
La Unión Europea (UE) enfrenta grandes retos: una crisis migratoria, los problemas de las deudas acumuladas en varios países y la posibilidad real de que uno de sus miembros abandone el bloque por primera vez en más de tres décadas.
El próximo referéndum en Reino Unido sobre su permanencia o no en la UE es el nuevo capítulo del Brexit, como llama la prensa internacional al fenómeno de la posible salida de Londres del bloque con epicentro en Bruselas. Surge de la combinación del nombre del país en inglés (Great Britain) y la palabra exit (salida en inglés).
Los votantes de Reino Unido elegirán su destino —fuera o no de la comunidad— en un referéndum convocado por el primer ministro David Cameron para el próximo 23 de junio.
Los posibles escenarios para el propio país y la UE, al igual que las implicaciones políticas del Brexit han sido previstos en varios análisis anteriormente. Ahora, los debates se centran en los resultados desde la perspectiva financiera para la segunda economía del bloque.
Según la consultora legal PwC, el Brexit podría ocasionar pérdidas por 100 000 millones de libras (130 000 millones de euros) a la economía británica, el equivalente al 5 % de su Producto Interior Bruto (PIB) en los próximos cuatro años.
PwC agrega que en el caso de que Londres rompiera con el bloque europeo, pero llegara a un acuerdo de libre comercio con Bruselas, el impacto económico se reduciría a un 3 % del PIB.
Otro documento del Comité de Política Financiera del Banco de Inglaterra colocó al referéndum en la lista de mayores riesgos que pudieran afectar la estabilidad de la economía en el Reino Unido. A principios de este mes, la institución advirtió que el Brexit podría dañar también a las economías de la Eurozona, y tener efectos secundarios sobre el comercio y toda la economía del viejo continente.
Por otra parte, investigadores de BBVA Global Markets Research realizaron un estudio que examina los pro y contras de la permanencia o no de Reino Unido en la UE.
Según el BBVA Global Markets Research, el mercado externo más grande de Reino Unido es la UE, motivo por el cual es conveniente mantener su posición en el bloque.
El Brexit podría suponer una caída de las exportaciones de Reino Unido hacia la comunidad. De igual forma, la productividad podría caer si hubiera interrupción en el precio y la disponibilidad de bienes y servicios de la UE hacia Reino Unido, lo que supondría el establecimiento de nuevos acuerdos comerciales y condiciones.
A pesar de que el país pertenece al mercado común, instrumento de integración económica, el crecimiento del comercio con naciones extracomunitarias está siendo mucho mayor que el crecimiento con la UE.
Igualmente, algunos analistas británicos señalan que permanecer en la Unión Aduanera Europea supone cada vez más problemas para el crecimiento del comercio dado que sus exportaciones netas se mantienen fuera, mientras que dentro del bloque caen.
Para algunos, este podría ser un indicador de que el mercado único ha perdido importancia. Sin embargo, los economistas señalan que este comportamiento se debe a que las economías emergentes están creciendo con rapidez y poseen numerosos recursos no utilizados.
A pesar de que Reino Unido no pertenece al acuerdo de Schengen y exige visado para cruzar su frontera, sí permite libre movimiento y ofrece empleo a los residentes europeos sin necesidad de visas de trabajo. En este contexto, la comunidad es una fuente valiosa y productiva de empleo joven. Por lo tanto, la ausencia de la fuerza laboral europea del país sería un riesgo que incidiría en la productividad.
En respuesta, el argumento de los defensores del Brexit es restringir la entrada de emigrantes europeos, igualándolos a los no comunitarios, lo cual no es posible si los votantes de Reino Unido eligen la permanencia.
Sobre la inversión extranjera directa, Reino Unido se beneficia de pertenecer a un mercado único que permite el libre movimiento de capital dentro de sus fronteras. Una investigación de CER revela que en el 1997, el 30 % de la reserva acumulada de inversiones extranjeras directas en Reino Unido procedía de otros Estados miembros de la UE. En el 2012, el porcentaje era del 50 %.
Además, otros datos reflejan que los flujos británicos de capital se han incrementado en los últimos años convirtiéndose en los terceros más altos del mundo en el 2014.
De producirse el Brexit, podría provocar una salida de inversiones, una situación que no puede permitirse pues Reino Unido está financiando sus déficits con el incremento de los flujos netos de inversión directa extranjera, precisa en su investigación el BBVA Global Markets Research.
Los que apoyan la salida de la UE aseguran que Bruselas está penalizando a las entidades financieras extranjeras ubicadas en Londres con impuestos y múltiples regulaciones difíciles de manejar y costosas. Esto afecta al sector financiero británico y a los flujos de capital de inversión extranjera directa.
La apuesta a favor del Brexit es que permitiría crear códigos legales más globales supervisados por instituciones británicas dándole libertad frente a las instituciones europeas.
Para algunos expertos, las normas comunitarias causan pocos perjuicios a la economía del país. Si el Reino Unido abandonara la UE, ambas partes tendrían normativas distintas y los exportadores deberían afrontar costos mayores.
Asimismo, si hipotéticamente Reino Unido deja el bloque regional, este tendrá que elegir entre tener acceso al mercado único o librarse de las regulaciones.
Sin embargo, para el economista británico Pat Minford, los beneficios del Brexit serían enormes e inmediatos. La economía británica sería capaz de importar a precios “mundiales” que según sus modelos estarían un 10 % por debajo de la tarifa actual establecida por estar en la UE. Esto produciría un shock positivo sobre la productividad y ayudaría a Londres a capear las condiciones de ajuste inmediatas que se producirían.
Hasta ahora nunca ha sido activado el protocolo legal que regula la salida de cualquier miembro del bloque regional. El único precedente es la salida de Groenlandia en 1985, antes de la firma del Tratado de Lisboa en el 2007.
Si Reino Unido se convierte en un miembro saliente no tendrá voto en las decisiones que el resto de los Estados tome respecto al acuerdo final. De momento, habrá que esperar la decisión de los votantes, que a tres meses del referéndum, alrededor de un 30 % se muestran indecisos.
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Jaime dijo:
1
7 de abril de 2016
03:27:09
Miguel Angel dijo:
2
7 de abril de 2016
09:51:35
yam dijo:
3
7 de abril de 2016
10:30:17
Ykpij dijo:
4
7 de abril de 2016
14:58:03
Alberto dijo:
5
7 de abril de 2016
17:43:46
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