Grecia se encuentra en una situación agónica tras vencer este martes el plazo para el pago de los 1 600 millones de euros que debe a su troika de acreedores (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional).
La nación helena se convirtió en el primer país desarrollado en entrar en mora con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su impago es el más grande en la historia del organismo multilateral. Un escenario con grandes consecuencias para el futuro de Grecia y sus ciudadanos.
¿Cómo llegó a esta situación? En el 2010, los líderes europeos no permitieron a Atenas caer en impago, una decisión —señalan analistas— que hubiera tenido sentido ya que el daño económico habría sido menor. Los rescates financieros negociados con la troika desde entonces tuvieron como condición una serie de medidas de austeridad: recortes del gasto público, mayores impuestos y reformas al sistema de pensiones y el mercado laboral.
En este contexto, el actual gobierno griego ha intentado renegociar en varias reuniones con el Eurogrupo algunas de esas imposiciones para obtener un nuevo paquete de rescate —que necesita la economía ateniense—, estimado en 29 100 millones de euros adicionales.
Sin embargo, la administración griega liderada por Alexis Tsipras, que llegó al poder a inicios de año con un programa anti-austeridad, no ha logrado un acuerdo final sobre su deuda. Para muchos, las presiones de los acreedores constituyen un chantaje a los deseos de las autoridades de Syriza de favorecer al pueblo.
Por esta razón, el gobierno heleno se vio obligado a tomar una serie de medidas de control de capitales —bautizado como el “corralito” griego— para prevenir un caos financiero.
EN BUSCA DE SOLUCIONES
Horas antes de rebasar el plazo límite para saldar su deuda con el FMI, el gobierno griego se dirigió al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), organismo intergubernamental creado por el Consejo Europeo para plantear un nuevo programa de rescate de dos años. Asimismo, planteó una “breve prórroga” del todavía vigente rescate para evitar un “impago técnico” de la deuda contraída. Esto supondría un nuevo programa de rescate al país, el tercero que recibiría Atenas.
En paralelo, Atenas también pidió que la deuda que tiene con el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), el fondo de rescate temporal de la eurozona, sea reestructurada y reperfilada. Así se asegura una deuda acumulada, sostenible y viable a largo plazo. Sin embargo, tras una teleconferencia de los ministros de Economía y Finanzas de la zona del euro, el Eurogrupo se negó a esta nueva solicitud de rescate.
Un nuevo programa y la extensión del anterior no eran posibles porque las circunstancias y posición griega no han cambiado, expresó el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
Como último recurso, Tsipras envió además una carta el 30 de junio, pero que llegó después de que los 19 ministros del Eurogrupo rechazaron el pedido de un tercer programa de ayuda y de la expiración del rescate internacional. Pero esta también fue rechazada.
A pesar de que en muchas ocasiones el primer ministro griego ha reiterado que su objetivo no es que Grecia salga del euro y los líderes europeos no lo consideran una alternativa, la prensa y analistas discuten sobre el “Grexit”: la combinación de las palabras Grecia y “exit”(salida en inglés) en referencia al posible abandono de la zona euro.
Sin embargo, “la salida de Grecia de la eurozona nunca fue una opción y nunca lo será”, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.
EL REFERENDO QUE DECIDE EL FUTURO DE GRECIA
En medio del controvertido escenario, que deja en estos momentos al país heleno al borde al caos, el gobierno de Syriza decidió llevar a consulta popular la decisión de aceptar o no una propuesta del Eurogupo respecto a un nuevo rescate financiero a cambio de otras medidas de austeridad.
Una decisión duramente criticada por los dirigentes europeos, pero que refleja una imagen de la administración helena hasta ahora inexistente: consultar decisiones políticas con el pueblo. Algo que no ocurrió en el 2010 cuando se hicieron las negociaciones del primer rescate y se impusieron las condiciones de la Troika.
El referéndum, que fue convocado por Tsipras el pasado viernes, se celebrará el próximo domingo 5 de junio. Grecia definirá entonces el futuro del país: aceptará o no el programa de reformas y recortes propuesto por los acreedores.
La votación será clave a la hora de una nueva negociación con los acreedores internacionales. Más aun, cuando la canciller alemana, Ángela Merkel junto a los demás ministros del euro declararon que no habrá negociación alguna hasta que los griegos se pronuncien en el referéndum. Una votación a la que consideran sobre si conservar el euro o no.
Syriza llamó a marcar la casilla del “No” bajo el lema “Por la democracia y la dignidad”. Mientras, el “Sí” sería apoyado por los conservadores, los socialistas y el liberal To Potami.
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