VENEZUELA.—Hay un saludo que hoy llega desde el sur hasta las latitudes que limitan la tierra del caimán en el Caribe, porque con el calendario nuevo, un proceso ejemplar abraza allí otro aniversario.
No solo en Cuba se alzarán las copas esta noche, porque el convite de la fecha es para todos los amigos, y no todos los amigos están hoy dentro de la misma casa. Hay muchos que permanecen lejos, pero brindarán también.
Al sur del mar, saltando de isla en isla sobre el arco antillano, la tierra continental de la América Nuestra se abre justo en el país donde hay un grupo grande de estos amigos; mujeres y hombres de sangre bien cubana que por miles, dan en la Venezuela hermana lo mejor de sí; primero, de su infinito caudal humano, luego de su empinada calificación profesional para servir. Estos hijos de la Cuba profunda igual levantarán copas y ofrecerán un restallido breve de cristales, a la salud de ellos mismos, de los suyos y de su Revolución; porque a ella dedicarán también los concilios espontáneos de la próxima noche en esta geografía, que por lazos de historia y sentimiento, concede a los cubanos un calor demasiado parecido al que se siente en la casa.
Habrá pasillos de son a orillas del Orinoco, olores de algún asado y fichas de dominó en unos cuantos rincones del llano apureño. Habrá tragos empinados a la altura en que habitan los cerros caraqueños, los páramos de Mérida, la sierra tachirense que preludia por el norte la cordillera andina.
La noche no será un ritual solemne, sino una fiesta, y entre 40 000 cubanos habrá unos cuantos que esperarán también “su día de santo”, la vuelta de un calendario más para su vida. Esos celebrarán triple: la edad, el año nuevo, y los 57 eneros que exaltan más a Cuba como un faro universal de la esperanza.
Recordarán que fue justo Venezuela la primera tierra hermana que pisó la Revolución recién triunfante, a apenas 23 días de la victoria de enero. Vino en la propia persona de su líder a agradecer el apoyo de su pueblo, y de aquí se regresó Fidel muy impactado, conmovido hasta el alma, por el abrazo de los hijos de Bolívar, porque “he sentido una emoción mayor al entrar en Caracas que la que experimenté al entrar en La Habana”.
Ya había dicho que en su persona iba el pueblo de Cuba, y retornó con la deuda de devolver un día el mismo abrazo.
Mucho tiempo después, como él entonces, otro hombre encarnó en su forma humana al pueblo de Venezuela. Se llama Hugo Chávez, y en su amistad tuvo Fidel la ocasión de retribuir el caluroso apretón.
Con toda la solidaridad de que es capaz, hoy Cuba abraza a Venezuela, como mismo Martí a los ideales de Bolívar, y con la misma fuerza del estrechón repetido entre los dos Comandantes.
Mañana amanecerá otro año, y con la resaca del sueño recortado volverán los cubanos a la plaza deportiva, al consultorio médico, al espacio preparado para el arte en el pueblo de selva, de llano, de ciudad o algún cerro de los Andes.
Hay dos nombres que recordarán cada vez que reparen en la fecha: el de un gigante llamado Fidel, y el de la Revolución, el legado más grande de su vida.
Sonreirán los cubanos acá, pero no lo dirán. Ellos saben que en su entrega diaria está el mayor regalo, el mejor brindis, el abrazo familiar del nuevo año.















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dala dijo:
1
31 de diciembre de 2015
06:56:29
Tania Esther Padilla Colao dijo:
2
31 de diciembre de 2015
09:32:24
MGUEL ANGEL dijo:
3
31 de diciembre de 2015
13:45:06
Otilio Gonzalez dijo:
4
1 de enero de 2016
14:48:47
MIGUEL ANGEL dijo:
5
3 de enero de 2016
12:25:03
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