Quien pretenda fijar su residencia en el 1600 Pennsylvania Avenue en Washington, Distrito de Columbia, tiene que recorrer un largo camino por los 50 estados de los Estados Unidos en un ritmo de trabajo incesante durante las 24 horas de cada día para poder triunfar en las elecciones presidenciales, que en esta ocasión tendrán lugar el martes 8 de noviembre del 2016, y ganar el derecho a residir durante cuatro años en la Casa Blanca, a partir del 20 de enero del siguiente año.
Los aspirantes que aún se mantienen en la lid ya han estado en ese camino desde comienzos de abril pasado. Todavía quedan en la contienda 16 aspirantes principales: tres por el Partido Demócrata (Hillary Clinton, Bernard Sanders y Martin O'Malley, este último prácticamente ya no cuenta y debe ser el próximo de este grupo en desistir de la aspiración) y 12 por el Partido Republicano (Donald Trump, Ted Cruz, Benjamin Carson, Marco Rubio, Jeb Bush, Chris Christie, John Kasich, Carly Fiorina, Paul Rand, Rick Santorum, George Pataki y James Gilmore), aunque lo más probable es que para el comienzo de las elecciones primarias y caucus el próximo 1ro. de febrero, solo los ocho primeros cumplan con las condiciones necesarias para mantenerse en la lucha.
Para ese día el grupo de aspirantes a la nominación presidencial pudiera verse reducido a dos demócratas y siete republicanos. Es prácticamente un proceso de selección natural y de sobrevivencia del más fuerte.
Durante los últimos días de este año y el próximo mes de enero, las campañas de los aspirantes se deberán concentrar en los cuatro estados que celebran sus eventos primarios durante febrero: Iowa, New Hampshire, Nevada y South Carolina, cuyos resultados, sumados a los de las encuestas y los debates, son tomados por los medios de difusión como indicadores del respaldo que los candidatos podrán tener en la base de votantes.
En cuanto a los debates, los aspirantes republicanos deberán celebrar dos en enero: el primero tendrá lugar en North Charleston, South Carolina, patrocinado por Fox Business Network el 14 de enero, dos días después de que el presidente Obama exponga ante una Sesión Conjunta del Congreso de los Estados Unidos el tradicional Mensaje sobre el Estado de la Unión. Dicho debate no estaba en la programación original y fue incluido en los primeros días de este mes de diciembre.
El segundo debate será en Des Moines, Iowa, organizado y transmitido por Fox News el 28 de enero, cuatro días antes de que se celebren los caucus en ese estado, dando comienzo a la fase de las votaciones primarias. Por supuesto, el aspirante que para esa fecha no logre alcanzar el nivel mínimo de apoyo de las principales encuestas para ser incluido entre los participantes en los debates, puede considerarse de facto como excluido de la contienda, y prácticamente se verá compelido a desistir en el empeño.
A partir del inicio de las votaciones primarias, los republicanos celebrarán otros cuatro debates. El sábado 6 de febrero tendrá lugar en el Saint Anselm College, en Manchester New Hampshire, tres días antes de las primarias de ese estado; será transmitido por ABC News con el patrocinio de la derechista Independent Journal Review.
El sábado 13 de febrero, en anticipación a las primarias de South Carolina se celebrará en ese estado otro debate con sede en The Peace Center de Greenville. Hay otro evento programado para la University of Houston, Texas, que patrocina la National Journal, pero que aún no tiene fecha fijada porque el pasado 30 de octubre el presidente nacional del Partido Republicano le retiró a NBC y Telemundo la autorización para organizar y transmitir el debate con el argumento de que en el anterior que transmitió dicha cadena había actuado “de mala fe”.
De todas formas, este debate se concibió para que tuviese lugar antes de las primarias en ese y otros 11 estados el 1ro. de marzo, en el llamado “Super Martes”. Por último, el martes 10 de marzo tendrá lugar en Florida un último debate que transmitirá CNN, cinco días antes de las primarias en ese y otros cuatro estados, todos considerados como “campos de batalla” en las elecciones, generales.
De los siete aspirantes republicanos que muestran posibilidades de jugar algún papel de relieve en la fase de elecciones primarias, hay tres de ellos (Trump, Cruz y Carson) quienes han atraído la preferencia de las bases republicanas (mayoritariamente blancos, jóvenes, de medianos o bajos ingresos y de nivel educacional secundario), molestas y descontentas con la actuación del liderazgo del partido.
