ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El cambio climático y sus efectos nefastos para la humanidad ya no es cosa de futuro. Foto: Russia Today

Una gran contradicción vive nuestro mun­do. Por un lado, el cambio climático y sus efectos nefastos para la humanidad ya no es cosa de futuro y la urgencia de enfrentarlo se hace, además de necesaria, vital.

La otra cara del asunto es el gasto mili­tar, ese del que viven grandes empresas transnacionales y que causa violencia, muertes, heridos, desplazados y terribles afectaciones ma­teriales.

¿Cómo enfocar de frente ambos temas? ¿Quién lanza la primera piedra para construir el necesario muro de la paz? Son esas preguntas para las que, al margen de los discursos y las retóricas, los seres humanos aún confían en encontrar respuestas y más que todo, soluciones definitivas.

Ya es noticia de todos los días que los casquetes polares se derriten y la temperatura del mar sube y provoca inundaciones costeras que amenazan con hacer desaparecer islas enteras. Mientras, en otras regiones el calor extremo y las sequías provocan hambrunas; y en otros lugares las intensas lluvias y los deslaves ocasionan miles de víctimas cada año.

Cuando esta realidad se hace presente, se observan aumentos crecientes de los presupuestos militares en prácticamente todo el planeta que, según el Instituto de Paz y Desarme de Estocolmo y el Instituto Internacional de Es­tu­dios Estratégicos de Londres (IISS), implican una enor­me amenaza para la seguridad internacional.

Estas mismas fuentes refieren que el gasto militar mundial del año 2014 fue de 1,8 billones de dólares y los pronósticos no son muy halagüeños.
En este sentido, Estados Unidos lidera con gran diferencia sobre el resto de los países y concentra el 34 % del gasto militar mundial, 610 000 millones de dólares que suponen el triple de China, en segundo lugar, y siete veces más que Rusia, el tercero. A su vez, los 15 primeros clasificados suman el 80 % del gasto de todo el planeta.

Asimismo, se informa que las inversiones norteamericanas en investigación y desarrollo de tecnologías militares en el 2015, pronostican un aumento sensible de ese rubro para el próximo lustro. En esta afirmación, el IISS no tiene en cuenta las proyecciones presupuestarias en la modernización del arsenal de armas nucleares.

Por su parte, el gasto militar de la OTAN se eleva a más de 1 000 millones anuales.

También resulta de vital significado para el Pentágono que sus aliados europeos aumenten los costos militares, lo que es igual a que puedan comprar más armas al Complejo Mi­litar Industrial norteamericano, principal su­ministrador de artículos bélicos.

Al respecto, ya en el año 2012 las asignaciones a nivel mundial de recursos para las armas habían aumentado un 15 % en relación con el año anterior.

En este contexto adverso, vale recordar que hace seis años el actual mandatario norteamericano, Barack Obama, ya consideraba al cambio climático como una grave amenaza para la seguridad nacional e internacional.

De igual forma, varios generales y almirantes retirados, hicieron un informe titulado “Seguridad nacional y amenaza del cambio climático”, en el que se concluye que “las con­secuencias del recalentamiento global van a originar conflictos internacionales por recursos vitales como el agua dulce, por lo que habrá disturbios y aparecerán comportamientos extremistas en los países, además de la escasez de alimentos y migraciones ma­sivas”.

Lo que hoy está sucediendo en muchas regiones coincide exactamente con las predicciones de una década atrás. Hoy Europa está literalmente invadida por hambrientos africanos y desplazados de conflictos en el Oriente Medio, precisamente provocados por las invasiones y guerras desatadas por potencias ex­ternas encabezadas por Estados Unidos y la OTAN, los mismos actores que dedican miles de millones en armas y solo algunas pequeñas cantidades a la ayuda para resarcir las hambrunas y combatir los daños provocados por el hombre al clima.

Cuando Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos había heredado de su antecesor, George W. Bush, un presupuesto militar que equivalía a que por cada 88 dólares empleados en planes militares, solo un dólar se destinaba a combatir los ya amenazantes efectos del cambio climático.

Más claramente: mientras en esa fecha se empleaban 10 600 millones de dólares para el tema clima, el complejo militar recibía 534 000 millones de dólares, sin incluir otros 150 000 millones destinados a las contiendas bélicas en Irak y Afganistán.

Obama se ocupó de bajar esa alta asignación presupuestaria para armas y guerras y logró que la proporción llegara a un equivalente de nueve dólares para armas por solo uno destinado a enfrentar el recalentamiento global.
Eso, sin duda, significaba un avance sustancial. Pero las noticias actuales muestran la dicotomía entre los ya presentes efectos del cambio climático y lo que aún se sigue gastando en armas y guerras.

Al respecto se pueden usar ejemplos como que la contaminación del aire causa la muerte cada año de alrededor de siete millones de personas en todo el mundo, por lo que se trata del mayor riesgo ambiental para la salud, según se denuncia en un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Queda claro que para enfrentar con realismo los más graves problemas del mundo actual —el hambre y el cambio climático en primer orden— hay que dejar de complacer a los que se enriquecen cada vez más con las fabulosas ventas de armas; y dedicar más recursos y menos retórica a enfrentar con urgencia y de manera coordinada ese enemigo mayor que ya nos ataca: los efectos adversos del clima.

Dos caras sirve para el nombre de una novela brasileña, pero para nada puede seguir identificando una filosofía y una política que nos compete a TODOS, en mayúsculas.

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renato peña dijo:

1

9 de octubre de 2015

07:59:40


Van muchas convenciones sobre medio ambiente, cambio climático y desarrollo que se realiza en >La Habana y quienes venimos de Sudamérica, Chile, asistimos periódicamente y en dichos eventos, el ojo se ha puesto en el cambio climático y la torpeza de modos de producción extractivista de países que nos quieren enseñar de democracia y libertad, que no respetan el protocolo de Kioto ni ninguna acuerdo que vaya en contra de sus inhumanos intereses, es decir, el capitalismo en todas sus fases y el neoliberal que es aun más destructivo. El Comandante nos dijo "Hay una especie biológica que está en peligro de extinción, la Humanidad" si continuamos con este modelo de consumo excesivo.