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Señor Mermelada es una obra que invita a la reflexión. Foto: Bubby

Apenas dos fines de semanas más figurará en la cartelera de la Sala El Sótano la obra Señor Mer­melada (mi amigo imaginario), del debutante grupo Ex­tra­va­gan Teatro. Estrenada el pasado 3 de ma­yo, en el teatro Nacional de Gui­ñol, la puesta dirigida por la actriz y directora Sandra Lorenzo aborda el complejo y delicado mundo mental de los niños, aunque está destinada a un público adulto.

La sinopsis señala que es una recurrente historia de abandono, desatención y soledad de la que es víctima la pequeña Lucy, quien como escape de su sufrimiento se inventa un amigo imaginario (el Señor Mermelada) para reproducir los conflictos y modelos humanos que la rodean y la asfixian.

Sin embargo, su directora nos cuenta algunos detalles de la atr­ac­tiva y reflexiva adaptación, basada en la famosa obra Mr. Mar­malade del dramaturgo estadounidense Noah Haidle.

“Señor Mermelada… es un es­pectáculo donde trabajan dos ni­ños además del elenco de profesionales y esa es una de sus particularidades. Es una historia actual que hace una fuerte denuncia so­cial con temas sensibles que afectan a los más pequeños y que usualmente no se tratan en teatro”, explica Lorenzo, quien luego de ser actriz por 30 años del Buen­día, decidió finalmente crear su propio elenco hace tan solo un año.

“La obra pertenece al género de comedia negra, pero a esta versión le incluí varias canciones clásicas infantiles como El mundo del revés, La pavita pechugona, El país de no me acuerdo, que están tratadas en forma de parodias en función de la dramaturgia y los personajes. Toda esta recreación  del imaginario infantil a través del musical está en contraste con lo cruel de la historia.

“Me gusta definirla —dice— como una tragicomedia cruel mu­sical porque aunque tiene elementos de la comedia, los conflictos de sus protagonistas son traumáticos: Lucy vive en un hogar disfuncional y sufre de soledad y desatención; la madre es una mujer que se siente desamparada afectivamente y tiene obsesión por buscar el amor; Larry, el otro niño, es el hermanastro del novio de la niñera, soporta constantes maltratos físicos y ha intentado suicidarse varias veces”.

Agrega la directora —que revela su afán por explorar las capacidades físicas de los actores y buscar los diferentes niveles de textos para llegar al público— que el montaje fue bastante complejo, especialmente porque debió ha­cerse luego de los horarios de clase de los dos niños, pero “ha valido el sacrificio”.

“El Señor Mermelada... ha tenido muy buena acogida entre los espectadores. La gente se divierte, pero también reflexiona”. Desde ahora la invitación ya está hecha.

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