San Salvador.–Para un equipo renovado casi completamente, haber ganado tres medallas de oro y siete de plata podría considerarse una cosecha de lujo, de no ser porque el pronóstico era un «tilín» mayor, y porque otros títulos posibles se escaparon casi sobre la meta.
A juzgar por las impresiones de atletas y entrenadores, ese sabor «agridulce» es el que ha quedado en una armada cubana de remo que, por las ganas con que llegó a estos Juegos Centroamericanos y del Caribe, aspiraba a un desempeño superior; sin embargo, tal sensación de inconformidad, legítima en un atleta que busca siempre sus más altas metas, no opaca el aporte magnífico que significan tres coronas.
A nombre de Reidy Cardona, Carlos Ajete, Roberto Paz y Leduar Suárez cayó este miércoles la última de las preseas doradas, cuando el bote del cuatro par de remos cortos pasó la raya final en 5:45.47 minutos, y en las aguas del lago Llopango fue la única prueba en que pudo una embarcación cubana imponerse a rivales mexicanos.
«La estrategia fue tomar la punta desde la arrancada, y así lo hicimos.
México estuvo presionando y supimos aguantar esa presión», dijo a la prensa Reidy Cardona, al cabo de la regata que pondría en su cuello la segunda medalla de oro. Uno de sus compañeros, Carlos Ajete, también festejaría el par de trofeos, pues en la jornada precedente ambos habían ganado los dos remos largos sin timonel.
«Fue una competencia dura, intensa, emocionante; sobre todo eso, de emociones para los muchachos que se estrenan, y hasta para mí, que estoy en mis segundos Juegos Centroamericanos y del Caribe, aunque el primero en el que consigo titularme», describió Cardona.
De lo que pasa por sus cabezas mientras reman, con la meta al alcance de la proa y sin botes a la vista en los costados, se aventura a hablar por los remeros: «Se piensa en todo lo que se entrenó, en el esfuerzo, en las personas que estuvieron ayudando… en la familia».
Pero también se piensa así cuando vas detrás, pegado al líder, y delante es la meta y el bote retador, y tu brazada te acerca, y la del contrario te separa, pero luchas, das pelea, y aunque cruces segundo, incluso a veces contra un pronóstico que te daba ganador, te atraviesa algo de satisfacción, y hasta de felicidad, porque nunca te rendiste.
Así se vio a Milena Venegas las dos veces que entró en plata, primero en el single, cuando pujó con Maite Arrillaga, de México, quedando por detrás en apenas 79 centésimas de segundo, y luego en el doble par peso ligero, a mano con Ana Laura Jiménez, más separadas esta vez del bote mexicano.
Lo que pocos pudieron apreciar fue la hazaña que hubo detrás de la actuación de Venegas, especialmente en la regata en pareja, cuando al cabo de su prueba principal, tuvo apenas unos minutos para reponerse y montar sobre el bote de Ana Laura, en sustitución de una de sus compañeras. Remó sobre el agua y contra el cansancio, hasta que solo quedó el bote mexicano frente a ellas. «Aunque era otro el pronóstico, me siento muy contenta».
Con el cuatro mixto sin timonel la sensación de «un oro que se escapó» sí fue más honda, pues luego de dominar todo el tramo, un error de concentración favoreció el remate del bote mexicano justo sobre la meta, y la escuadra combinada de Reidy Cardona, Andrey Barnet, Yariulvis Cobas y Natalie Morales quedó para la séptima plata cubana en el torneo.
Con tres metales dorados, el remo terminó en San Salvador; sin embargo seguirá bogando, ahora con proa a Santiago de Chile, donde –dice Joan Manuel Paula, el entrenador– es alta la exigencia, pero también el pronóstico es mayor.





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