Cuando en marzo del 2003 el entonces presidente norteamericano, el republicano George W. Bush ordenó la invasión y ocupación de Irak, declaró cínicamente: la invasión no es de ocupación sino de “liberación”.
Ocho años después, otro presidente, en este caso el demócrata Barack Obama, aseguró que “no habrá??más soldados de nuestro país en Irak” y a partir de entonces, los dos estados “tendrán una relación diplomática normal y corriente como dos naciones soberanas”.
Ambas mentiras dichas por dos mandatarios norteamericanos, reflejan la verdadera cara de la política exterior de ese país. Irak estuvo ocupado —no liberado— por casi una década; y hoy aviones norteamericanos lanzan bombas contra grupos islamistas nacidos de la propia convulsión social que vive la nación árabe. Es decir, Estados Unidos vuelve a Irak.
Y la gran interrogante es si con esos bombardeos se detendrá la violencia inter étnica o más bien se incrementará.
Al currículum de Obama súmese que aprobó en el 2011 los bombardeos contra la población de Libia y el asesinato del presidente Muamar el Kadafi y más recientemente pidió autorización al Congreso para intervenir en Siria.
Además ha sido su mandato el de la predilección por los aviones no tripulados (drones) que han atacado y dejado cientos de muertos en zonas de Paquistán, Somalia, Yemen y Afganistán, entre otros.
Respecto a Irak, es bueno recordar que el gobierno norteamericano se vio obligado a retirar sus tropas de combate ante la falta de un acuerdo con el Gobierno de Bagdad sobre la permanencia de un contingente de varios millares de militares norteamericanos.
El Pentágono, que había dejado unos 56 000 hombres armados luego del repliegue de los contingentes de combate, con el objetivo de preparar a las fuerzas iraquíes para garantizar la estabilidad del país, tuvo que llevarlos a casa, muchos de ellos con grandes traumas y algunos que luego optaron por el suicidio.
¿Cómo resumir el resultado de la contienda bélica? Dejemos que las propias fuentes norteamericanas sean las encargadas del recuento: desde el jueves 20 de marzo del 2003 cuando se inició la invasión norteamericana, hasta el domingo 18 de diciembre del 2011 en que terminó, se estima que el número de personas muertas fluctúan entre 150 000 y un millón y el costo de la guerra, solo para Estados Unidos ha sido superior a los tres billones de dólares.
Entre las afectaciones a la población iraquí se destacan el 50 % de desempleo; el trauma psicológico de dos de cada cinco ciudadanos; la suma de más de dos millones de jóvenes viudas y que el 75 % de los niños hayan abandonado los estudios y muchos de ellos estén ahora expuestos a la prostitución y el trabajo esclavo.
En la década que duró la guerra, un millón 600 mil iraquíes fueron obligados a desplazarse de sus hogares.
La destrucción causada por los bombardeos norteamericanos y de la OTAN provocó graves afectaciones del sistema eléctrico y de los servicios de agua potable, entre otros.
Meses antes del retiro oficial de los militares, y ante el descontento popular, unido a la exacerbación del conflicto étnico, Washington emprendió un plan de preparación de batallones policiales, desplegó en todo el país fuerzas paramilitares, muchas veces mercenarios traídos como contratistas para cuidar los intereses económicos norteamericanos —léase petróleo— y hasta se encargó de formar un núcleo militar interno alrededor de fuerzas kurdas.
Hoy, con el avance de los grupos islamistas, al parecer la preparación dada por los militares del Pentágono a los de Irak no fue ni medianamente buena, porque en muy pocas semanas los extremistas se han apoderado de pueblos, ciudades y hasta campos petroleros, donde imponen el terror y aún no han sido expulsados por las fuerzas locales.
Terminadas las acciones militares norteamericanas en Irak, la nación árabe continuaba desangrándose y casi todos los días alguna noticia revelaba la explosión de un coche bomba o algún ataque de grupos étnicos rivales, con decenas de muertos y heridos y una destrucción material que se unía a la ya existente y que nunca los llamados “donantes” reconstruyeron.
Con aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, irrumpió en la palestra iraquí lo que no existió durante el gobierno de Sadan Hussein: la red Al Qaeda y sus afluentes devenidos en lo que hoy se le conoce como Estado Islámico (EI).
Sobre este grupo de etiqueta terrorista hay que decir que en él confluyeron facciones diversas, en algunos casos financiadas y armadas por Washington cuando se trataba de hacer la guerra en Siria y derrotar al presidente Bashar al-Assad.
Ahora, en una decisión criticada por unos en el Congreso y aplaudida por otros —de su partido y del Republicano—, el Premio Nobel de la Paz (hay que recordarlo aunque ordene bombardeos), envió a sus aviones de guerra a lanzar sus bombas nuevamente sobre suelo iraquí.
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Carlos Valencia Padilla dijo:
1
15 de agosto de 2014
08:16:13
diego dijo:
2
15 de agosto de 2014
10:07:17
Jose dijo:
3
15 de agosto de 2014
11:28:02
Pedro Ortiz dijo:
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15 de agosto de 2014
13:03:35
Casanova dijo:
5
15 de agosto de 2014
14:27:02
Elson Concepcion Perez dijo:
6
15 de agosto de 2014
17:05:49
alberto dijo:
7
15 de agosto de 2014
17:26:49
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