ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El presidente John F. Kennedy fue asesinado mientras transitaba por la ciudad de Dallas, Texas. Foto: BBC

El 22 de noviembre de 1963 a las 12:30 del día, el 35avo. Presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, era abatido por varios balazos, en la ciudad de Dallas, Texas. El Pre­sidente se encontraba, desde principios de ese mes, en gira política, promoviendo su reelección para 1964. Pocos días atrás, en un teatro de la misma ciudad, ciudadanos locales habían abucheado a Adlai Stevenson, embajador en la ONU, debido a la hostilidad que en ese estado se respiraba contra el inquilino de la Casa Blan­ca y sus políticas.

Dallas eran un reducto de recalcitrantes, ra­cistas y derechistas, republicanos y demócratas. De hecho, la vicepresidencia otorgada a Lyn­don Johnson, había sido una forma de atraer, al menos a un sector del Partido Demócrata que, en esa región, se caracterizaba por su conservadurismo. En los días previos a la visita se habían repartido en la ciudad más de 5 000 carteles con la imagen de Kennedy, de frente y de perfil, y un cartelito debajo con la leyenda “se busca”. Se­gún la opinión generalizada de los conservadores del Ku kux klán y la John Birch Asociation, el Presidente estaba vendido a los negros y co­munistas. El mismo día del asesinato, el Dallas News, diario matutino de esa capital, criticaba acremente al Presidente.

La comitiva presidencial llegó puntualmente al aeropuerto de Dallas y debía transitar por una ruta preestablecida por la calle Main hasta el puente de Pontchartrain; sin embargo, el re­corrido había sido modificado, de manera que rodeara la plaza Dealy, precisamente donde se encontraba el edificio del Depósito de Libros donde trabajaba Lee Harvey Oswald. Hasta hoy se desconocen los motivos de tales cambios y si fueron responsabilidad del Ser­vicio Secreto, a cargo de la protección presidencial, la policía local o el alcalde, Earl Cabell[1].

Es muy sospechoso que el Servicio Secreto no tomara medidas extremas de seguridad en una ciudad como aquella y permitiera a Kenne­dy utilizar un auto descapotable, sin asegurar su recorrido apostando decenas de agentes en azoteas y ventanas, fundamentalmente al bordear la plaza Dealy, un lugar no previsto y don­de el vehículo presidencial debía reducir la marcha a unos pocos kilómetros.

Decenas de testigos presenciales concentrados en la plaza Dealy, aseguraron posteriormente haber escuchado al menos cinco disparos[2], unos por el frente de la caravana, desde un montículo de hierba, y otros provenientes de la parte posterior. Al menos, dos impactaron al Presidente, uno al gobernador John Conally, que lo acompañaba, y un proyectil, intacto, fue encontrado posteriormente en el borde de la acera.

Tras los disparos, la reacción inmediata de las personas que estaban agolpadas en la Plaza, para saludar al Presidente, fue correr hacia el lugar desde donde escucharon los fogonazos, el montículo de hierba[3] que colindaba con el pa­tio de la estación de trenes de la localidad. La policía que también corrió hacia el lugar, detuvo a varias personas, al parecer vagabundos, pe­ro ninguna de ellas llegó al precinto para ser identificados, aun siendo sospechosos o testigos de un magnicidio. Inexplicablemente habían si­do puestos en libertad. Los detenidos desa­pa­recieron y nunca se conoció de ellos.

Kennedy llegó muerto al hospital Parckland Memorial y de inmediato, el vicepresidente Johnson ordenó limpiar la limosina donde ha­bía sido asesinado. Al Servicio Secreto, encargado de la tarea, no se le ocurrió buscar huellas y evidencias, como era de esperar. El examen médico del hospital, daba cuenta que las heridas del cuello y la cabeza eran de proyectiles entrantes, por lo tanto habían sido disparadas desde el frente. Sin embargo, todo fue silenciado.

