ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: BBC

La lucha por los recursos naturales ha provocado no pocos enfrentamientos en la historia de la humanidad. En la actualidad, cuando nos enfrentamos a un cambio climático que amenaza con destruir todo lo que conocemos, se desata una intensa carrera internacional por asegurarse la mayor cantidad de reservas de agua e hidrocarburos.

Uno de los escenarios más llamativos de esta nueva “contienda” tiene lugar en una de las zonas más frías, desoladas y recónditas del planeta: la Antártica.

Hoy, algunas naciones reclaman como suyo algún trozo de la Antártica (Reino Unido, Francia, Noruega, Australia, Nueva Zelanda, Chile y Argentina), que no tiene gobierno ni población autóctona. Todo el continente está protegido como reserva científica y la actividad militar está prohibida, así como la prospección de minerales.  

El Tratado Antártico, que entró en vigor en 1961, consagra un ideal de intercambio intelectual en el polo sur del mundo. Cincuenta estados —incluidos EE.UU., Rusia y China— lo han ratificado.

Pero, ¿qué es lo que buscan las diferentes naciones allí? Algunas predicciones indican que la cantidad de petróleo en la Antártica podría ser de 200 mil millones de barriles, mucho más que Kuwait o Abu Dhabi, según BBC Mundo.

Por ahora es de un costo prohibitivo extraer este recurso de la Antártica. Pero es imposible predecir en qué estado estará la economía mundial en 2048, cuando sea el momento de renovar el protocolo que prohíbe la prospección. En ese escenario, un mundo hambriento de energía podría estar desesperado e, incluso, obviar las implicaciones medioambientales.

El Tratado Antártico suspendió todos los reclamos territoriales, pero eso no ha impedido la proliferación de bases para la investigación científica (o algo más, nadie puede saberlo) alrededor de todo el continente.

Los cielos de Antártica son inusualmente claros y también inusualmente libres de interferencias de radio, por lo que son ideales para la investigación del espacio profundo y el seguimiento por satélite. Por tanto, también son ideales para el establecimiento de redes de vigilancia encubierta y el control remoto de sistemas de armas ofensivas.

Muchos gobiernos rechazan el statu quo de Antártica, confeccionado en base a los esfuerzos europeos y afianzado por la geopolítica de la Guerra Fría que, afirman, le conceden una influencia indebida de las superpotencias del pasado.

Hoy no solo existen disputas territoriales por la Antártica. Estas van más allá y llegan al otro Polo de la Tierra.


ÁRTICO
En principio, el Ártico es territorio neutral bajo control de las Naciones Unidas desde 1996. Existe un Consejo Ártico conformado por los cinco países ribereños —Rusia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca y Noruega—, más Islandia, Suecia y Finlandia, que no tienen costas implicadas. Otros estados europeos y asiáticos son miembros observadores, incluido China.

Este organismo no tiene capacidad normativa ni regulatoria y su único fin es promover la cooperación, la coordinación y la interacción entre los estados cercanos al Ártico. De hecho, ni siquiera ha servido para que Suecia, Finlandia e Islandia consigan una cesión de derechos territoriales de sus cinco grandes colegas.

Sin embargo, cada uno de estos actores pretende esgrimir derechos sobre los fondos marinos y sus recursos.

Según los cálculos del U.S. Geological Survey, se estima que el 22 % de las reservas de hidrocarburos del mundo que faltan por descubrir se encuentran en los fondos marinos del Ártico. En esa misma zona se cree que yace el 13 % del petróleo y el 30 % de las reservas del gas inexploradas. Por otra parte, se predice que para el 2040 podríamos navegar a través del Ártico, no bordeándolo. Las nuevas rutas acortarían más de un 30 % de las tradicionales vías para ir desde Europa y América hasta Asia.

A diferencia de la Antártida, que está protegida de toda actividad económica y militar por el tratado internacional firmado en 1959, el Ártico carece de toda regulación. Son 14 millones de kilómetros cuadrados que han estado libres de toda intervención, hasta ahora.

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Eduardo dijo:

1

30 de junio de 2014

01:19:28


Esto tambien lo dice el artículo de la BBC: "El gobierno australiano identificó recientemente la base más nueva de China como una amenaza, especialmente debido a la posibilidad de vigilancia."

Canarios. dijo:

2

30 de junio de 2014

01:46:15


En estos días, los canarios tenemos enfrentamientos entre nosotros mismos y entre el Gobierno regional y el central (de Madrid), por la cuestión del comienzo inminente de las exploraciones submarinas en busca de hidrocarburos en aguas de estas islas ( por lo tanto, españolas) , autorizadas por Madrid. Los políticos al frente del Gobierno canario se han aplicado a fondo en utilizar políticamente esta cuestión para dirimir diferencias y rivalidades que tienen en el archipiélago con el partido que sustenta al Gobierno central, Madrid. El pretexto para oponerse, es el de los posibles daños que las actividades petroleras puedan suponer para el sector turístico, que es un renglón decisivo para la economía isleña. En cambio, hace unos años y cuando las alianzas políticas eran diferentes, los mismos políticos y partidos canarios, eran favorables a la explotación de los posibles recursos de hidrocarburos en el mar canario-español. Los grupos ecologistas isleños organizados, con el decisivo apoyo institucional de los gobernantes canarios y sus medios de difusión, se han levantado en guerra en contra de estas actividades.