La Habana, todavía, no enmudece por un partido de fútbol. No es igual que en Buenos Aires, Madrid, Barcelona, Munich o Río de Janeiro, donde todos se trancan para vivir la pasión de un juego, da igual si es una Copa del Mundo o el encuentro de un club local.
Sin embargo, La Habana vibra con el fútbol, lo siente, se disfraza con los colores de las selecciones, según el gusto de cada cual, y ruge en bares, oficinas, apartamentos y en la calle misma, que se convierte en una cancha rodante, repletas de miles que siguen los pleitos por radio o simplemente asomados en el portal de una casa.
Así es La Habana en tiempos de Mundial, aunque también se hace silencio, también hay calmas imperturbables e infinitas, que llegan mayormente cuando alguno de los equipos “machos” hinca la rodilla y se aparta de la carrera por la Copa.
Pero esos reposos son internos, aunque lo sientan al unísono miles de personas, como cuando pierde Brasil, o Italia, o Argentina o Alemania, las selecciones más seguidas en el país. Jamás en la vida esperen que esos silencios puedan con los estruendos del ganador, incluso si hablamos de un conjunto sin tantos seguidores como Costa Rica, Colombia o México.
Mientras los grandes no jueguen entre ellos, en caso de perder, poco importa quién sea su verdugo, lo que realmente vale es que ya un campeón, un favorito, se ha apartado de la lucha por el título.
Para los cubanos, esta es la sui generis manera de interpretar el más universal de los deportes, que toma su máxima expresión en los Mundiales, cuando te encuentras con un sinfín de personas que hoy prefieren a Alemania y mañana a Argentina.
Futbolísticamente hablando, en el archipiélago no hay una identidad definida, con sus lógicas excepciones: algunos si son “brasileños” a muerte, u “holandeses” aunque nunca hayan ganado una Copa.
En ese sentido, hemos aprendido poco de muchachas como Greici Cavassini, una brasileña estudiante de Medicina que lleva siete años en Cuba. Ella, con siete goles en sus espaldas y los sueños desvanecidos, lejos de casa, se enredó en su bandera, hizo silencio, caminó por la calle y se perdió en la multitud, que gritaba sin cesar “¡Alemania campeón!” envueltos en insignias argentinas.









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Rene dijo:
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8 de julio de 2014
22:56:04
luiz Tadeu dijo:
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8 de julio de 2014
23:40:24
IS dijo:
3
9 de julio de 2014
03:21:24
Ramon dijo:
4
9 de julio de 2014
03:33:06
IS dijo:
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9 de julio de 2014
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Futbolista1 dijo:
6
9 de julio de 2014
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NORA dijo:
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9 de julio de 2014
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Alfredo dijo:
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9 de julio de 2014
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rene dijo:
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9 de julio de 2014
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rene dijo:
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9 de julio de 2014
22:31:25
Patricia dijo:
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10 de julio de 2014
18:37:41
CARLOS dijo:
12
13 de julio de 2014
03:09:09
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