ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Michelle Bachelet (centro) sonríe con la nueva líder del Senado, Isabel Allende, tras el colocado de la banda presidencial. A su extrema derecha su antecesor en el cargo el derechista Sebastián Piñera. Foto: AFKA

MICHELLE Bachelet se convirtió el 11 de marzo en el tercer ex presidente que vuelve al Palacio Presidencial de La Moneda desde 1920 y lo hace teniendo por delante importantes desafíos, en el plano interno y externo, yen medio de una las mayores expectativas creadas en las últimas dos décadas en la sociedad chilena con sus propuestas de reforma educativa, fiscal y la redacción de una nueva Constitución en sustitución de la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Antes de Bachelet solo los dos grandes caudillos políticos del siglo XX habían conseguido regresar a La Moneda tras una primera presidencia: Arturo Alessandri (1920-1925/1932-1938) y Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931/1952-1958). Ella tiene el mérito, además, de ser la primera mujer que logra reelegirse para la primera magistratura, tras un primer periodo 2006-2010.

Esta médica pediatra, de 62 años, reasumió la presidencia de Chile con la intención de lograr un Chile más justo y derrotar al que definió como el único adversario del país: la desigualdad.

No puede soslayarse que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una especie de club elitista de naciones capitalistas ricas integrado por 34 Estados, señaló a Chile como el país más desigual entre los suyos, pues el decil más rico en la nación austral gana 27 veces más que el decil más pobre, según un estudio del organismo que mide el índice de Gini y que tardó dos años en elaborarse.

Además, según fuentes oficiales chilenas el fenómeno de la pobreza afecta todavía a un 14,4 % de su población y la indigencia a un 2,8 %.

De ahí que la tarea para el gobierno de Nueva Mayoría se torna difícil y arriesgada, entre otras cosas porque inicia su gestión con una economía en clara desaceleración y una herencia de crecimiento bajo.

Ese contexto predice que la recién estrenada mandataria no tendrá una larga luna de miel si no cumple las promesas hechas a los sectores sociales que la llevaron de vuelta a La Moneda y batallaron contra el gobierno derechista del presidente Sebastián Piñera, en especial los estudiantes, quienes se manifestaron ruidosamente en las calles de Santiago de Chile, Valparaíso y otros ciudades chilenas en 2011, cuando levantaron sus exigencias de una educación gratuita, de calidad y el fin del lucro en esa esfera.

También tendrá que atender los reclamos de grupos ecologistas, pueblos originarios (en particular de los indígenas mapuches) y el movimiento obrero, que demanda mejoras en sus condiciones de vida y se opone a la profundización de políticas neoliberales intensificadas en la anterior administración conservadora.

En educación, la líder socialista se propone instaurar la gratuidad a nivel universitario en seis años y acabar con el lucro en colegios privados que reciben subvención del Estado, y que se han convertido en una ingente fuente de recursos para sus dueños.

Para financiar la reforma educativa, Bachelet planteó una ambiciosa reforma tributaria que busca recaudar unos 8 200 millones de dólares, equivalentes a 3 % del PIB.

Y es que la educación chilena es profundamente desigual, y sólo tienen acceso a una educación primaria y secundaria de calidad los hijos de quienes tienen mayores ingresos.

La propia Presidenta ha reconocido que su proyecto es ambicioso, pero tiene a su favor una gran popularidad y los buenos resultados que la alianza de centroizquierda obtuvo en las últimas elecciones parlamentarias, que le dan mayoría en ambas cámaras del Congreso. Ello le permitirá por ejemplo aprobar una reforma tributaria para aumentar los impuestos a las empresasde un 20 a 25%.

Sin embargo, no cuenta con una mayoría cualificada para modificar a fondo la ley de enseñanza para poder cambiar los currículos de enseñanza universitaria, moderar las ganancias que reciben las universidades privadas e, incluso, darle al Ministerio de Educación la administración de los colegios secundarios y no a las municipalidades, que no tienen recursos.

