RÍO DE JANEIRO.—Un periodista me preguntó en el centro de prensa de estos Juegos Olímpicos si el subcampeón mundial de triple salto, el cubano Pedro Pablo Pichardo, definitivamente no competiría aquí en las competencias de atletismo, pactadas para comenzar el venidero día 12.
Me dijo que había leído que el propio atleta había declarado que no intervendría. Le pregunté que dónde lo leyó y me dijo que no recordaba, pero que sí lo leyó.
Pichardo llegó a la urbe carioca este domingo en la tarde, pues se encontraba siguiendo su estrategia de recuperación en La Habana, donde me dijo el informador que se resintió la lesión en el tobillo de su pie de ataque al cajón de salto.
Cuando pude desmarcarme de la ocasional fuente, fui a la cubana, a la jefatura de la delegación para indagar. Supimos de su llegada y que ciertamente tuvo una molestia en el proceso de recuperación, además de que una primera aproximación a la posibilidad de competir en esta justa olímpica no arroja una buena perspectiva.
Sin embargo, médicos, entrenadores y directivos cubanos optaron por traerlo hasta acá y evaluar las reales posibilidades, con un principio: agotar todo lo que esté al alcance para que pueda participar, pero sin perjudicar su salud y su futuro.
Y ciertamente, esa ha sido la línea del movimiento deportivo cubano, ninguna medalla vale más que el ser humano que intenta alcanzarla. De tal manera, habría que esperar a los resultados de las pesquisas a las que se someterá aquí la lesión de Pichardo.
UNA BAJA SEGURA
Mientras se define el caso Pichardo, ya es casi un hecho que la delegación cubana de atletismo quedará reducida a 42 miembros también a causa de lesiones. El obstaculista Dayron Robles no competirá, y la decisión se oficializará seguramente en el congresillo técnico de la disciplina este miércoles.
Se supo que dicha baja se produjo de común acuerdo entre atleta, entrenadores y personal médico. Es verdad que es sensible, pero necesaria para preservar lo más importante que es su salud.
La comitiva atlética debutará el viernes con siete especialistas de la pista y el campo. La granmense Yaniuvis López y la cienfueguera Saily Viart, se estrenarán en la impulsión de la bala en la sesión matutina, en el siempre inquietante trance clasificatorio, más todavía por el deseo de convertirse en las primeras finalistas del equipo antillano.
Ninguna de ellas ha competido bajo los cinco aros, pero esa tarde-noche de viernes tendrán la oportunidad (si avanzan) de luchar por medallas o una posición punteable entre las ocho primeras.
La jornada depara otras dos finales para ese día, las de 10 000 metros planos femeninos y marcha 20 km varonil. Sin embargo, Yorgelis Rodríguez pugnará desde el principio en la suya del heptatlón, con la particularidad de terminar al siguiente día. Arrancarán por los 100 con vallas, luego altura y bala para cerrar con 200 metros, las pruebas más fuertes de la guantanamera.
Temprano en la mañana buscará su clasificación en el disco Jorge. Y. Fernández, y por la noche lo harán Yirisleidy Ford en martillo, Yoandys Lescay en 400 metros y el campeón mundial juvenil Maykel D. Massó en longitud.
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