
La región este de Asia se enfrenta a un grave problema: su población activa envejece y no está garantizado el reemplazo generacional.
Hace solo muy pocos días se conoció que la cantidad de personas de la tercera edad en Vietnam crecerá de 6 300 000 a 18 millones para el 2040. También para esa fecha Tailandia perderá más del 10 % de su población activa, mientras Corea del Sur más del 15 %.
Las previsiones para China y Japón tampoco son muy alentadoras, pues el Banco Mundial advirtió que el gigante asiático perderá 90 millones de trabajadores en 25 años y el país del sol naciente 20 millones en 20 años.
El rápido crecimiento económico de estas naciones, así como el alza de los ingresos y un mejor nivel educacional no solo han proporcionado un aumento de la esperanza de vida, sino también un descenso en las tasas de fecundidad.
Es por ello que el envejecimiento de la población no es un tema exclusivo de un país. Según un reciente informe realizado por el Banco Mundial y titulado La vida más larga y próspera: El envejecimiento en Asia Oriental y Pacífico, este es un fenómeno que afecta a la mayoría de las naciones del área.
De hecho, según datos de Naciones Unidas, en el mundo existen aproximadamente 600 millones de personas que superan los 65 años y las previsiones para la mitad de este siglo es que la cifra se acercará a los 2 000 millones, por lo que la propia organización ya ha llamado la atención ante este nuevo desafío e instado a todos los países a diseñar programas para que las personas que lleguen a una edad avanzada no queden sin coberturas sociales.
De acuerdo con el documento del Banco Mundial, el 36 % de los ancianos en el mundo viven en el este de Asia, en total 221 millones de personas necesitadas de atenciones especiales.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, para contener el boom de natalidad y el crecimiento demográfico, la mayoría de estas sociedades tuvieron que tomar medidas respecto al aumento desenfrenado de su población mediante programas de planificación familiar, y así, poder sostener su modernización y el desarrollo económico.
Pero muchas de estas contingencias no parecen viables en el panorama actual y al mismo tiempo el crecimiento de la población en sentido general también levanta las alarmas respecto a la sostenibilidad del planeta.
Los gobiernos de los países de Asia oriental están preocupados por las dificultades sociales y económicas que conlleva el incremento en la proporción de habitantes en edad de jubilación, comparado con los de edad productiva, por lo que diseñan maniobras que van en dos sentidos: crear una estrategia para asegurar el bienestar de ese grupo etario en ascenso y fomentar el crecimiento de la fecundidad.
Para Vietnam, por ejemplo, este no es un dato nuevo, pues hace ya varios años aplica políticas más eficientes para disminuir las cargas por el rápido envejecimiento de su población, pero sin duda constituye un reto importante. La nación indochina planea construir un sistema de asistencia social estrechamente vinculado al ciclo de vida humana para promover la eficiencia de las políticas relativas en cada una de sus fases, con el fin de reducir las cargas cuando la población envejecida ocupe, como se anunció, un buen porcentaje y así responder proactivamente a ese problema.
Según el viceministro de Trabajadores, Inválidos de Guerra y Seguridad Social de ese país del sudeste asiático, Nguyen Trong Dam, el objetivo es mejorar las condiciones de vida de los ancianos en Vietnam, lo que implica perfeccionar todo lo relativo al mercado laboral, las pensiones y la asistencia sanitaria.
En China, hace varios meses también se pusieron sobre ruedas y el ejecutivo de Xi Jinping decidió poner fin a la política del hijo único y permitir a las parejas tener un segundo descendiente.
La medida, que había sido impuesta en 1979, buscaba reducir la superpoblación, y según los expertos ha servido para evitar que la cifra de habitantes en el país fuera hoy de más de 1 700 millones, pero también provocó el rápido envejecimiento de su sociedad, por lo que la nueva directriz busca, sobre todo, elevar la fuerza laboral del país que en la actualidad es de 930 millones de personas.
En Japón y Corea del Sur, por ejemplo, desde los primeros años de este nuevo siglo ya habían comenzado a promocionar el aumento de la natalidad con tal de que el número de nacidos superara la cantidad de personas con más de 60 años.
Desafortunadamente esa medida no es suficiente, por lo que en ambos países se han desplegado políticas familiares muy específicas que van desde el apoyo a nuevos modelos formativos, a la crianza de los niños, al apoyo a los hogares monoparentales, así como las estrategias de metas centrada en las capas sociales de bajos ingresos.
Los economistas recomiendan emplear con mayor eficacia a la población en edad activa y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja a los gobiernos tomar políticas para contribuir a adaptarse al rápido envejecimiento y a promover que sea saludable y productivo.















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Armando Enrique dijo:
1
1 de abril de 2016
09:14:59
Miguel Angel dijo:
2
1 de abril de 2016
14:38:07
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