
CARACAS.—Con apenas 20 años, el jovencito Robinson Poll Díaz ni se imaginaba que la saga de una novela brasileña, mezclada con el embullo de sus amigos del equipo de boxeo, lo llevaría a donde está hoy.
Eran tiempos de elecciones en la escuela, y también en la novela de turno, “cuando a un socio, en jarana”, se le ocurre pregonar la postulación de “Reginaldo” Poll —el personaje de televisión— para presidente de la FEU en la facultad de Cultura Física de Camagüey.
“Tanto dio la ‘campañita’ que me eligieron, y yo en mi primera reunión, nervioso, sin saber qué decir”.
Así empezó este boxeador su carrera de líder, todavía corta, pero intensa en breve tiempo. No había pasado un mes y ya era miembro del Consejo Nacional de la FEU, delegado al VII Congreso de la organización.
“Al escuchar a Raúl, entendí de verdad el paso que había dado y la enorme responsabilidad que asumía. Ese fue el momento en que acabaron para mí los juegos de muchacho y todo se me volvió cosa seria”.
Desde entonces sus resultados fueron asentando el prestigio creciente. Pasó muy poco para que su Facultad fuera de las primeras en Cuba, y a él lo trasladaran a La Habana como miembro de la dirección nacional de la FEU; primero a cargo de todas las facultades, luego de coordinador de aquellas Brigadas Universitarias de Trabajo Social.
De vuelta en su natal Camagüey retomó la instrucción del boxeo, pero la vocación, la reputación y sobre todo la voluntad de sus vecinos, lo invistieron de la responsabilidad más difícil de llevar en Cuba: delegado de base del Poder Popular.
“¡Muchacho!, eso fue una segunda universidad, creo que más compleja, porque ahí nada es teoría, todo es muy práctico, y respondes ante personas de varias generaciones, ya no solo a estudiantes de tu misma edad.
“Viví la envergadura de un ciclón, la presión de la opinión de la población, lidiar con las necesidades diversas de la gente, mediar la relación con las entidades administrativas de los municipios, en fin, un momento de aprendizaje en tiempo real de lo que es nuestra sociedad por dentro. Ese marco social me curtió todavía más”.
Propuesto para un nuevo mandato, reclamaron al joven profesor en Venezuela, y aquí llegó a fines del 2012.
Nada le sería más fácil, pues hay diferencias grandes entre la ciudad de edificios majestuosos y los cerros colindantes de Caracas, convulsos y peligrosos. San Agustín es uno de ellos, de los más “respetados”, y allí plantó bandera de colaborador cubano el joven Robinson Poll.
“Es un choque tremendo, más para uno, tan joven todavía. Todo lo que en Cuba nos parece ajeno, un problema lejano, aquí se nos hace realidad.
“En estos barrios la droga se ve, se huele, es cotidiano un episodio de violencia, y entonces empiezas a creer que con tus conocimientos puedes ayudar a transformar; a que los niños, por ejemplo, tengan opciones, que ocupen su tiempo libre en actividades sanas, como el deporte, y no se vean arrastrados hacia vicios y flagelos.
“Cuando los traes de este lado, aprovechas y empiezas a educarlos, a transmitirles valores. Ya no eres el entrenador, sino el amigo de ellos, de la familia en la casa, que agradece y abre sus puertas. Uno se siente gigante, tremendamente útil.
“Estuve 15 meses allí, formando pequeños boxeadores, y hasta logré llevar un niño al campeonato nacional, y que fuera captado para la Escuela de Alto Rendimiento en Táchira”.
Poll lo hizo bien, y de pronto San Agustín le quedó chiquito. Alguien supo que su experiencia de organizador podía expandirse, y entonces lo nombraron metodólogo de Barrio Adentro en el distrito capital. Ahora, con 29 años, es el Coordinador de Actividades Administrativas en la gran urbe.
Casi sin darse cuenta, lo sorprendió otra misión recientemente. En un proceso largo y riguroso, fue escogido por sus compañeros como uno de los cuatro muchachos que volverán a Cuba, en ocasión del X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, a hablar en nombre de los colaboradores más bisoños que en Venezuela dan lo mejor de sí.
“¿A qué voy?, a defender mi condición de hijo de la Revolución, formado en ella, heredero de sus valores, y a confirmar la disposición de continuar la obra de apoyo al socialismo que construye Venezuela.
“Aquí se viven momentos decisivos para la Revolución Bolivariana, de tensión política; pero ni yo, ni ninguno de los jóvenes tememos los riesgos de una sociedad en construcción.
“Representamos el 60 % de los colaboradores, y ese número por sí solo ya es una garantía. Apoyaremos a Venezuela sea cual sea la circunstancia. Los hermanos lo son en todos los momentos, los buenos y los malos. Que cuente este país con la hermandad de los cubanos, siempre.
“A eso voy al Congreso, a reafirmarlo”.















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Aurora Inés Fajardo Pérez dijo:
1
4 de julio de 2015
00:28:10
raul abad dijo:
2
4 de julio de 2015
22:47:19
Estrella Gamayo Riveiro dijo:
3
4 de julio de 2015
22:52:57
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