, los millonarios pagan entre el 1 % y el 3 % de su ingreso bruto, mientras que en otros el porcentaje llega hasta los diez puntos porcentuales.
En Estados Unidos, principal impulsor del neoliberalismo en la región, el aporte de los acomodados es del 14,2 %, mientras que en algunas naciones europeas excede el 20 %.
Hace seis años, la comisión de la ONU para la región alertó en otro informe sobre este problema. “Los países de América Latina tributan poco y mal. Se caracterizan por tener una baja presión tributaria, una estructura sesgada hacia impuestos regresivos y tasas de evasión y elusión fiscal bastante elevadas, lo que restringe la posibilidad de instrumentar políticas fiscales redistributivas y su efectividad”, señaló el texto Evasión y equidad en América Latina.
La Cepal estima además que la evasión de impuestos sobre la renta personal, corporativa y del Impuesto al Valor Agregado (IVA) causa pérdidas en la región de más de 320 000 millones de dólares al año, o sea, 6,3 % del Producto Interno Bruto (PIB).
“En las naciones de América Central los ricos gobiernan para sí mismos, algo que se refleja en la estructura impositiva. En el caso de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y Ecuador, son países que han avanzado, pero no han resuelto la inequidad impositiva y los altos niveles de evasión”, explica a la BBC Jorge Gaggero, miembro de Tax Justice, una red internacional para la justicia fiscal.
El especialista detalla que los esquemas tributarios vigentes se deciden entonces teniendo en cuenta la correlación de fuerzas en las distintas sociedades.
La Cepal les sugiere a los Estados que promuevan la equidad a través de un gasto social más eficiente, pero para ello es necesario tener cierto nivel de carga tributaria. Aboga en ese sentido por sistemas tributarios cuya carga sea afrontada por los que más tienen, como los impuestos a la renta personal y al patrimonio.
La recaudación impositiva que financia el gasto público se basa en impuestos directos (a la renta y a la propiedad) e indirectos (al consumo).
En América Latina y el Caribe la mayor parte de los impuestos que se recaudan proviene del consumo, no de la renta. Los primeros favorecen la equidad bajo el principio de que el que más tiene más paga, mientras que el impuesto al consumo —conocido también como al valor agregado o IVA— se basa en que el rico y el pobre pagan el mismo impuesto añadido al precio de un producto.















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Jaime dijo:
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7 de abril de 2016
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jose grana Respondió:
7 de abril de 2016
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Fernando Respondió:
9 de abril de 2016
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Miguel Angel dijo:
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7 de abril de 2016
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8 de abril de 2016
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Rné dijo:
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7 de abril de 2016
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Jasón dijo:
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8 de abril de 2016
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