ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Muy buenos días para todas y todos.

Señoras y señores jefes y jefas de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe;

Señoras y señores ministras y ministros de Relaciones Exteriores;

Señora Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad;

Señor Secretario General de la Organización de los Estados Americanos;

Señor Director General de la FAO;

Señora Secretaria General Iberoamericana;

Señora Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL;

Señoras y señores jefes, jefas de delegaciones invitadas;

Señoras y señores miembros de los Supremos Poderes de la República;

Señoras y señores delegadas y delegados;

Señoras y señores invitadas e invitados especiales;

Amigas y amigos:

Es para el Cantón de Belén, el pueblo y el gobierno de Costa Rica un verdadero honor recibirles en el marco de esta III Cumbre de la Comunidad de Estados Unidos Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. ¡Bienvenidas y bienvenidos a nuestro país! En la lengua malecu de uno de nuestros pueblos originarios: (Repite en lengua originaria malecu y bribri).

Les acogemos con los brazos abiertos, les reciben y saludan un ejército de niñas y niños sonrientes que desde ya se forjan en las aulas de escuelas y colegios conscientes del protagonismo que les cabe como ciudadanas y ciudadanos no de un país, sino de una región unida más allá de las fronteras nacionales; una región unida por aspiraciones de paz, bienestar, hermandad y progreso para el mayor número.

En este país en la estrecha cintura de nuestro continente, en esta tierra acunada por dos mares, se encuentran convocadas y convocados las y los máximos dirigentes de nuestra región.

Al recorrer con la mirada este auditorio, me doy cuenta de que ninguna ni ninguno de nosotras o nosotros, cambiaría por nada la inmensa responsabilidad y supremo honor de liderar los destinos de nuestros pueblos; pueblos que no solo exigen un buen gobierno, eficaz, transparente, preocupado por la preservación del ambiente y obligatoriamente comprometido con la defensa y promoción de los derechos humanos, sino también afirmarse con una voz propia y potente en el concierto de las naciones.

Esta aspiración legítima de toda la América fue procurada con la espada o con la pluma, con el fusil o desde la cátedra, entre muchos otros, por Bello, Freyre, Martí Roló, Bolívar, Morazán, Sarmientos, Dessalines, Darío, Masferrer, Artigas, Sandino, Haya de la Torre y Casa, Vasconcelos, Hostos, Asturias y en Costa Rica por el maestro Joaquín García Monje, quien expresó ese sentir cuando dijo, y cito: “La libertad hay que conquistarla y reconquistarla continuamente, pues solo se pierden los pueblos que se cansan de ser libres”, cierro la cita.

Este es, amigas y amigos, el sustento inspirador de nuestra comunidad.

(Lee en portugués.)

Desde nuestra propia génesis republicana, la región se ha caracterizado por esa búsqueda utópica y constante de la unidad frente a nuestra propia incapacidad de concretarla, no solo como un proyecto histórico, sino también como un proyecto político.

Y si bien han existido fuerzas exógenas que han contribuido decisivamente a ese fracaso, también lo es que tales fuerzas nunca fueron mayores que la falta de voluntad de nuestras elites para superarlas. Esa ha sido una de las mayores contradicciones que desde la CELAC debemos superar.

Sin embargo, solo el tiempo nos ha permitido comprender que es en el respeto a nuestra propia diversidad y pluralidad, que es precisamente en la profusión de experiencias nacionales y regionales donde encontramos finalmente la unidad que tanto añorábamos: diversidad en la reflexión, unidad en la acción, esta ha de ser, amigas y amigos, nuestra mayor fortaleza y la consigna corriente a nuestra comunidad.

(Lee en inglés.)

Cuando Costa Rica asumió la Presidencia            Pro-Témpore de la CELAC en la Cumbre de La Habana, prometimos trabajar con transparencia, apertura, reglas claras, respeto por el consenso y el liderazgo creativo; prometimos generar cooperación, entendimiento, visión y confianza. Prometimos también contribuir en la proyección de nuestra comunidad, promoviendo espacios de diálogo constructivo con países y regiones de todo el mundo. Así lo hemos hecho, Costa Rica ha cumplido.

Durante la gestión de esta Presidencia Pro-Témpore nuestra comunidad avanzó en su consolidación orgánica y en su afinamiento conceptual y decantación metodológica.

Hemos fortalecido también la dimensión multilateral de la CELAC al procurar la puesta en ejecución de modalidades de coordinación con las instituciones regionales y subregionales, así como países e instancias extrarregionales. Tal es evidenciado por el lanzamiento del foro con la República Popular de China y lo hará próximamente el que se establecerá con la Unión Europea y otros actores globales.

