Tensa calma. Así se encuentra el panorama político en Brasil en estos momentos luego del arranque del proceso de juicio político (impeachment) contra la presidenta Dilma Rousseff. En diversos actos la jefa de Estado ha reiterado que está tranquila y con la conciencia limpia porque no ha cometido ninguno de los delitos de los cuales se le acusa.
La semana pasada un grupo de congresistas opositores liderados por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, dio luz verde al pedido de juicio político contra la gobernante, amparado en una supuesta violación de la Ley de Responsabilidad Fiscal al “maquillar” las cuentas públicas del año 2014.
Este martes la propia Rousseff pidió acelerar el procedimiento para esclarecer y estabilizar la situación en el país; mientras tanto, Cunha dilataba en el Congreso la creación de la comisión encargada de estudiar el pedido de impeachment.
La noticia provocó diversas reacciones dentro del espectro político del país, desde el exmandatario Luiz Inácio Lula hasta líderes connotados de la oposición como la excandidata presidencial Marina Silva, quienes se oponen a esa jugada contra Dilma.
Para Lula la decisión de Cunha carece de cualquier sustentación legal; es solo una demostración de odio y la prueba de que colocó sus intereses personales por encima de los del país.
A su vez, el expresidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Joaquim Barbosa, puso en duda que se pueda enjuiciar políticamente a Rousseff.
“Ni el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) ni el Tribunal Superior Electoral poseen mecanismos para desencadenar un proceso de tamaña envergadura”, declaró Barbosa durante el 7mo. Congreso Internacional de Mercados Financieros y de Capitales que sesionó en estos días en Sao Paulo.
“El impeachment es una cosa muy seria que, de llevarse a cabo, se sabe cómo comienza mas no cómo termina. Es un choque sísmico en las instituciones. Tiene que ser algo muy bien fundamentado, una prueba fehaciente que envuelva directamente al presidente de la República. Sin eso salimos perdiendo y con las instituciones quebradas”, concluyó el responsable de investigar el proceso de corrupción conocido como “mensalao”.
Por otro lado, se hizo pública una carta del vicepresidente del país, Michel Temer, a Dilma Rousseff en la cual dice que ella nunca confió en él y se autocalifica como un “vicepresidente decorativo”.
La misiva de Temer, quien lidera el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mismo al que pertenece Cunha, fue objeto de burla en las redes sociales y no tuvo el efecto político que deseaba.
Mientras tanto, analistas políticos como el vasco Katu Arkonada, consideran que “la iniciativa del diputado Cunha, quien es un cadáver político, carece de cualquier tipo de sustento jurídico; es una excusa política a partir de una falta administrativa (la violación de la Ley de Responsabilidad Fiscal); es un movimiento desesperado de una persona desesperada, el Presidente de la Cámara de Diputados, que no se ha sentido respaldado por el gobierno ante los numerosos juicios por corrupción que va a tener que enfrentar”.
El también integrante de la Red en Defensa de la Humanidad dijo a Granma que el “golpe suave parlamentario” que se intenta aplicar en Brasil se produce en momentos en que América Latina vive “un reflujo del cambio de época, una etapa de ralentización del ciclo progresista, e incluso con algunos retrocesos, como la derrota del kirchnerismo en Argentina y de las fuerzas chavistas en las recientes elecciones parlamentarias en Venezuela”.
Ante ese escenario regional el activista político expone que “debemos más que nunca estar alerta a los intentos de golpes que se den contra las gobiernos progresistas”, mientras recuerda que a estos “cuando no se les puede sacar mediante la vía electoral, la derecha latinoamericana conspira para sacar de manera antidemocrática a los gobiernos de izquierda, y eso es lo que está sucediendo en Brasil”.
Arkonada propone en el caso brasileño establecer como prioridad “defender el gobierno de Dilma frente a este intento de golpe parlamentario, y después apoyar la recomposición del PT (Partido de los Trabajadiores) para que pueda ganar las elecciones en el 2018 con Lula como candidato”.
El especialista consultado por este diario comprende además que los ataques contra Dilma pretenden alcanzar a Lula para evitar una posible vuelta suya a la presidencia. Mientras se espera por una solución a la crisis política en el gigante sudamericano, es importante destacar el papel de un actor muy influyente en la misma: los medios de comunicación. Un ejemplo del alcance destructivo de corporaciones mediáticas adversas a la administración de Rousseff es O ‘Globo.
Todos los días esta cadena pasa al menos cinco minutos de propaganda contra el Gobierno donde diputados de oposición explican en horario pico (entre novela y novela después de la emisión del Jornal Nacional) las causas por las cuales se debe procesar a la Jefa de Estado. De esta manera se adjudica su papel dentro de la maquinaria desestabilizadora en el gigante sudamericano.















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wilber dijo:
1
9 de diciembre de 2015
11:03:04
Luis Rodríguez Hernandez dijo:
2
9 de diciembre de 2015
20:06:59
Mauro dijo:
3
11 de diciembre de 2015
07:41:58
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