RÍO DE JANEIRO.—Caminar por los Juegos Olímpicos implica encontrarse con multitud de sucesos, rostros, expresiones… sentimientos. El éxtasis de la victoria, la euforia, tanto en las tribunas como en las arenas de competencia, marcan la pauta, es la imagen que todos persiguen: el rostro de los ganadores.
Sin embargo, los escoltas, los rezagados, o los jueces —siempre en la mira del universo inconforme—, no siempre se van al segundo plano. La entrega por igual, la lucha por alcanzar la cumbre hace de cada atleta un protagonista indiscutible, objetivo de flashes que vienen de todos lados, en cualquier momento.
Los héroes olímpicos copan las portadas, escriben hazañas que serán relatadas por décadas, tal vez por los miles de periodistas y fotorreporteros aquí presentes, quienes van de sede en sede, cargados de equipos; o quizá por los mismos que durante dos semanas han llenado las gradas con banderas y vítores, “hinchando” hasta la saciedad.
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