
Desde la Secretaría General de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), el colombiano Alfonso Múnera se ha propuesto “impulsar la cooperación en temas regionales que sirvan a nuestros pueblos”.
“Cuba es un aliado incondicional y entusiasta de las tareas de la organización y entiende perfectamente el potencial de la AEC para la implementación de programas estratégicos en el área del Caribe”, afirma este profesor y diplomático cartaginés, autor de los ensayos El fracaso de la nación: región, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717 – 1821 y Fronteras imaginadas.
El diálogo tiene lugar al término de una de las jornadas de la Fiesta del Fuego, en Santiago de Cuba, evento al que asistió Múnera como invitado especial.
Fundada en 1994, la AEC cuenta con 25 estados miembros y 11 territorios asociados. Su sede operativa se halla en Puerto España, Trinidad. Entre sus objetivos figuran el fortalecimiento y aprovechamiento de las capacidades colectivas para lograr un desarrollo sostenible en la economía, la cultura, la ciencia y la sociedad, y establecer, consolidar y ampliar, según el caso, mecanismos institucionales y acuerdos de cooperación que respondan a la diversidad de las identidades de las realidades caribeñas. De estos y otros temas conversamos con Múnera.
—¿Cómo calificaría usted el momento que vive la AEC?
—En el último lustro hemos asistido a una revitalización de la asociación. Después de varios años de cierto estancamiento, con la renovada voluntad de los estados miembros a partir del 2011, y de manera muy especial la de las autoridades haitianas que acogieron en el 2013 la Cumbre de Jefes de Estado, se reactivaron los mecanismos de concertación. En esa Cumbre se adoptó un plan de acción que concluye a finales de este 2015, el cual, más allá de los resultados puntuales, ha reflejado el optimismo con el que todos trabajamos por sacar adelante la organización.
—¿Dónde se ha avanzado más en materia de cooperación?
—Creo que la fortaleza principal de la asociación en este momento tiene mucho que ver con los programas relativos a la prevención del riesgo de desastre, vinculados a la problemática que está creando el cambio climático para las islas del Caribe. Me atrevería a asegurar que los programas regionales de mayor importancia que se están haciendo hoy en el Caribe en materia de prevención de desastres los estamos impulsando nosotros. Tenemos dos programas fundamentales, uno denominado Shock, en el cual participan 16 islas, entre ellas, Cuba, y consiste en un programa de prevención para fortalecer las alarmas tempranas en caso de eventos tales como huracanes y tsunamis. Contempla acciones de entrenamiento, capacitación y equipamiento, facilitado este último por Finlandia, país que posee tecnologías de avanzada en este campo. Y ahora inauguramos un programa con México en el que básicamente se van a invertir alrededor de cuatro millones de dólares para conectar 11 islas al sistema de información geoespacial de las Naciones Unidas. Hemos implementado también otros programas menores que hacen que la asociación sea muy fuerte en el área de la prevención.

—Entre los países de la cuenca caribeña el turismo es un tema ineludible. ¿Cómo están encarando ese interés común?
—Un concepto es básico: la sostenibilidad turística. Se trata de definir una zona de turismo sostenible, que ya entró en vigor con la adscripción formal de 15 estados del Gran Caribe. Por ahora suman 22 sitios propuestos por esos países, los cuales tienen que cumplir con indicadores rigurosos para ser incorporados en dicha zona. Eso es muy importante porque la mayoría de los países caribeños vivimos del turismo y resulta que la certificación de sostenibildad marca una ventaja en la mercadotecnia del producto turístico, porque mucha gente en Europa y los Estados Unidos toma esto en cuenta. Por demás ello implica un compromiso con el manejo responsable de los recursos ambientales.
—¿Pudiera adelantarnos cómo la Asociación se propone intensificar la creación de lazos culturales entre sus miembros?
—Hablemos de realidades. Aquí en Santiago acaba de nacer la Red de Carnavales del Caribe. Es uno de mis programas favoritos porque sostengo lo que muchos estudiosos indican: si los pueblos no empiezan a conocerse es muy difícil hablar de unidad y de cooperación. La mejor manera de conocernos e identificarnos es a través de la cultura. Esta red es ideal puesto que en los pueblos del Caribe el carnaval constituye la expresión colectiva más importante.
“Queremos hacer otro programa con varios países para crear redes de investigadores, para potencializar nuestro conocimiento y que los investigadores intercambien sus experiencias. Eso de tener que ir a Oxford o a Harvard o a La Sorbona para enterarnos de lo que sucede en el Caribe debe quedar más temprano que tarde como una anécdota del pasado”.