De tal manera que deberá negociar estos cambios y forjar alianzas con la oposición conservadora e independientes a fin de aprobar la reforma educativa, así como una nueva Constitución, que acabe con la impuesta en 1980 por la dictadura, contenedora de importantes "cerrojos" antidemocráticos, tales como el sistema electoral binominal, el cual no le permite a las minorías o a las pequeñas agrupaciones políticas llegar al Congreso.

Analistas consideran que podría obtener con facilidad los votos para materializar los cambios en educación, pero ven más complejo que alcance consensos en materia constitucional, debido al requerimiento de altísimos 'quórum', y en lo cual es previsible el atrincheramiento de esa derecha oligárquica, heredera del pinochetismo.

Otro de sus desafíos es disminuir la desigualdad salarial y aumentar la producción energética, cuya estrechez está retrasando inversiones mineras, en un país que es el mayor productor mundial de cobre.

En su mandato anterior Bachelet realizó una gran reforma al sistema de protección social y le tocó enfrentar la grave crisis económica internacional del 2008-2009 con recursos guardados por el Estado para "años de vacas flacas", lo que le permitió crear empleos y lograr un crecimiento económico promedio de 3,2%.

Igualmente, una prioridad de primer orden para Bachelet será afianzar la amplia coalición política que la apoya, que incluye a democristianos, socialistas y comunistas.

Por primera vez en los últimos 40 años, el Partido Comunista forma parte del gobierno, tras la designación de una de sus miembros en el gabinete como ministra de la Mujer. A ello se suma la novedad queIsabel Allende, hija del fallecido mandatario Salvador Allende, se convirtió en la primera mujer en presidir el Senado, lo cual revela los nuevos tiempos que corren en ese país.

Para sus primeros 100 días de Gobierno, Bachelet se impuso concretar 50 medidas que tracen el camino para lograr sus reformas y que den una señal clara de su voluntad a la ciudadanía.

Trascendió que el costo de esas medidas involucran unos 720 millones de dólares, en un esfuerzo dirigido a mejorar la calidad de vida en el país. Abarca un total de 15 áreas temáticas, que van desde la educación hasta el crecimiento económico, pasando por salud, trabajo, pensiones, seguridad ciudadana, -medio ambiente y cultura, entre otras áreas.

En lo más inmediato, Bachelet anunció el envío al Congreso de un proyecto con discusión inmediata para entregar en el mes de marzo un bono, caracterizado como "aporte familiar permanente", dotado de 40 mil pesos por carga y cuyos beneficiarios serían dos millones de familias.

En política exterior, la líder socialista se plantea revertir cierto aislamiento de Chile de sus vecinos de Latinoamérica y el Caribe, el fortalecimiento de los lazos con Unasur y la Celac, y mantener relaciones normales con Venezuela.

Igualmente durante su mandato tendrá que atender la implementación del fallo del Tribunal de La Haya, que asignó a Perú el dominio económico exclusivo de la zona marítima entre 80 y 200 millas náuticas, y la espinosa demanda interpuesta por Bolivia en la misma instancia sobre una salida al mar con soberanía por territorio chileno.

No es un secreto que las relaciones entre Chile con la subregión se enfriaron después de que el presidente Piñera privilegiara una estrategia comercial (con marcado carácter neoliberal) con la Alianza del Pacífico, formada en 2011 por Chile, Colombia, Perú y México.

La nueva Presidenta tendrá, sin dudas, tendrá que sortear con inteligencia y mucho trabajo grandes desafíos en su promesa de construir un Chile diferente y mucho más justo.

La Presidenta Bachelet anunció el envío del proyecto de ley tras encabezar un Consejo de Gabinete.
La nueva mandataria tendrá que responder a numerosos reclamos sociales, entre los cuales figura los de los estudiantes de una educación gratuita y de calidad.
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