De ahí el apoyo que ofrecen a los llamados “forasteros” (“outsiders”, en el lenguaje político en los Estados Unidos) como forma de expresar su rechazo a la forma de actuar de los líderes oficiales del partido. De acuerdo con las encuestas, este sector representa al menos el 60 % de los votantes republicanos pero también están divididos en cuanto a cuál de estos candidatos apoyar.
Grosso modo puede estimarse que en ese 60 %, de cada seis personas cuatro apoyan a Trump mientras que a Cruz y a Carson lo apoyan uno por cabeza.
Son una mayoría, dividida en cuanto a preferencias y con posiciones extremas en relevantes asuntos de atención pública tales como el tratamiento a los inmigrantes, los gastos federales en los principales programas sociales, el nivel de impuestos, la violencia armada interna y la actuación de los cuerpos policiales, el control de las armas de fuego y la política exterior del gobierno.
De los restantes, la atención se centra en Marco Rubio, Jeb Bush y Chris Christie, pero ninguno de ellos ha logrado alcanzar niveles de apoyo notables.
A pesar de esas fisuras en el grupo “forastero”, en el liderazgo republicano crece la inquietud ante la posibilidad (más bien remota) de que Donald Trump logre atraer o captar en la fase de primarias a la mitad más uno de los delegados a la convención nacional del partido y alzarse con la nominación como candidato a la presidencia. Esto es hoy por hoy el peor escenario para el “establishment” republicano.
Por otro lado, en caso de que Donald Trump no logre una mayoría de delegados para la convención nacional, no se considera viable que el egocéntrico magnate de bienes raíces acceda a ser “cola de león” en una transacción política y en su lugar opte por presentarse como candidato por una tercera fuerza independiente. Este resultado colocaría al liderazgo republicano entre la espada y la pared, ya que Trump ha mostrado tener firme y amplio apoyo entre sus seguidores, lo cual hace surgir la pesadilla de un descalabro político del Partido Republicano en las elecciones de noviembre.
El presidente del Partido Republicano, Reince Priebus, ha preferido poner al mal tiempo buena cara y el pasado 16 de diciembre declaró en el programa This Morning de CBS: “Pienso que lo más probable es que tengamos un nominado presumible para mediados de abril” y que “dudaba mucho” que hubiese una confrontación en la Convención Nacional alrededor de la nominación presidencial. La atomización del voto republicano hace más verosímil este desenlace.
En cuanto a los demócratas, el 19 de diciembre se efectuó en el clásico Saint Anselm College, en Manchester, New Hampshire, el último debate del 2015 entre Clinton, Sanders y O'Malley, organizado por la cadena ABC, que aunque polémico fue intrascendente. Ahora los candidatos intensifican sus actividades en los cuatro estados con primarias en febrero próximo. Solo habrá un debate demócrata el 17 de enero en Charleston, South Carolina, organizado y transmitido por la NBC y patrocinado por el Congressional Black Caucus Institute.
Posteriormente, ya andando las votaciones, está programado un debate el jueves 11 de febrero en Wisconsin, organizado y transmitido por la Public Broadcasting System (PBS) y otro el miércoles 9 de marzo en el Miami Dade College, Florida, patrocinado por el Washington Post y que será transmitido por Univisión. Los debates en South Carolina y Florida buscan reforzar el apoyo de los dos sectores minoritarios más importantes del país, afroamericanos y latinos, que son mayoritariamente demócratas. En cuanto a Wisconsin, el evidente propósito es hacer llegar el mensaje, a favor de los trabajadores sindicalizados, a un estado que hoy simboliza a las posiciones conservadoras que trabajan por erradicar las conquistas sindicales.
En el caso demócrata, ya no es una interrogante quién obtendrá la nominación como candidato a la presidencia. Hillary Clinton ha logrado resistir y sobreponerse a los intensos ataques que sufrió desde el comienzo de la campaña el pasado mes de abril, con relación a las actividades de la Fundación Clinton, al uso de un servidor privado para la transmisión y recibo de correos electrónicos relativos a asuntos oficiales del Departamento de Estado y a las acusaciones e investigaciones de los congresistas republicanos sobre su papel como Secretaria de Estado cuando los ataques al Consulado de los Estados Unidos en Benghazi, Libia, los días 11 y 12 de septiembre del 2013, como consecuencia de los cuales murieron cuatro funcionaros norteamericanos, entre ellos el Embajador Chris Stevens.
Hasta octubre de este año, esa situación afectó seriamente las opiniones sobre la integridad, la confiabilidad y la honestidad de Hillary y surgieron dudas sobre la viabilidad de su candidatura a la presidencia. Sin embargo, estas imputaciones no pudieron ser mantenidas, ni hubo acusaciones o cuestionamientos a ella, ni se ha presentado querella judicial contra su persona, lo cual ha resultado en la recuperación sistemática de su status como aspirante ampliamente favorita para lograr la nominación como candidata del Partido Demócrata a la presidencia del país.