—¿De qué manera se inserta la AEC entre organismos regionales como Caricom, Celac y Unasur?
—La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es una maravilla. Al fin surgió el primer gran foro político que los pueblos de América y el Caribe tienen para discutir sus problemas sin la intervención de grandes potencias. Nuestra Asociación debe facilitar a la Celac vías para impulsar programas de cooperación. Por ejemplo, el año pasado hicimos la coordinación de los organismos latinoamericanos y caribeños de turismo para el desarrollo de programas más allá del Gran Caribe. Sería ideal que todas estas organizaciones de integración en América Latina y el Caribe trabajaran bajo el manto de la Celac para desarrollar programas que abarquen a la región en su conjunto. Unasur antecedió a la Celac y es muy útil políticamente para defender la democracia, la soberanía y el derecho de los pueblos. Cumplen funciones distintas. Ahora bien, Caricom es parte de la AEC en el ejercicio de acciones de cooperación. Caricom es un organismo político, lo crearon las islas del Caribe anglófono, en el cual participa ahora Haití, y se formó con unos propósitos político-económicos muy definidos. Caricom fue el instrumento para negociar los grandes acuerdos con Europa y ha jugado un papel importantísimo y fue el espacio desde donde se lanzó la idea de la AEC. Más allá de la noción del Caribe insular, la AEC incorpora a ese otro Caribe continental para poder desarrollar programas que toman en consideración la peculiaridad grancaribeña, el turismo como economía fundamental, la prevención de desastres como una necesidad estratégica, y, por supuesto, la cultura y la educación.
—¿Cuál es el reto más complejo, en el orden práctico, que enfrenta la AEC?
—Interconectar el Caribe, crear rutas de transporte. Este es uno de los mayores problemas que tienen las islas si queremos impulsar lo que siempre hemos soñado: el turismo multidestino. Esto por supuesto no depende solo de nosotros ni de políticas públicas, depende de las compañías aéreas, del mercado, pero estamos tratando de poner a conversar a los factores involucrados. Cuba también tiene mucho interés en que impulsemos un programa en tal sentido. Es el más difícil de todos.
—A finales del mes pasado se entrevistó con el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Usted es un visitante asiduo de nuestro país. ¿Qué opina del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
—Debo expresar mi profunda complacencia. Puesto en un contexto histórico, me parece que es un gran triunfo del pueblo cubano haber llegado a esta negociación con la dignidad y la altivez que lo caracterizan. Creo que en ese sentido ha producido muchísima admiración, solidaridad, todo este proceso de negociaciones. En segundo lugar, lo siento profundamente benéfico con toda la complejidad que esto tiene. A fin de cuentas las relaciones entre los seres humanos siempre son buenas. Creo que va a ser un proceso gradual, lo ha dicho el gobierno cubano en repetidas ocasiones, pero estoy convencido de que va a ser muy positivo y que se está haciendo como se tiene que hacer, sobre la base del respeto a la soberanía y a los principios.
—¿Cree que el Caribe sea realmente visible en otros lugares del mundo, tenemos la visibilidad que necesitamos?
—El Caribe ha necesitado venderse como idea turística y eso tiene sus peligros porque terminamos creando una simplificación y una especie de estereotipo. Eso hace que en el exterior se nos perciba como nosotros deliberadamente nos estamos vendiendo. Debemos proyectarnos en toda nuestra riqueza y complejidad. Cuando se hicieron las famosas negociaciones con la Organización Mundial del comercio, el Caribe lideró de muchas maneras la idea de que había que darles un tratamiento diferenciado a las pequeñas islas y cuando estábamos haciendo eso, no nos protegíamos solo a nosotros, sino a cientos de islas en el Pacífico y el Índico. El Caribe en muchas de esas negociaciones juega un papel de liderazgo y construye una identidad común y la expresa. Lo que la AEC hace es para contribuir a esa mayor unidad, pero esta no puede ser pensada solo en los gobiernos, tiene que sentirla también la gente del pueblo. Hemos avanzado, pero también nos falta que la gente nuestra sienta que pertenece a una cuenca, a una región geográfica, cultural que se llama Caribe. No hay ninguna región en el mundo donde se hable tanto de una identidad y una cultura compartidas como el Caribe. En el fondo, todos tenemos la misma soledad insular que nos hace desear tanto esta unidad tan difícil de conseguir a veces, eso hace que la cultura para nosotros sea vital.
COMENTAR
Hiram Perez Soto dijo:
1
17 de julio de 2015
00:10:06
ENRIQUE RODRIGUEZ dijo:
2
17 de julio de 2015
10:25:45
Jose cuervo dijo:
3
17 de julio de 2015
13:07:35
Responder comentario