A las 12:41 p.m., es decir 11 minutos después de la muerte de Kennedy, la policía transmitía por radio a sus agentes la descripción de un sospechoso, que suponían era el asesino. Un hombre joven de unos 30 años, 1,80 de altura, trigueño, pelo castaño y liso. Según la Co­misión Warren esta descripción concordaba con la de Lee Harvey Oswald, una persona que poco después devendrá en noticia de primera plana por sus antecedentes comunistas y de simpatizante de la Revolución Cubana, a causa de que este era el único empleado que se había ausentado del Almacén del Depósito de Libros Escolares desde donde se aseguraba se hicieron los disparos, y donde fue encontrado un fusil con el que presuntamente se había realizado el atentado. A las 12:45 p.m., 15 minutos después del crimen, Oswald llegó al apartamento que tenía alquilado, se cambió de ropas y tomó un revolver. Dos minutos más tarde, a un kilómetro y medio de allí se produjo el asesinato del po­licía J. D. Tipppit, crimen que le fue adjudicado posteriormente. Oswald, por su parte, salió de la casa caminando, entró al cine Texas sin pagar la entrada —con el consiguiente escándalo de la taquillera—, a pesar de que tenía di­nero en sus bolsillos y fue detenido minutos después por la policía, que llegó al menos en 12 autos patrullas.

Terminado el primer interrogatorio, fue trasladado de habitación, momento en que los periodistas allí presentes lo cuestionaron sobre el presunto magnicidio, que este negó categóricamente, agregando que él solo era un “patsy”[4]]. A las 4:00 p.m. cuando aún la policía se encontraba interrogando al sospechoso, los medios de prensa comenzaron a señalar a Oswald, como el asesino del Presidente, aireando un conveniente pa­sado como desertor en la URSS, comunista convencido y simpatizante de la Revolución Cu­bana.

Mientras, el Servicio Secreto había sacado prácticamente a la fuerza el cadáver de Kenne­dy del hospital Parckland —donde las leyes lo­cales exigían la autopsia— y lo condujo a toda ca­rrera al aeropuerto, desde donde fue trasladado al avión presidencial, que finalmente lo llevó a Washington. La autopsia fue rápidamente rea­lizada por médicos militares en el hospital de Bethesda, de esa localidad. En ese tránsito, Lyndon Johnson fue juramentado co­mo presidente.

Cuarenta y ocho horas después del magnicidio el jefe de la policía local, Jesse Curry, decidió el traslado de Oswald hacia la cárcel de la ciudad —aludiendo motivos de seguridad— a pesar de no haber logrado confesión alguna y no asistirlo legalmente. Pocos minutos después de iniciarse el traslado, fuertemente escoltado por la policía, al llegar a los sótanos del precinto policial y en presencia de las cámaras de TV, y más de una veintena de periodistas, fue asesinado de un disparo mortal, por Jack Ruby, un conocido rufián del bajo mundo local.

Todos los detalles para la inculpación de Oswald habían sido previstos. Sus antecedentes, su inestabilidad, sus simpatías políticas. Oswald había comprado por correspondencia, un fusil “malincher carcano[5]” de fabricación italiana, que databa de la segunda guerra mundial, y era de retrocarga, y convenientemente se había fotografiado con él en una de sus manos, mientras que en la otra, sostenía una publicación comunista.

El registro oficial de los disparos imputados[6]: tres en solo 5,7 segundos, con un fusil de retrocarga, que necesariamente se debía manipular cada vez que realizara un disparo y por tanto, sacarlo de la mira del objetivo era improbable. Los expertos del FBI no lograron un blanco efectivo en menos de siete segundos, sin contar que en el primer disparo, el cual debió ser el más certero, fallaron y son los restantes —según la versión oficiosa— los que causan la muerte del Presidente. Finalmente otro detalle: para un tirador emboscado en la sexta planta del edificio del Almacén de Libros, resultaba más oportuno disparar en el momento en que el auto presidencial doblaba por la calle Houston, en tanto el blanco quedaba de frente; sin embargo, esperó a que el auto terminara el giro y alcanzara la calle Elms, dando la espalda al tirador, donde un árbol obstaculizaba par­cialmente el blanco, para entonces apretar el gatillo.

