ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Foto: Tomada de Jit

San Salvador.–Es de noche y una muy fina llovizna cae en el Estadio Nacional Jorge «El Mágico» González, de esta ciudad, y sobre la piel de Zurian Hechavarría.

Desde la línea de arrancada tiene a la vista las primeras vallas, antes de que se pierdan en la curva de una vuelta completa de 400 metros. Como caricias las gotas frías, como relámpagos en su cabeza demasiados pensamientos: el bronce de Barranquilla, la necesidad de mejorarlo, las lesiones sucesivas, otras adversidades… y la lluvia, que no ayuda.

Dan el listo, y casi con el disparo Zurian lo despeja todo: «Llueve para mí y llueve para las otras, pero esta tiene que ser mi oportunidad».

Cuando voló primera sobre la última valla, y remató sin bajar un ápice la fuerza, la cubana, ahora campeona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, se dejó caer de rodillas en la pista, se sentó en los talones y rompió a llorar.

Embargada por la felicidad, se declaró satisfecha. «El objetivo era mejorar el bronce de hace cinco años en Colombia. Desde entonces he pasado por varias adversidades, pero me propuse superarlas».

No fue cualquier oro el que había conseguido la muchacha. «Representa muchísimo, porque era algo que quería, que soñaba, pero también por haber dado el primer título del atletismo a la delegación cubana».

CONMOCIÓN, PAUSA, SALTO… ORO

Aunque le hizo más complicada la competencia, como a todos, el saltador de longitud Alejandro Parada agradeció la pausa que impuso el aguacero sobre la pista de «El Mágico» González.

La gravísima lesión que sufrió en la tabla de salto su compañero Maykel Massó, bronce olímpico y favorito, lo dejó conmocionado. «Todavía no me repongo de lo que pasó con mi ídolo. Es muy doloroso para mí ver a un atleta de ese nivel en una situación así, me desestabilizó».

Pero gracias a la lluvia, dijo, «logré despejar ese momento, y concentrarme en conseguir, por él y por todo el equipo cubano de salto, esta medalla de oro».

Salió a la pistilla decidido, y en su segundo estirón –primero después del lamentable suceso– puso una marca con la que hubiese ganado; pero fue por más ventaja, y adicionó 18 centímetros que fijaron el registro ganador en 7,88 metros, en apariencia discreto, pero mediado por las condiciones de la lluvia.

«Fue muy difícil de verdad, frío el cuerpo, con miedo uno a lesionarse, pues hay varios compromisos de alto nivel». De ellos, aguarda con ansias participar en el Mundial. «Es lo que más enfocado me tiene ahora mismo; creo que estoy bien ubicado en puntuación, y una vez allí lucharé también por una medalla a ese nivel».

Alejandro sueña en grande. Que así salte.

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