
ARGELIA.—Quizá ningún informe sea tan explícito como Tatiana. Obviamente, puede haberlos más íntegros y alentadores, con reducciones de la tasa de mortalidad, incrementos de la natalidad, la supervivencia… todos engrosando, además, otros informes que derivan, al final, en merecidos elogios públicos.
Pero Tatiana es otra cosa y es todo eso a su vez: una niña salvada de las circunstancias, real y simbólica de todo el amor que circunda su sala de Neonatología, la salita que ha sido su hogar durante casi nueve meses sin que la aquejen padecimientos que justifiquen su estancia. Fue, primero, una niña sin amparo y es ahora “la niña” de los cubanos que trabajan en el hospital de Djelfa, aunque sea la neonatóloga María Teresa Tamayo Escalona quien se haya “autotitulado” madre de la pequeña.
Si alguien necesitaba una muestra de cómo trabaja un equipo de cubanos, solo tiene que pararse delante de Tatiana y pintarle cualquier “murumaca”. En su carcajada rondan mil versiones del empeño de nuestros especialistas, si bien su “ingreso” nunca podría ser la típica historia clínica donde solo se archivan aspectos de interés médico.
La muestra es que ya han comenzado a pensar en el futuro de Tatiana, pues en la cultura de Argelia resulta harto difícil que los extranjeros adopten pequeños. Por eso María Teresa habla con nostalgia anticipada, sabe que en algún momento concluirá su misión y regresará a Cuba, que pronto será un impedimento que Tatiana viva en un hospital o que vendrá alguna institución de niños sin amparo, una pareja argelina… Pero sabe, además, que los primeros gorjeos de Tatiana fueron para ella, que aprendió a amarla en árabe y español.
¿Entonces? Le he hecho a María Teresa la pregunta que se ha estado haciendo en los últimos meses, y ella se encoje de hombros y los devuelve a su lugar con un suspiro por el que se le va, también, un poco de vida.
Cuando nos fuimos de Djelfa, Tatiana seguía estando predestinada a ser, más que todo, un símbolo de amor o una muestra de hasta dónde pueden implicarse los colaboradores cubanos en su intento diario por salvar vidas.
PEQUEÑAS COSAS… QUE AYUDAN A VIVIR

Las estadísticas del país resumen ya indicadores favorables que hablan de ese esfuerzo. No obstante, Lisbet Aguilar Lezcano, jefa del programa materno-infantil (PAMI), por la parte cubana, llama la atención en que muchos nacimientos tienen lugar todavía en casas o son asistidos en su totalidad por el personal argelino. “Lo que sí es una certeza es que donde prestamos el servicio insertamos nuestros conocimientos y la realidad ha dado un giro”.
Los resultados que contabiliza la brigada médica se mantienen ya por debajo de las tasas que recoge la norteña nación africana, si bien han incidido en las estadísticas nacionales del Programa de Atención a la Madre y al Niño. Allí, en las 16 wilayas (provincias) y 44 dairas (municipios) brindan atención intrahospitalaria y se enfrentan, sobre todo, a neonatos con malformaciones y a enfermedades respiratorias difíciles de atenuar ante extremas temperaturas que pueden oscilar entre 0 y 50 grados.
Pareciera que a los galenos cubanos el reto se les vuelve escurridizo. Pareciera… Sin embargo, en un indicador tan enfático para ese gobierno como los fallecimientos del neonato (menor de 28 días) asociados al enfriamiento, hace tres años que los cubanos no reportan un caso.
El cero se ha hecho acompañar de charlas que convencen de lo imprescindible del calor materno y lo inconveniente de la lona fría en la cama. Tan sencillo como eso.
Y se va volviendo un “hábito”, también, la supervivencia de prematuros, entre ellos el de un pequeñín de 29 semanas que en Idrissia, una de las dairas de Djelfa, llena de plenitud a los cubanos. En ese mismo lugar, en medio del desierto, un lujoso hospital con ocho riñones artificiales, dos tomógrafos y dos mamógrafos… para una población de 30 000 personas, les recuerda a los argelinos que todo el derroche tecnológico implica también, “derroche” de conocimientos.
Es por eso que el doctor Benalia Mohamed, jefe del servicio de maternidad habla, incluso, de la necesidad de nuevos colaboradores que distingan aún más la institución. Ese es un pedido que se extiende como arena en el desierto: el pueblo, los directivos, el gobierno… todos quieren a los cubanos, y quieren más.