El fusil del alegado criminal, fue enviado al FBI en busca de huellas, las que no encontraron; sin embargo, cuatro días más tarde, la po­licía local con el fusil que ellos afirman utilizó Oswald, decidió visitar la morgue de la ciudad, donde se encontraba su cadáver. Horas más tar­de en comunicado de prensa, la jefatura de Po­licía afirmó haber encontrado una huella del oc­ciso en el arma. La película tomada por Abra­ham Zapruder, un fotógrafo aficionado, entre los asistentes a la Plaza Dealy, que logró captar el momento mismo del crimen, fue comprada por la revista Time-Life, que en vez de publicarla, la sacó de circulación durante varios años. Cientos de testimonios fueron desoídos, decenas de pruebas fueron eliminadas, no aparecieron nunca notas de los interrogatorios realizados a Oswald, los rayos X y otras pruebas de la autopsia desaparecieron.

Al unísono, una descomunal campaña me­diática comenzaba a ejecutarse, en la cual Cuba y sus dirigentes aparecían como el eje central, como instigadores de los pasos de Lee Harvey Oswald. El objetivo era crear un estado de histeria colectiva en los Estados Unidos que propiciara una acción de respuesta: la agresión militar contra Cuba.

El complicado entramado de este magnicidio, las extrañas desapariciones de pruebas y testigos, la implicación de diversas agencias gu­bernamentales en estos hechos, la campaña de prensa desatada y las evidencias posteriores de la participación de organizaciones fundamentalistas del exilio cubano y la mafia, de­muestran que hubo un complot nacional, ra­zón por la cual aún transcurridos más de 50 años las autoridades norteamericanas no han develado los culpables del crimen, y guardan celosamente los documentos y las investigaciones por ellos realizadas.

Con el asesinato de Lee H. Oswald se pretendía silenciar y cerrar aquel bochornoso capítulo de la historia contemporánea norteamericana. Un año después, Jack Ruby moría  en prisión, en extrañas condiciones, luego de exigir a la Co­mi­sión Warren se le trasladara a Washington para exponer su “verdad”. Más de cien testigos o presuntos participantes han muerto en misteriosas circunstancias y periódicamente la prensa norteamericana, a su conveniencia, activa la posibilidad de la inculpación cubana en el crimen.

Por su parte, Cuba ha denunciado, desde el mismo 23 de noviembre —cuando Fidel Cas­tro en certero y visionario análisis refería a la comunidad internacional—, que la muerte del Pre­si­dente norteamericano era producto de un complot de las fuerzas más oscuras y tenebrosas de ese país y que formaba parte de una conspiración contra la Revolución Cubana.


* Fabián Escalante Font, general de división (r) autor del libro El Complot Obje­ti­vos JFK y Fidel.


[1] Earl Cabell, hermano del defenestrado general James Cabell ex segundo jefe de la CIA

[2] Todos los testimonios recogidos por las dos comisiones oficiales, coinciden en que fueron cinco los disparos.

[3]  Según la comisión Warren, 55 personas situadas en la Plaza Dealy, para saludar al Presidente, al escuchar los disparos, corrieron en esa dirección.

[4] Patsy, “chivo espiatorio”.

[5] El fusil “malincher carcano” era tan malo, que durante la primera guerra mundial le decían el fusil humanitario, pues no daba al blanco, además este tenía la mira telescópica dañada, según los expertos del FBI.

[6] Según el informe final de la Comisión Warren.

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Hugo Andrés Govín Díaz dijo:

1

19 de noviembre de 2015

23:53:55


Solamente con la mitad de estas evidencias expuestas por Escalante Font, persona muy bien autorizada para hacerlo, se demuestra la verdadera intención de aprovechar la situación para terminar lo que había iniciado el presidente Eisenhower y que no le perdonaron a JFK: Acabar con la Revolución Cubana. El SISTEMA no podía admitir que en su traspatio se fraguara un movimiento popular que cambiara las reglas del juego imperiales en América Latina. Las pretenciones continúan hasta hoy, pero ahora vestidas con traje de seda.

