
En una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos dedicada a la situación centroafricana, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, instó a los líderes religiosos y políticos locales esforzarse para disipar las tensiones intercomunitarias entre musulmanes y cristianos.
Además solicitó un mayor apoyo mundial a la nación donde se estima que casi un millón de personas, la mitad de ellas en Bangui, han dejado sus hogares para escapar de la escalada de violencia, la cual estalló a principios del pasado mes con choques y actos de venganza entre exrebeldes Séléka (musulmanes) y milicias anti-Balaka (cristianas).
El Consejo recibió el reporte de un equipo de expertos en derechos humanos, quienes del 12 al 24 de diciembre documentaron en el terreno atrocidades a gran escala cometidas por las partes, como asesinatos extrajudiciales, mutilaciones, violaciones sexuales y reclutamientos de niños.
Tan solo el 5 y 6 de diciembre, al menos mil personas perdieron la vida en Bangui, durante los enfrentamientos intercomunitarios, precisaron.
La actual crisis en la República Centroafricana comenzó a finales de 2012, y tuvo los agravantes de marzo pasado, cuando los entonces rebeldes Séléka dieron un golpe de Estado que derrocó al presidente Francois Bozizé, y la reciente escalada de hostilidades entre los exSéléka y los anti-Balaka.
Pese al despliegue de tropas de la Unión Africana y la cuestionada intervención militar francesa en su excolonia, los choques armados y actos de venganza han continuado.
Según la alta comisionada para los Derechos Humanos, nuevos grupos de expertos serán enviados a la nación africana para monitorear y reportar la situación.
Necesitamos con urgencia en el terreno una respuesta más fuerte para detener el conflicto centroafricano, que incluya promover la reconciliación y acabar con la impunidad, dijo.















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