Amén del impacto que representaría el hecho, algunas creencias dificultarían, no obstante, la práctica de ciertos tratamientos, frecuentes en la cultura occidental y a los que se les atribuye buena dosis de los resultados en neonatología. Lo sabe, Lisbet Aguilar Lezcano, jefa del PAMI, quien ha presenciado la reticencia a los maduradores que ayudan al desarrollo del feto, pues el Sulfacen proviene del cerdo y el islamismo proscribe el consumo de ese animal.
“Existe otro madurador que no está asociado al cerdo, aunque es muy, muy caro y casi no se comercializa. Todo esto complejiza la situación, muchos de los neonatos que nacen deprimidos se pudieran salvar con el medicamento, pero no debemos, ni podemos influir en esas decisiones”.
Por su parte, Glenny Tamayo Milanés, una obstetra bayamesa que vive en la fría Tvesa, donde lo insólito, pensó, sería la nieve que cae en invierno, cuenta, animada, los avances que han logrado”. Ya no reparten la leche en el mismo vasito para todos los niños, optan por los antibióticos, a pesar de ser muy caros, usan las sondas de aspiración… La evolución es palpable, a pesar de que no posean un sistema bien estructurado entre Ginecología y Neonatología”.
Y en tal avance ha incidido el respeto y la sutileza con que un médico se “enfrenta” a un paciente y le dice a una mujer, por ejemplo, que la séptima cesárea que le practicará debe ser la última —y por tanto tener su último hijo— porque casi no quedan planos en su vientre para trazar la nueva herida y su útero se ha distendido en exceso. Así le ocurrió al obstetra habanero Luis Antonio Febles Tardío, en Hassi Bah Bah, otra de las dairas de Djelfa, y “lecciones” como esta tendrá que aprenderlas el anestesista holguinero recién llegado, Alejandro Ríos Reyes.
Dentro de las costumbres que Luis Antonio ha visto “desaparecer” una lo ha dejado feliz, aun cuando no sea de incidencia directa en sus prácticas obstetras: los argelinos celebran sus fiestas en espacios independientes; es decir, las mujeres no comparten el mismo lugar con los hombres, y en las despedidas de cubanos todos se unen en el adiós. Con cuatro años transcurridos allí, Luis Antonio asegura que tal eventualidad es un suceso, obra de la magia de los cubanos.
No desconoce, sin embargo, otros procederes que han mutado en la geografía africana, aunque Argelia sea todavía una nación que exhiba índices de mortalidad infantil y materna muy por encima de los que ostenta Cuba. Quizá por eso se exijan tanto en su empeño, y porque la vida es frágil e incierta, como el destino de Tatiana.















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iromero dijo:
1
4 de febrero de 2016
08:45:48
Dr. Reinaldo Menéndez García dijo:
2
4 de febrero de 2016
14:26:18
silvia Alonso Perez dijo:
3
4 de febrero de 2016
15:45:39
Dr. Reinaldo Menendez Garcia dijo:
4
4 de febrero de 2016
16:03:45
Paula dijo:
5
4 de febrero de 2016
20:18:56
Rosa Elaines Rodriguez dijo:
6
5 de febrero de 2016
04:15:08
Lizbet Leon dijo:
7
5 de febrero de 2016
08:22:52
Alberto Guerrero Ramirez dijo:
8
5 de febrero de 2016
14:02:14
Zoe Pérez Sorí dijo:
9
5 de febrero de 2016
16:47:57
Dr.Guillermo Modesto Delgado Guerra dijo:
10
7 de febrero de 2016
05:51:23
Eligio C. Brito Méndez dijo:
11
7 de febrero de 2016
07:50:24
Luben Arias Fumero dijo:
12
9 de febrero de 2016
10:10:51
Ariandy dijo:
13
9 de febrero de 2016
11:02:18
Dra. Katia Teresa Tamayo dijo:
14
9 de febrero de 2016
22:49:04
Yeini dijo:
15
12 de febrero de 2016
13:29:52
Manuel Respondió:
28 de julio de 2016
01:49:25
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