Jose R Oro dijo:

2

20 de noviembre de 2015

06:03:15


El asesinato de JFK es uno de los momentos más tenebrosos del siglo XX. Gracias a que Cuba no le dio la visa a Lee Harvey Oswald para visitar el país, entre otras acciones, este crimen no fue la causa de una brutal agresión, ya que todo se había preparado para culpar a los líderes de Cuba por el magnicidio. Magnifico artículo de una de las personas que conocen el tema con inigualable profundidad. Sin pecar de exageradamente detallista, comento que se escribe Mannlicher-Carcano, y ese rifle seria quizás una de las ultimas opciones para un francotirador de experiencia, por su mala precisión (como correctamente apunta el autor) y también por lo difícil de obtener munición del calibre que usa (6.5×52 mm). Más importante, el término inglés “patsy” no significa exactamente “chivo expiatorio” (scapegoat en inglés), sino un peón o instrumento, alguien que ha sido utilizado o manipulado para una tarea. El hecho mismo que Oswald se considerara un “patsy” implica de hecho la existencia de una conspiración, y de ninguna manera una acción unipersonal, en lo que ya nadie cree. Quizás nunca se sabrá con claridad todo acerca de este crimen, pero está claro, que tuvo que ver con el submundo de la CIA, la Mafia, terroristas/delincuentes de origen cubano y judío, el complejo militar-industrial estadounidense, en fin con lo peor de la sociedad de los Estados Unidos de América

Jose V dijo:

3

20 de noviembre de 2015

09:08:53


Existen innumerables teorías de la conspiración sobre el asesinato del presidente Kennedy las cuales generan confusión, por su enorme diversidad y buscan, con su proliferación, confundir. Puede dividirse el análisis sobre ¿cómo ocurrió realmente el hecho? y, paralelamente, ¿cuál fue el móvil de la conspiración?, de la cual no tengo dudas que existió. De lo que he leído me ha parecido muy convincente y fundamentado lo que ha planteado en su libro y en exposiciones públicas el GD(r) Escalante Font, en particular por las informaciones fidedignas sobre la participación de pistoleros cubanos en el magnicidio, como Herminio Díaz, y el papel reclutador del staff de Posada Carriles, su principal carta de vida, porque conoce quién le dio dicha tarea de reclutamiento; también recordar un libro “casi olvidado”, del escritor y periodista Thomas Bucanan, Who Killed Kennedy? Este escritor conversó con un miembro de la comisión Warren y formuló su teoría en la prensa antes de que se publicara el informe oficial. Fue el primero que vinculó el silenciado asesinato del agente de policía Tippit a manos de Oswald, con el cierre de la operación en la cual Tippit debía matar al presunto tirador, como si este se diera a la fuga, lo que sucedió a la inversa; al parecer Oswald intuyó tal cosa, pues se veía ya como el chivo expiatorio de la operación y disparó el primero con un arma que fue a buscar a su casa. Lo que pudo acontecer después fue un plan B improvisado y burdo, con la aparición en la trama del hampón Ruby. Pero, el plato fuerte es el móvil de este crimen y algunos criterios apuntan al complejo militar industrial, dadas los planes que se sabía, tenía Kennedy para su segundo mandato, algunos de estos vinculados al corte de la carrera armamentista después de la crisis de Octubre (crisis de los cohetes, como también se le conoce). Móvil o móviles muy grandes para atreverse a organizar y ejecutar el asesinato de un presidente y borrar todo rastro subsecuente. Gracias.

abelboca dijo:

