
Estados Unidos, desde su condición de mayor consumidor de drogas en el mundo, expone a sus vecinos del Caribe a las amenazas del tráfico ilícito y la criminalidad organizada asociados al jugoso negocio del narcotráfico.
Recientemente, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) lanzó su programa regional para la Comunidad del Caribe (CARICOM), una zona que considera muy vulnerable por ser punto de tránsito de la cocaína y por la falta de preparación de algunos de los países sobre el tema.
La región del Caribe “sigue siendo extremadamente vulnerable”, afirmó el director ejecutivo de ONUDD, el ruso Yury Fedotov, en el acto de lanzamiento.
Fedotov recalcó que la vinculación entre el crimen organizado a escala internacional (tráfico de drogas, armas y seres humanos) y actividades como el lavado de dinero, la corrupción o el ciberdelito “constituye una amenaza inmediata y significativa” para la región.
Recordó que los países caribeños suponen una ruta alternativa al tránsito de drogas (sobre todo cocaína) desde los países productores de América del Sur hasta los mercados de América del Norte y Europa.
“Los traficantes de drogas siempre están buscando nuevas rutas” y desde ese punto de vista el Caribe es “vulnerable” debido a sus “fronteras porosas” y a que algunos países “no tienen suficiente estructura” policial para asegurar el control fronterizo, agregó Fedotov.
El programa de la ONU tiene un presupuesto de 11,7 millones de dólares para el periodo 2014-2016, cuando ya se hicieron los primeros llamamientos a donantes internacionales para cubrirlo. Asimismo, incluye cinco actividades prioritarias: lucha contra el tráfico ilícito de drogas y el terrorismo; combate a la corrupción y el lavado de dinero; prevención del delito y mejora de la justicia criminal; aspectos médicos (tratamiento de adicciones, prevención, VIH) y actividades de investigación y forenses.
El director ejecutivo de ONUDD indicó que hablará con donantes habituales, como la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, y confió en lograr “la financiación necesaria para empezar el programa inmediatamente”.
Una postura no menos que justa teniendo en cuenta que estas naciones son el destino final de la ruta de las drogas en el mundo. Fedotov insistió en que el presupuesto de este programa “es solo una gota en el océano” si se compara con los beneficios multimillonarios del narcotráfico.
En años recientes, la cocaína confiscada en el Caribe pasó a ser alrededor del 5% del total hallado por las autoridades estadounidenses. Según datos oficiales, 87 toneladas de cocaína fueron incautadas en el área en el 2012, casi el doble del año anterior y otras 44 solo en la primera mitad del 2013.
Pero el debate ha calado más hondo. La noción de zona de tránsito implica que la mercancía pase directamente por el territorio caribeño en su camino desde el área de producción hasta la de consumo. Hoy el Caribe está lejos de ser solo una zona de tránsito. El uso de narcóticos tanto como la violencia asociada al narcotráfico, han proliferado dentro de sus contornos.
La interrogante principal ya no es el cómo detener la circulación de drogas entre las naciones, sino cómo solucionar los reales problemas que se originan en el consumo y tráfico de estas.
En ese sentido, el Caribe ha adoptado una postura común encaminada a articular políticas eficaces de enfrentamiento al triste flagelo de las drogas y para ello toma en cuenta cómo la creciente demanda del mercado a escala global, ha hecho que las rutas de tráfico se diversifiquen.
En defensa de intereses comunes, la comunidad caribeña apuesta por un diseño de estrategias regionales para intentar combatir el narcotráfico en todas sus expresiones y solicita la implicación de las autoridades norteamericanas.
¿Preocupa a Estados Unidos el problema?
La estrategia antidroga de Washington define al área del Caribe como una zona de tránsito y una frontera extensa y problemática para que las drogas no entren en su territorio. Esta óptica no toma en cuenta la complejidad del territorio y del negocio de las drogas.
Asimismo, Estados Unidos como el más importante mercado de la droga en el mundo, limita los resultados de cualquier esfuerzo, debido al estímulo que representan los miles de millones de dólares que provienen de los consumidores de narcóticos en ese país.
No obstante, y ante la alarma que supone el cada vez más grave problema de las drogas, las administraciones de la Casa Blanca han asignado una mayor importancia a las políticas antidrogas. Sin embargo, surgieron dos puntos de conflicto. Uno es la presencia militar estadounidense en la región y su intervención en las actividades antinarcóticos y el otro es cómo se definen y enfrentan las amenazas de seguridad nacional en la región.
De acuerdo con el informe “Las políticas de seguridad de CARICOM en torno al crimen transnacional organizado: incidencia de los intereses estadounidenses de seguridad nacional (2001-2011)”, los intereses hegemónicos y de dominación de Estados Unidos en el Caribe, en los marcos de una profunda asimetría de poder, han constituido una variable clave en la construcción histórica de las relaciones entre este país y las naciones miembros de CARICOM.
En función de ello se comprenden las multidimensionales bases sobre las que se han sentado dichas relaciones, y que en última instancia, tributan al sistema de dominación estadounidense en el área. El diseño e implementación de políticas de seguridad y defensa en el Caribe, por las connotaciones que implica en términos de “seguridad nacional” para Estados Unidos, han desempeñado un papel central en este sentido.
El documento sostiene que fenómenos del crimen transnacional organizado, principalmente el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, así como el tráfico ilícito de armas asociado al mismo, tienen un amplio impacto en la región que comparten las naciones miembros de CARICOM. Ello tiene lugar, por demás, en un territorio caracterizado por profundas vulnerabilidades que tienen entre sus expresiones los ámbitos económico, energético, ambiental y de salud.
En este contexto, surgió la creación del Grupo de Trabajo sobre Crimen y Seguridad por parte de CARICOM en el año 2001, junto a la del portafolio de seguridad (drogas y armas ilícitas) dentro del “gabinete” del bloque regional creado en el año 2000, y a la decisión en el año 2007 de institucionalizar la seguridad como cuarto pilar del esquema caribeño de integración. Estos sucesos han sido expresión de la voluntad política del Caribe para posicionar de manera sistemática la seguridad en torno al crimen organizado como un área de concertación.















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Francisco Rivero dijo:
1
15 de abril de 2014
04:03:32
Pablo LML dijo:
2
15 de abril de 2014
04:30:23
Canario. dijo:
3
15 de abril de 2014
06:09:28
johnsnow dijo:
4
15 de abril de 2014
09:24:48
pedro dijo:
5
15 de abril de 2014
11:45:28
Imanol dijo:
6
15 de abril de 2014
14:34:04
luislopez dijo:
7
15 de abril de 2014
21:43:59
jorge usoz dijo:
8
20 de abril de 2014
11:04:56
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