El Mundial de fútbol de Catar comenzó el pasado 20 de noviembre, justo cuando se despedía, físicamente, de la tierra, una mujer excepcional, que en otro día inaugural de una cita del orbe dio a conocer al mundo el sufrimiento de un país, en ese momento enceguecido por la magia del balón.
En 1978, Argentina acogió, desde el 1ro. de junio, la Copa Mundial de Fútbol, entonces bajo los desmanes de la dictadura de Jorge Rafael Videlas, quien, como los nazis, en los Juegos Olímpicos de 1936, usó la lid del orbe para enjuagarle la cara a un gobierno que persiguió, secuestró y mató a miles; se dice que aquella dictadura desapareció a más de 30 000 personas.
Pero lo que no sabía el dictador, que tuvo la fuerza de cara de expresar en la apertura que aquel era el Mundial de la paz, invocando a Dios todopoderoso, era que se iba a quedar sin el jabón para lavarse, pues el mismo día que él hablaba en la ceremonia inaugural, a solo unos metros, en la Plaza de Mayo de la capital argentina, Hebe de Bonafini denunciaba al mundo los atropellos de la dictadura en su país.
Fue la primera vez que se escucharon los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo. Hebe y ellas anotaron el primer gol de aquella justa del balompié, en 1978, por sus hijos desaparecidos, por los de ella que jamás encontró, y por los más de 30 000 que sufrieron los estragos de un terrorismo de Estado sanguinario.
Mientras el fútbol ensordecía el estadio Monumental de la urbe sudamericana, la muerte se enseñoreaba a solo 400 metros, en la Escuela de Mecánica de la Armada, la tristemente célebre esma, recinto donde los captores mataban viendo los partidos.
Hebe de Bonafini lideró una maternidad colectiva, en una lucha por los hijos de ese pueblo, por los de todas esas madres que, incluso durante la justa mundialista, vieron desaparecer a otros 50, nueve de ellos mujeres embarazadas, algunos de cuyos hijos aún siguen siendo buscados.
«Cubrí el Mundial 78 con ojos bien abiertos, pero sin saber exactamente dónde había que mirar. Recuerdo una entrevista que le hice al atacante holandés Johnny Rep, horas antes de la final contra Argentina. “Tenemos miedo de ganar”, me dijo. Así inicié el artículo, pero sin comprender, en realidad, a qué miedo aludía Rep. La selección dirigida por César Menotti ganó (3-1) en tiempo extra. Los torturadores de la esma vieron el partido junto con los presos que usaban como mano de obra esclava. A algunos de ellos los sacaron a las calles dentro de un automóvil para demostrarles que nadie se preocupaba por ellos. Que el pueblo celebraba por fin una Copa del Mundo», narró, desgarradoramente, para The New York Times, el periodista Ezequiel Fernández Moores.
Hebe no se despidió del sentir de la madres del mundo, su ejemplo de lucha por la verdad y la justicia de los pueblos la mantienen viva. Tal vez por eso se sembró en otra fecha inaugural de un Mundial de fútbol para, como en 1978, seguir anotando el primer gol; y motivar mensajes como el de la vicepresidenta argentina Cristina Fernández: «Queridísima Hebe, Madre de Plaza de Mayo, símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, orgullo de la Argentina. Dios te llamó el día de la Soberanía Nacional, no debe ser casualidad. Simplemente gracias y hasta siempre».
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salvador asero dijo:
1
24 de noviembre de 2022
08:28:15
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