Ello ha acontecido porque creemos en estos proyectos y esperamos que continúen fortaleciéndose y profundizándose cada año. Hemos sido proactivos y seguimos comprometidos con la llamada interdependencia positiva, la cual fomentamos y favorecemos como una de las principales tendencias de las relaciones internacionales contemporáneas.

Por esa razón, además de los pronunciamientos que se han realizado sobre multitud de temas atinentes a situaciones nacionales e internacionales, hemos apoyado y debemos seguir apoyando de forma decidida el proceso preparatorio de la Tercera Conferencia sobre Financiamiento para el Desarrollo de las Naciones Unidas.

Es fundamental que nuestra región haga aportaciones de naturaleza colectiva en el establecimiento de una estrategia que le permita incidir de forma sustantiva en el documento final de la Conferencia.

Igualmente resulta necesario que la región promueva una agenda que reconozca las necesidades específicas de desarrollo de los llamados países de renta media. Nuestros esfuerzos no serán exitosos si la comunidad internacional no comprende y no se solidariza con el mayor grupo de países en vía de desarrollo, cuyas realidades de asimetría, pobreza, exclusión y débil o insuficiente desarrollo científico y tecnológico resultan frecuentemente disimuladas por esa denominación tan ambigua de países de renta media que solo atiende los aspectos macroeconómicos de nuestras realidades.

Es trascendental que trabajemos en conjunto en la elaboración de un Plan de Acción de las Naciones Unidas que coordine los esfuerzos de cooperación con los países que han sido incluidos en esa “categoría”. Muy especialmente con los más vulnerables, como lo son, por ejemplo, los países centroamericanos y caribeños, cuyas demandas sociales deben ser medidas no solo a partir de sus productos internos brutos, sino de indicadores más orientados a la identificación de las necesidades insatisfechas en sectores desatendidos.

En ese sentido, no exagero al afirmar que no hay prioridad mayor que garantizar la sostenibilidad de las políticas públicas que, en los próximos años, nos conduzcan finalmente a derrotar el hambre y la miseria en nuestra región. Eso significa poner en marcha los mecanismos locales internacionales necesarios para satisfacer las necesidades básicas insatisfechas de las poblaciones más vulnerables, pero también promover las estratégicas públicas y privadas de generación de empleo productivo e inversión en educación, salud y vivienda, sin las cuales cualquier esfuerzo por superar la pobreza resultará vano o en todo caso, insuficiente.

Trabajar juntos en estos procesos será clave para su éxito. La voz de la CELAC, de nuestra CELAC debe y tiene que ser escuchada y hacerse valer en el debate internacional, aportando nuestras experiencias para incidir en su resultado. Lo que está en juego nos incumbe a todas y a todos. Se trata de la agenda de desarrollo que orientará a la humanidad hasta el año 2030.

Actuar con esa lucidez y determinación constituye la llamada “irrupción del sur” a la que alude el académico y excanciller ecuatoriano Fander Falcón cuando convoca una hora nueva en América Latina: una hora nueva signada por una incursión global, asertiva e inteligente, una obra nueva que genere propuestas propias estratégicas en el plano internacional. Una obra nueva que desprovista de timidez e inseguridad o temor coloque a nuestros países en la palestra de un mundo cuya interrelación ya no es un mero ejercicio de retórica, sino una obligación para bloques geopolíticos que, como el nuestro, están llamados a desempeñar un papel internacional creciente en las próximas décadas.

Para concretarla, debemos trabajar con una mayor articulación orgánica y complementaria de CELAC con el CARICOM, UNASUR, el SICA, el Proyecto Mesoamérica, así como las instituciones del Sistema Interamericano, la Organización de los Estados Americanos, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana de Salud, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a cuyos jerarcas saludo fraternalmente. Debemos apoyarnos también en el marco de las cumbre de las Américas y las cumbres iberoamericanas, así como las contribuciones técnicas y sustantivas que pueden otorgar, o están ya otorgándonos la OPANAL y la CEPAL. En idéntico sentido no hemos de olvidar a los bloques comerciales existentes y los beneficios que de ellos puedan derivarse. Este es el ecosistema del cual esta reunión cimera forma parte, y de cuyo armónico desarrollo en un marco de diferenciación institucional tanto se benefician nuestros pueblos y naciones.