El siguiente tramo de la ruta será el que conduce a las convenciones nacionales. Un tema obligado será la designación del candidato a la vicepresidencia; es una atribución del candidato presidencial escoger y proponer a la convención su compañero de fórmula. Pero el proceso de selección solamente comienza cuando esté definido el nominado a la presidencia y requiere de una exhaustiva, prolongada y confidencial investigación y evaluación (“vetting”, en inglés) de cada uno de los incluidos en la bolsa de posibles nominados.
Lo más importante de este periodo es la elaboración del plan de campaña electoral, que pasa por la definición de los llamados “campos de batalla” o sea, los estados que no están claramente definidos a favor del candidato de uno u otro partido. Como norma, este “campo de batalla” lo conforman unos 12 a 15 estados; clásicos ejemplos son Florida, Ohio, Missouri y Virginia.
Finalmente, quedan otras dos etapas: la celebración de las convenciones nacionales que en esta ocasión han sido adelantadas para julio con la intención de acortar los plazos y, al mismo tiempo, evitar realizarlas en el mes de agosto cuando la generalidad de la población está de vacaciones y se celebran los Juegos Olímpicos, que con su numerosa audiencia permite a las cadenas de televisión tener cuantiosas recaudaciones.
Estas convenciones son espectáculos de alto vuelo y requieren también una minuciosa organización como plataforma de lanzamiento nacional y mundial de los candidatos. Se trata de evitar desastres mediáticos como sucedió en la convención republicana en el 2012 con la comparecencia del renombrado actor Clint Eastwood. Y el más aterrador escenario que hoy ronda a los republicanos: que se llegue a la Convención sin apoyo mayoritario a un candidato.
Habrá un inusual receso entre la celebración de las convenciones nacionales y el inicio de la etapa de las elecciones generales el 5 de septiembre (día siguiente al feriado del Día del Trabajo en los Estados Unidos). Durante ese “receso” será fundamental el desempeño de los equipos de campaña y la implementación de los planes elaborados.
En la etapa de las elecciones generales la atención pública se centrará en los debates entre los aspirantes presidenciales, quienes se verán las caras por primera vez el lunes 26 de septiembre en la Wright State University de Dayton, Ohio; después el martes 4 de octubre le tocará a los vicepresidenciales en Longwood University en Farmville, Virginia, seguido de un nuevo encuentro presidencial el domingo 9 de octubre en la Washington University de Saint Louis, Missouri, para cerrar el miércoles 19 de octubre cuando los dos candidatos presidenciales se midan en la University of Nevada en Las Vegas, Nevada. Debe notarse que las localidades seleccionadas están en estados ya considerados como “campos de batalla”.
A pesar de lo prolongado del proceso electoral que abarca año y medio, desde abril del 2015 hasta noviembre del 2016, pesará mucho en los resultados, el ambiente político y la situación general en los dos meses finales de la campaña, especialmente si para ese momento la contienda entre los candidatos republicano y demócrata se torna reñida. Puede producirse un vuelco sustancial en el panorama electoral debido a cualquier hecho con connotaciones políticas y hasta personales. Por eso no es posible hacer predicciones muy adelantadas y se debe valorar lo que sucede en cada una de las distintas etapas, cada una de las cuales juega un papel específico y distintivo en todo el proceso.
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FASV dijo:
1
24 de diciembre de 2015
18:36:17
mariano dijo:
2
25 de diciembre de 2015
00:09:12
teo dijo:
3
25 de diciembre de 2015
08:17:54
jorge luis dijo:
4
25 de diciembre de 2015
11:50:03
Vera Gottlieb dijo:
5
25 de diciembre de 2015
12:15:56
Leandra dijo:
6
26 de diciembre de 2015
10:34:40
Minerva dijo:
7
28 de diciembre de 2015
01:27:46
MIGUEL ANGEL dijo:
8
28 de diciembre de 2015
08:53:16
susana dijo:
9
28 de diciembre de 2015
10:23:26
DALA dijo:
10
28 de diciembre de 2015
14:57:31
Minerva dijo:
11
29 de diciembre de 2015
09:09:45
MIGUEL ANGEL dijo:
12
30 de diciembre de 2015
04:40:04
Tony López Iglesias dijo:
13
30 de diciembre de 2015
12:50:44
guilherme dijo:
14
1 de enero de 2016
20:14:13
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