Brasil y su calor para triunfar

RÍO DE JANEIRO.—La población anfitriona —junto a miles venidos de otras ciudades de Brasil y del mundo— han hallado un clima excelente para disfrutar de los Juegos Olímpicos, lo mismo en las instalaciones bajo techo como al aire libre.

Antes de partir de La Habana nos habían insistido en no olvidar los abrigos, porque temprano en la mañana y al anochecer, el frío exhibía sus mejores galas para sorprender a los caribeños, más ahora mismo, cuando en Cuba el sol achicharra a cualquier hora.

No obstante, solo en la madrugada de regreso desde la ceremonia inaugural a nuestros hospedajes fue necesario echarle mano a la cobija para amortiguar la frialdad que se colaba entre los huesos. Por supuesto, en esto no reparan los locales, ataviados a golpe de pantalones cortos, zapatillas y camisetas, quienes a su aire lucen los logotipos de sus equipos deportivos favoritos y enfilan a pie, en bicicleta o en el transporte público hacia los centros de competencia.

Desde la fecha posterior a la ceremonia inaugural (ustedes vieron al Maracaná desbordado con unas 100 000 personas), no cesan las colas delante de las vidrieras que expenden las entradas, muchas ya agotadas para algunas disciplinas. Una explosión humana que inunda el paseo al borde del Parque Olímpico, el mar de pueblo enrumbando sus pasos por esa zona donde, para comodidad de todos, radica una buena parte de los escenarios.

Siempre antes de inaugurar una cita de estas magnitudes existen detalles por ajustar, y Río no ha sido la excepción, así lo confirmó Thomas Bach, presidente del COI, al mismo tiempo que puso sus manos en la candela para jurar que aquí celebrarían unos Juegos modestos, pero enaltecedores.

Brasil ha aportado lo mejor de sí para que así sea. Tributa el calor de ese pueblo que si se cruza contigo en la calle trata de agradar con una frase amistosa o preguntándote de qué país vienes.

No he visto una sola instalación que no se abarrote de gente, lo mismo en la gimnástica, el judo, el tenis de mesa…Eso sí, los anfitriones cuentan entre la afición más apasionada del planeta y, sin precisar de un esfuerzo extra, se manifiestan a garganta batiente cuando uno de los suyos sale a la cancha.

¿Policías en las calles? Los vimos en la megaciudad londinense cuatro años atrás, desde el momento en que aterrizabas allí. Los hay aquí también, para disuadir a quienes han intentado enturbiar el empeño de este hermano pueblo por ser una sede digna. Brasil posee lo mejor para que la fiesta olímpica triunfe: el calor de sus pobladores.