El diálogo por la paz que desde hace casi un mes entablan el Gobierno venezolano con representantes de una treintena de partidos de oposición vivió este martes un nuevo capítulo.
Muchas son las lecturas que se pueden hacer de la decisión de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de salirse, hasta nuevo aviso, de la convocatoria hecha por el Ejecutivo de Nicolás Maduro de trabajar de conjunto para alcanzar la paz.
El rechazo de la MUD evidencia que desde el primer momento su estrategia para solucionar la situación violenta que persiste en el país desde el 12 de febrero, estuvo ajustada solo a sus intereses, sin escuchar las propuestas de su contraparte. La justificación responde a lo que consideran una falta de decisiones sobre sus demandas, por ejemplo la ley de Amnistía, y la supuesta represión contra los estudiantes universitarios opositores, actores de peso en las manifestaciones.
Ello muestra además la división interna dentro de la derecha, entre radicales y moderados, donde la presión ejercida por los primeros dio finalmente sus resultados.
Precisamente, este sector radical que siempre objetó sentarse a dialogar con el Gobierno por considerarlo una “entrega”, ha manejado una agenda violenta y antidemocrática como única vía para acceder al poder. Basta solo volver a las imágenes de Leopoldo López, líder de Voluntad Popular, llamando a la “salida” de Maduro del Palacio de Miraflores unos días antes de que estallaran las protestas hace tres meses.
Dentro de esta facción se encuentra además la exdiputada María Corina Machado, quien tachó de “farsa” los primeros encuentros de los diálogos iniciados a finales de marzo bajo el acompañamiento de la Unión de Naciones Suramericanas, representada en los cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador; y del Nuncio Apostólico, enviado especial del Vaticano. Machado, destituida de su cargo parlamentario por asistir a una conferencia en la Organización de Estados Americanos como representante alterna de Panamá, dijo que ese sector seguiría en la calle “hasta lograr la democracia y la libertad”.
Otro ejemplo es el del diputado Julio Borges del partido Primero Justicia, que en el primer encuentro dijo que sentarse a la mesa con el Gobierno no era un indicador de “enfriar la calle”.
Ante este escenario la respuesta del presidente Maduro fue mantener su disposición al diálogo y con ello envió un mensaje de que no cederá ante lo que calificó como presiones externas al proceso de paz. El jefe de Estado llamó a la oposición a no dejarse manipular por grupos radicales y sectores externos, y los convocó a continuar los diálogos. En su habitual programa radial-televisivo de los martes En contacto con Maduro, aseguró que factores externos están presionando para acabar con el diálogo con la MUD. Ante ello pidió defender este mecanismo de encuentro para que siga siendo “un espacio de debate y de diálogo que permita construir una agenda nacional donde surjan acuerdos que favorezcan la paz del país”.
El Ejecutivo Bolivariano ha reiterado en todo momento que no se trata de un pacto ni de una negociación con la derecha, sino de un debate de posiciones cuyo fin es hallar una voluntad común de paz, democracia y respeto.
El éxito o fracaso del proceso pasa por el reconocimiento mutuo en total respeto a la Constitución. Sin embargo, la oposición, que aún no reconoce a Maduro como presidente de todos los venezolanos, olvida dichas cuestiones.
COMENTAR
Gonzalo Hernández dijo:
1
24 de mayo de 2014
06:01:38
Responder comentario