Es una especie de círculo vicioso. El Complejo Militar Industrial fabrica las armas —cada vez más modernas y de mayor alcance—. Estas se usan en guerras, principalmente llevadas a cabo por Estados Unidos. Los contribuyentes norteamericanos desembolsan miles de millones de dólares que van al bolsillo de los fabricantes y las grandes empresas que se nutren de los conflictos para ganar más dinero.
En otros casos, esos equipos bélicos se venden a países, estén o no en conflicto, ya sea para defenderse o para agredir a sus contrarios. Esas cifras las abonan los estados que compran los armamentos, y siempre el dinero usado va en detrimento de otras cuantías que debían dedicarse a alimentación, salud y desarrollo.
Para que el mecanismo esté bien engrasado y no falle, Occidente ha creado la OTAN, una especie de gobierno supranacional que se nutre de las armas salidas de los grandes fabricante, de los ejércitos que aportan los países miembros y del dinero que estos pagan por su afiliación.
No importa para nada que ninguna de las naciones miembros de esa Alianza esté amenazada por otra.
Un somero análisis país por país integrante de la OTAN, nos muestra que, mientras se hacen significativos aportes monetarios para la membresía en ese engendro militar, la crisis económica y social se hace presente en los elevados índices de desempleo, los altos costos de la educación y la salud, y el deterioro de otros indicadores sociales consecuencia de las reformas neoliberales.
Ahora bien: ¿Para qué sirve la OTAN? ¿Hay algún país fuera de ese bloque que amenace a algún miembro de esa estructura militar o a la misma OTAN en su conjunto?
Se trata, evidentemente, de un mecanismo imprescindible para que los grandes emporios de armamentos, principalmente norteamericanos, eleven su producción y venta y abulten cada vez en mayor medida sus arcas.
No por gusto algunos analistas consideran que a la economía norteamericana —la mayor del mundo— la sostiene el Complejo Militar Industrial.
¿Qué otro estado del planeta puede facilitar como ayuda militar exterior cada año nada menos que 6 000 millones de dólares? Y de esa cifra, a Israel se le da más cantidad de dinero que al resto de los 74 países beneficiados en conjunto.
Según datos de la propia prensa norteamericana, Washington acumula históricamente una entrega de armas a Israel superior a los 121 000 millones de dólares.
¿Cómo puede Estados Unidos darse el lujo de emprender una guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI) y gastar en ella —solo en bombardeos aéreos— y con resultados dudosos, más de 1 000 millones de dólares al mes?
Por ejemplo, en una sola noche aviones F-22 del Pentágono lanzaron contra territorio sirio 47 misiles cruceros Tomahawk. Cada misil disparado cuesta 1,5 millones de dólares y cada hora de vuelo de un F-22, supone 68 000 dólares.
Un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), presenta una lista con las diez compañías que mayores beneficios reportan a la guerra. De las principales 100 empresas productoras de armas, 39 tienen su sede en EE.UU.; y de las diez firmas más beneficiadas, nueve son norteamericanas.
De ellas, por ejemplo, la Lockheed Martin vendió armas como promedio anual por valor de 35 500 millones de dólares. La Boeing, también estadounidense, lo hizo por 30 700 millones; y la BAE Systems, EE.UU./Reino Unido, por 26 800 millones.
La Raytheon (EE.UU.) comerció material bélico por 21 900 millones y la Northrop Grumman (EE.UU.) lo hizo por 20 200 millones.
Le sigue la General Dynamics (EE.UU.) con 18 700 millones de venta y después la Airbus (Francia/Países Bajos) que facturó 15 700 millones; la también norteamericana United Technologies obtuvo un saldo por valor de 11 900 millones.
También la estrategia de Washington tiene además como objetivo incrementar el gasto militar de sus aliados —sean o no miembros de la OTAN— ya que es la industria de guerra estadounidense quien les proporciona la mayor parte de su armamento.
Fue así como, en el 2012, los gastos militares de Europa oriental aumentaron más de un 15 % en relación con el año anterior. En diez años, Polonia agregará a su presupuesto militar 33 600 millones de euros para potenciar sus fuerzas armadas mediante la creación de su propio «escudo antimisiles» (con tecnología importada de Estados Unidos).
No es de extrañar entonces que mientras por estos días la OTAN realiza grandes maniobras militares con centro en Polonia y en otras repúblicas bálticas fronterizas con Rusia —y en amenaza directa a este país—, ya la Alianza esté preparando a los 30 000 efectivos, de una veintena de países, que participarán en otoño del 2015 en un ejercicio de demostración de fuerza de amplio alcance, fundamentalmente en el sur
europeo.
Cumple así la OTAN el objetivo de que se incrementen los gastos en armamentos de los estados miembros y en otros que acuden a las maniobras como “invitados”. Se trata de que armas y dinero siguen formando un matrimonio muy bien llevado.
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Enrique Martínez Díaz dijo:
1
5 de junio de 2015
13:54:23
Vardan dijo:
2
5 de junio de 2015
15:10:04
Jorge L Gomez dijo:
3
5 de junio de 2015
16:13:29
ciro dijo:
4
5 de junio de 2015
17:16:52
Pablo LML dijo:
5
5 de junio de 2015
18:09:19
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