Estoy convencido de que la CELAC debe continuar continuando su relación con otros bloques y países estratégicos. Ya se abrieron las puertas. Ahora debemos cruzar los umbrales y concretar las agendas que como región queremos desarrollar con otros mecanismos de coordinación y concertación política, o bien con países y regiones como la Unión Europea, la ASEAN, China, Rusia, India o Sudáfrica, para mencionar tan solo unos pocos. Este es, amigas y amigos, el camino que debemos transitar para consolidarnos como un agente global, capaz de hacer realidad sin romanticismos ilusos que a partir de acciones deliberadas y oportunas, nuestros sueños y esperanzas compartidas.

Hermanas y hermanos latinoamericanos y caribeños:

Hace pocos meses dos colegas nuestros, los presidentes de Colombia y México despidieron juntos el vuelo supremo del escritor Gabriel García Márquez, rodeado de flores y mariposas amarillas.

Años atrás, al recibir el Premio Nobel de Literatura, en un discurso exquisito, García Márquez nos habló de la soledad de América Latina y el Caribe: del nudo y del tamaño de nuestra soledad; sin embargo también nos dijo cómo encararla, lo cito: “No esperen nada del siglo XXI, que es el siglo XXI el que lo espera todo de ustedes” —dijo Gabo—, “Un siglo que no viene hecho de fábrica sino listo para ser forjado por ustedes a nuestra imagen y semejanza, y que solo será tan pacífico y nuestro como ustedes sean capaces de imaginarlo.”

Ciertamente pocas tareas son tan desafiantes para un o una estadista como la de imaginario el porvenir que avizora para su pueblo. No es sencillo hacerlo, y menos todavía cuando se viven tiempos de transformación y cambios tan acelerados como los actuales; sin embargo, ¡cuán importante es trascender los horizontes cortos, los más cercanos y seguros para mirar en el proceloso mar del futuro las oportunidades que aguardan a las naciones que aman la paz y la justicia! Colocados en ese punto, decididos a encarar los escenarios desconocidos, en un mundo cuya única certidumbre es la incertidumbre misma, la faena se vuelve no solo compleja, sino ineludible y urgente.

Lo es más aún por otro motivo: esa obligación conlleva responsabilidades que no son solo políticas y económicas, sino también éticas, y por qué no decirlo, morales. Es decir, no solo aluden a los factores que decidida directamente referentes al “poder duro”, sino a los principios y valores en los cuales los primeros quedan reducidos a meros intercambios de fuerza bruta. Me refiero a valores como la solidaridad y la fraternidad que tanto favorecieron y aun favorecen nuestros pueblos originarios; a la paz, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, el respeto al Estado de Derecho y la convivencia pacífica que continúan siendo la columna vertebral del orden internacional, la justicia, la tolerancia, la igualdad de todas y todos. Sí, el respeto a la Naturaleza, de ella provenimos. Es allí donde radica el verdadero reto de la gobernanza democrática en nuestra época. Es un lugar común, lo dije ya alguna otra vez, afirmar que “gobernar es escoger”. Los pueblos sabios de las Américas prefieren pensar --y es nuestra obligación honrar esa expectativa-- que gobernar es discernir, es decir, escoger, pero adicionando valores y sumando principios al mero arte de tomar decisiones. Es precisamente esa pequeña diferencia la que marca un mundo de distancia entre quienes solo mandan porque gobiernan, y quienes mandan porque inspiran, conducen y transforman bebiendo de la fuente originaria de su mandato que no es otra, que no puede ser otra que la soberanía popular.

Amigas y amigos:

Bienvenidos una vez más a Costa Rica. Que nuestros trabajos en esta Cumbre nos alejen del camino de la soledad, --que es el camino del pasado-- para recorrer el camino de la comunidad, que es el camino del futuro, el camino que quiere la CELAC, Que nuestros pasos, divergentes otrora se acerquen cada vez más a los ideales compartidos por quienes en todos los tiempos y desde todas las latitudes buscaron afanosamente la paz sobre la guerra y procuraron la construcción de sociedades equitativas aun en contextos marcados por la violencia estructural y la exclusión social.

Hagámoslo ya, sin más tardanza, aleccionados por la hermosa poesía de la uruguaya Juana de Ibarbouru, quien nos dice aún hoy. Lo que quiero es interpretar es el clamor de nuestra región cuando nos convoca a la acción creadora. Y la cito: “Tómame ahora que aun es temprano/ y que llevo dalias nuevas en la mano/Ahora que tengo la carne olorosa/ y los ojos limpios, y la piel de rosa/ Ahora que calza mi planta ligera/ la sandalia viva de la primavera// …Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca/y se vuelva mustia la corola fresca//.

Es ahora y no más tarde, amigas y amigos, la hora de América Latina y el Caribe.

Muchas gracias (Aplausos).

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