No ha transcurrido una semana, desde que rodó el primer balón en el estadio Itaquerao y ya la fiebre futbolera se desata por todo el planeta. La Copa Mundial es un gigante que opaca cualquier otro evento o noticia deportiva. Michael Schumacher salió este 16 de junio, de un coma inducido tras sufrir un accidente; los Spurs de San Antonio conquistaron la NBA; el precoz Marc Márquez de motociclismo sigue indetenible... Al final, ninguna de ellas compite, quedan sueltas dentro del flujo noticioso.
Los ojos se posan sobre Brasil, y con motivos más que suficientes para no desviar la atención hacia otro lugar. Solo seis días bastaron para demostrar que ésta es una Copa diferente a sus últimas predecesoras. Sí, sabemos que van seis fechas apenas, y que la primera vuelta concluyó horas atrás; y que Nigeria e Irán se conformaron con un 0-0 en el marcador; y que los revendedores le ponen a las entradas 10 veces su valor original. Si, esas y otras notas estarán presentes en la Copa.
Pero lo que nadie quita es que la esencia del fútbol está presente en tierra carioca. Los dioses se acordaron que Brasil, si bien no inventó el fútbol, lo modificó, evolucionó para darle plasticidad, brillo y toneladas de genialidad. Sentados desde la comodidad en su Olimpo, han premiado los primeros encuentros con errores arbitrales, expulsiones —si, hablamos de Pepe—, goleadas impensables o triunfos delirantes cuando los choques agonizaban.

Casi todos los partidos se han convertido en un ring de pelea por la redonda, pero con casi 100 metros de extensión y 22 protagonistas adentro. Los equipos intercambian escaramuzas ofensivas, fulminantes contraataques, cierres defensivos, carreras extenuantes bajo la lluvia o 30 grados de temperatura. Ha sido así, desde que Marcelo invirtió su rol e introdujo la pelota en su propia portería.
El Mundial ha mostrado la espectacularidad que muchos añoraban. Croacia puso a trabajar a la mejor defensa del mundo, y a Neymar, para que descifrara el crucigrama del país centroeuropeo. México lució, y alejó los fantasmas de una posible debacle con un juego ordenado y efectivo. Chile parece destinado a caminar más allá de los octavos de final, pero solo parece, tiene que demostrarlo aún.
La Furia Roja española lució impotente frente a la velocidad y exquisitez de una Naranja Mecánica demoledora. Si Robben y Van Persie dejan a un lado sus caprichos guerrilleros, Holanda estará para cosas grandes nuevamente. Uruguay decepcionó, una vez más tendrá que derribar mitos y demonios, cuando apelen a su garra charrúa, esa que no es una leyenda forjada a base de cuentos de capa y espada. Costa Rica cumplió, y va por más, no teme a nada. Buffon y Hart son quienes deberían preocuparse por sus muñecas ante la zurda explosiva del tico Joel Campbell.
Messi por fin marcó luego de una cita mundialista en blanco. Pero Argentina, por ratos, no gustó. Con cinco en el fondo no avanzará mucho. Necesita cambiar, aunque tenga al mejor del mundo en sus filas. Italia desterró el catenacchio de sus esquemas. Prandelli apuesta al ataque con los jóvenes Immobile, Verratti e Insigne; mientras Pirlo busca dar movilidad al juego de la azzurra. Inglaterra igual confía en la juventud de su delantera, y enseñó credenciales para dar batalla. Rooney y Gerard deben ser las llaves de un once que no gana nada importante desde hace casi medio siglo.
En duelos vibrantes Suiza y Estados Unidos enfrentaron a Ecuador y Ghana, respectivamente. Sin grandes nombres en sus filas regalaron dos de los mejores encuentros hasta ahora. Los helvéticos con paciencia y precisión de un reloj suizo, remontaron el gol inicial de los sudamericanos. Con los 90 cumplidos, luego de un ataque ecuatoriano que pudo decidir el choque; los de la tierra del chocolate armaron una contra que les otorgó tres puntos vitales.
Los estadounidenses gastaron una bala con un gol de vestuario. El resto del tiempo lo emplearon en soportar como troyanos las embestidas de sus rivales. Ghana, apostó por dar fuerza al mediocampo con las entradas de Prince Boateng y Essien. El asedio de los africanos brindó frutos con el empate a ocho para el final y parecía que el segundo llegaría, cuando de un córner botado en el minuto 86, John Brooks sepultó a las estrellas ghanesas.
Colombia, Francia y Costa de Marfil, en sus primeras salidas, convencieron con un juego dinámico. Los cafeteros pueden caminar sin Falcao y hacer cumplir las grandes expectativas puestas sobre ellos. La ausencia de Ribéry le dará a los galos la oportunidad para que Benzema y Pogba muestren todo el talento albergado en sus botines. El juego colectivo será la bandera enarbolada por los franceses. Al fin, los elefantes marfileños cayeron en un grupo no denominado de “la muerte”. Drogba está “viejo”, pero su olfato goleador y deseos por triunfar en un mundial se mantienen intactos.
El equipo que parece por encima de todos, que siempre está en los pronósticos, que nunca cede en su empeño por el triunfo, validó su condición de favorito. Claro, es Alemania. Ahora, tiene un juego de toque, fino, donde las gambetas de Gotze y Özil enloquecen a las defensas contrarias. Pero los contragolpes teutones siguen intactos en su arsenal, el técnico Joachim Löw lo sabe y recurrirá a ellos cuando se hallen a la defensiva.
Así transcurre un Mundial que no ha cesado de brindar sorpresas. No se ha visto timorato, pálido, conformista. Si usted gusta de las emociones procure un buen asiento frente a una pantalla, o sintonice la radio porque lo mejor no ha llegado aún. Mientras, disfrutemos de la entrega que hacen sobre la cancha los jugadores, porque al final la euforia y locura de un gol estremecerá los cimientos de varias naciones como la nuestra, dividida entre furias, torcedores e hinchas.
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Ramon dijo:
1
17 de junio de 2014
19:47:45
Fernando dijo:
2
17 de junio de 2014
20:20:19
yhosvany dijo:
3
17 de junio de 2014
20:42:26
ALEXANDRE JARDIM dijo:
4
17 de junio de 2014
21:59:35
Tito dijo:
5
18 de junio de 2014
08:37:55
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