
“Sueño un África en paz consigo misma”, dijo una vez Nelson Mandela, tras décadas de lucha para que los africanos pudiesen vivir en armonía y como iguales, con la aspiración de alcanzar el desarrollo.
Si bien todavía falta para que se cumpla cabalmente el deseo del luchador antiapartheid —sobre todo en términos de desarrollo social—, no podemos negar que el contexto africano se ha transformado. En los últimos años, África se ha dotado de una voz propia en la agenda política internacional y ha dado pasos gigantes hasta ubicarse entre las regiones del mundo con mayores índices de crecimiento económico.
Según previsiones, para este 2014 y si se mantiene en paralelo el despegue de la economía global, el conjunto de las 54 naciones africanas registrarán un aumento del Producto Interno Bruto del 4,8 %, y del 5,7 % en el 2015. Un ritmo de crecimiento incluso superior al de América Latina y el Caribe (3 %).
Así lo constata un reciente informe sobre las perspectivas económicas en África elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Africano de Desarrollo (BAD) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que señala como “secreto del éxito” el regreso de inversores extranjeros y la diversificación, el aumento de la demanda interna debido al alza relativa de los salarios y por ende la capacidad de consumo.
Pero el principal impulsor del “boom económico” en muchos países africanos es la demanda cada vez mayor de sus recursos naturales por parte de socios extranjeros. Economías en expansión como China, Brasil, Rusia y la India han aumentado considerablemente su comercio con África en los últimos tiempos, y junto a sus empresas, llevan al continente grandes cantidades de materiales y tecnología que ayudan al desarrollo.
Por ejemplo, a cambio de minerales, madera y petróleo, China exporta a África maquinaria, textiles, productos químicos, vehículos y productos electrónicos. Asimismo, construye infraestructuras básicas para el transporte y las comunicaciones.
Líderes africanos argumentan que la presencia china (y del resto de los miembros del grupo BRICS) le ha dado un impulso a sus economías y ha ayudado a incrementar la capacidad productiva de la región.
Otro elemento a favor de los nuevos índices de crecimiento africano es el despegue de sectores que antes eran prácticamente nulos como el turismo, la industria manufacturera y los servicios. Al mismo tiempo, las reservas conocidas de petróleo africano han aumentado en un 40 %.
Traigamos a colación el caso de Nigeria, que ha pasado a ser la primera economía de África, dejando en un segundo plano a Sudáfrica. La industria petrolera representa el 37 % del PIB de la nación nigeriana y el 20 % de los ingresos del Gobierno, pero los motores del crecimiento (con tasas superiores al 7 %) han sido la agricultura, el comercio y las telecomunicaciones.
En el Este de África, Etiopía, Uganda, Ruanda y Tanzania también han solidificado sus economías, con niveles de crecimiento entre un 6,5 % y 7,5 %.
Pero es en África Occidental donde se registra el mayor ascenso. La economía de Sierra Leona se ha disparado (12,7 %) gracias a sus exportaciones de hierro y minerales.
La región menos dinámica, en cambio, ha sido el Norte del continente, que según el estudio citado con anterioridad “sigue tocado por incertidumbres” debido a la situación política en países como Libia y Egipto, los cuales necesitan normalizar las condiciones internas para que sus economías puedan retomar el rumbo.
RETOS QUE NO PUEDEN OBVIARSE
A pesar de estas buenas noticias, los avances para garantizar que el crecimiento económico contribuya a reducir la pobreza han sido lentos y se han visto obstaculizados por los altos niveles de desigualdad.
“En la última década, África creció más rápidamente que la mayoría de las otras regiones, pero el impacto en la pobreza ha sido mucho menor de lo que habríamos deseado (…) El crecimiento con equidad es posible, pero para ello debe haber menos desigualdad tanto en los resultados como en las oportunidades,” dice Francisco Ferreira, economista en jefe interino de la Región de África del Banco Mundial.
Además, “los desastres naturales, como las sequías y las inundaciones, se están volviendo más frecuentes, y la amenaza de conflictos continúa”, añade.
Respecto a este último punto, resulta alarmante la situación en países como la República Centroafricana, Sudán del Sur, el Congo Democrático y Somalia. En todos ellos, crisis políticas han generado situaciones humanitarias muy complejas, con grandes masas de desplazados, brutales enfrentamientos étnico-religiosos e inestabilidad regional.
También persisten problemas de seguridad causados por grupos extremistas como Boko Haram, en el caso de Nigeria.
Estos conflictos muchas veces están relacionados con los problemas de corrupción que aquejan a las sociedades africanas, los cuales ponen en riesgo la gobernabilidad.
Expertos señalan que los problemas más graves de África son consecuencia de tantos años de colonialismo europeo y la arbitraria división de fronteras que este impuso. Como consecuencia, muchas de las etnias con costumbres y credos diferentes, que originariamente no convivían, fueron circunscritas a un mismo espacio, y viceversa. Y la mayor parte de los conflictos actuales son herencia de esa condición.
Otro reto importante para África es su composición demográfica. En la última década la población africana ha aumentado en 200 millones de personas y actualmente ya supera los mil millones. La ONU estima que el continente será responsable de más del 40 % del crecimiento de la población mundial hasta el año 2030. A ese ritmo, en el 2050 la población africana será de 2 000 millones, superando a la India (1 600 millones) y a China (1 400 millones). Entonces uno de cada cuatro trabajadores en el mundo también será africano. Y esto supone que estén creadas las condiciones infraestructurales para ofrecerle empleo y servicios básicos a esa gran masa, o de lo contrario sería un gran problema.
Asimismo, la urbanización se está acelerando. Si en el año 1960 eran unos 50 millones de personas las que habitaban en ciudades, en el 2016 más de 500 millones de africanos vivirán en centros urbanos. Entonces el número de ciudades que superen el millón de habitantes será de 65, igualando a Europa y superando a Norteamérica (actualmente son 52).
Con el 40 % de sus habitantes viviendo en ciudades, surge la interrogante de si la población rural que trabaje la tierra será capaz de satisfacer la demanda de alimentos.
UNIDAD EN POS DEL DESARROLLO
Durante el Foro Económico Mundial 2014, celebrado en mayo en la ciudad nigeriana de Abuja, un grupo de expertos se reunió para buscar soluciones a los desafíos planteados por la Unión Africana (UA), a favor del desarrollo continental inclusivo.
Entre los pronunciamientos más importantes destacó la necesidad de fortalecer las instituciones de gobernanza, acelerar el progreso hacia la integración económica y desarrollar la capacidad humana con énfasis en salud, educación, ciencia, innovación y tecnología.
También se abogó por darle un impulso mayor al sector de la agricultura y el procesamiento agrícola, al tiempo que se impone favorecer la industrialización, el desarrollo de infraestructuras, el comercio y la inversión.
Además, se llamó a redoblar los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y para mantener las necesidades y aspiraciones de África en el centro de las discusiones de la agenda de desarrollo post 2015.















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froilan dijo:
1
24 de mayo de 2014
08:49:56
Ramiro Moreno dijo:
2
24 de mayo de 2014
12:11:15
anibal garcia dijo:
3
24 de mayo de 2014
21:46:41
Canario. dijo:
4
25 de mayo de 2014
07:16:11
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