4

20 de noviembre de 2015

10:04:24


Excelente resumen del prestigioso General Escalante, del cual he leído dos de sus siete libros. Lamento no haber podido conseguir el que le sirvió de base para este artículo. El asesinato de Kennedy tiene muchas causas, no solo el caso de Cuba, aunque quisieron cogernos de "conejillo de indias" para culparnos, lo cual no pudieron hacer porque un modesto cónsul en México no le otorgó una visa de tránsito a través de Cuba para viajar a la URSS. Si esa visa hubiera sido otorgada, no sé qué hubiera sucedido con nosotros después de la asesinato. Todas la agencias de inteligencia de este hemisferio saben muy bien quienes y por qué mataron a Kennedy, lo que pasa que nadie quiere "embarcarse" en esta "aventura" de destapar la verdad, que oficialmente varios gobiernos norteamericanos de turno han enterrado para la Historia.

medardo m rivero p dijo:

5

20 de noviembre de 2015

11:45:30


En ese magnifico escrito de font escalante, pueden obtenerse causas, condiciones, motivos, consecuencias, que los organizadores del atentado consideraron.

medardo m rivero p dijo:

6

20 de noviembre de 2015

11:50:34


Este libro y el articulo sobre el tema, dan una vision objetiva y subjetiva de las causas, consecuencias. cpondiciones, motivos y otro grupo de cuestio9nes que los organizadores del asesinatgo tuvieron en cuenta, incluyendo la posibilidad de vincular el caso con los sovietivos y cuba. Pero, una cosa es lo qiue el papel aguanta que le pongan y otra la dialectica del asunto que se tramaba.

Armando67 dijo:

7

20 de noviembre de 2015

12:05:56


Una conspiración burdamente urdida para un asesinato político, que por todos los acontecimientos que se produjeron posteriormente, podría decirse que el crimen de Dallas fue otro 11/9 en USA.

Rolando dijo:

8

20 de noviembre de 2015

12:51:35


Siempre, desde un inicio se ha sabido que ese fue el resultado de una gran conspiración entre los grandes instereses que mueven a los gobiernos norteamericanos, quiten a éste para poner a otro y así gira el entorno de cada presidente...

Nébuc dijo:

9

20 de noviembre de 2015

15:20:38


Un hecho de tanta magnitud en un país con tanta experiencia en dirimir situaciones complejas deja a las claras que no se ha develado la realidad porque fue un magnicidio urdido, una conspiración que está bien guardada y que tardará en salir a la luz pública, es otro Maine y otro 11/9.

Rosa Mendez Sanchez dijo:

10

20 de noviembre de 2015

16:22:26


He leído con atención el libro escrito por Teresita Candia Ferreyra sobre el asesinato de Kennedy.La compañera desgrana minuto a minuto el día del asesinato.Lo recomiendo, Rosa.

Donsimon dijo:

11

20 de noviembre de 2015

19:41:21


Esas fuerzas oscuras y tenebrosas son las que tienen el.poder en USA actualmente. El complejo militar civil, Pentagono, CIA, etc etc

Nelly dijo:

12

20 de noviembre de 2015

20:21:14


Es interesante que ningun periodistahace notar qu Jack Ruby ere un Judio ortodoxo ( ver https://en.wikipedia.org/wiki/Jack_Ruby )

Donsimon dijo:

13

20 de noviembre de 2015

21:01:19


Kennedy ordeno al departamentp del tesoro imprimir dolares, fuera del control de la Reserva Federal.

Fernando beltrsn dijo:

14

20 de noviembre de 2015

21:13:13


Excelente.

Alberto Martínez dijo:

15

11 de diciembre de 2016

01:05:00


Yo vivía en Nicaragua cuando lo mataron y todos se quedaron incrédulos de que Osvald H Lee fuera el asesino de JFK. Sabemos que fue un chivo expiatorio de la misma CÍA. Es difícil explicar que un mal tirador con un rifle no apto para hacer 5 disparosi y por la espalda le volará la te gin occipital al presidente JFK.

Robert Acosta dijo:

16

6 de marzo de 2017

08:59:48


Siempre habits credit que solo fueron 3 dispaeos los realizations contra John F. Kennedy. Podrias relatarar , de que anguloss fueron hechos todos los disparos ralizados?