Trascendía la noticia en diciembre de 2010: Catar marcaba su primer gol, cuando fue elegida sede de la actual Copa Mundial de Fútbol, para sorpresa de los defensores de la candidatura de Estados Unidos, quienes se consideraban favoritos para llevarse a casa el gran torneo.
Hoy, 12 años después, el mensaje de los organizadores del evento –montado por primera vez en el Medio Oriente- es que sea disfrutado por todos, y así esa alegría se mezcle con la de la mascota del torneo, La'eeb, palabra en árabe referida a un jugador muy hábil, en su apariencia representado por un «kufiyya», pañuelo tradicional del Medio Oriente y Arabia. La FIFA, desde Inglaterra 1966, durante la World Cup Willie, inició la tradición de seleccionar esa atracción, siempre de acuerdo con los anfitriones del certamen.
«Es una victoria que acrediten a un país islámico y árabe para recibir la Copa del Mundo», titulaba el periódico brasileño Folha, de San Pablo. Pero, tan pronto se desbordaron los corazones de energía para construir las modernas instalaciones y darle la agradable bienvenida a la afición del orbe, comenzaron a actuar en contra elementos que ponían una cuota de inseguridad en los preparativos.
La candidatura de Catar debió sobrepasar inconvenientes como bloqueos comerciales de naciones vecinas; sobrevivió a denuncias de posible corrupción; al rechazo por el excesivo calor reinante a lo largo del mes de competencia; acusaciones de irrespeto a los derechos humanos; y que el gobierno utilizaría el clásico para mejorar su imagen ante la comunidad internacional, según reporta la agencia Folhapress.
«Catar, alberga la Copa Mundial, como parte de una estrategia para intercambiar con el mundo, crear relaciones de interdependencia con otros países. Se ha convertido en un importante y legítimo miembro de la comunidad internacional, por esas razones, merece la sede», ha declarado el analista Simon Chadwick, profesor de Economía Geopolítica de la Skema Business School, de París.
En algunos puntos de Doha, la capital, por estos días pueden observarse imágenes de la Copa Mundial 2018, en las que el presidente ruso Vladimir Putin está acompañado por el emir Tamim bin Hamad al Tani, y el titular de la FIFA, Gianni Infantino, dándoles la bienvenida al evento de las multitudes en este 2022: el fútbol.
Que el balón ruede libre, esperanzador, para que vivan el amor y la solidaridad, en el tan amenazado planeta tierra.
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