BARRANQUILLA.– Antes de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe todos hicimos pronósticos, básicamente porque nos encanta adelantarnos a los sucesos apoyados en distintos argumentos que nos respalden. Todos publicamos nuestras predicciones, las defendimos con la mayor cantidad de elementos posibles, y hasta convencimos a unos cuantos lectores, amigos y colegas de que un determinado hecho se daría según nuestros estudios.
Profetizar en materia deportiva es siempre un riesgo, como lo es dejar fuera de un vaticinio a cualquier atleta, ya sea por su inexperiencia, por su línea de resultados más recientes o por su nivel cualitativo. Y justo fue lo que nos sucedió a muchos de los aventureros que no incluimos como posible laureada a la clavadista Anisley García, una niña de 16 años que nos dejó con la boca abierta y nos puso a correr en medio de la discusión de la corona en la plataforma de diez metros.
Natural del Cerro, Anisley no aparecía entre las favoritas para colgarse la diadema en una prueba dominada por las mexicanas en cada una de las tres últimas ediciones de los Juegos. Con una rutina sencilla, sin saltos tan complejos como los de sus rivales, la cubana se limitó a cumplir a la perfección con su plan de trabajo, lo cual le daría una buena ubicación, pero no la presea de oro.
«Siempre pienso en grande, pero no me esperaba un resultado como este. Me puse delante y ni lo sabía, porque no miré la pizarra. Solo me dediqué a competir estable, a tratar de no cometer ningún fallo garrafal que me eliminara de las opciones de medallas», expresó Anisley con una larga sonrisa.
La antillana tuvo una competencia muy pareja, con calificaciones superiores a 65.00 puntos en cada uno de sus cinco saltos, lo cual se combinó con errores puntuales de las mexicanas Viviana del Ángel y Gabriela Agundez, quienes tuvieron un tercer intento fatal, con flojas calificaciones de 41.25 y 52.80, respectivamente.
A la postre, esas ejecuciones negativas marcaron los destinos de la competencia y abrieron el camino dorado a «La Tuti», como también se le conoce a esta joven clavadista cubana, quien terminó en la punta con 332.90 unidades, ventaja mínima sobre Viviana (332.40) y Agundez (330.45).
El valor de esta corona se multiplica, pues no solo representa el despegue de Anisley como una figura prometedora de los saltos ornamentales, sino que también es un bálsamo para la delegación cubana en Barranquilla, que ha visto como México ha prendido las turbinas hasta conseguir ya 32 cetros, al término de la tercera jornada de finales.
Anisley ganó para ella y para Cuba, pero además robó una presea a los aztecas, y en una de sus pruebas más preciadas. «Estoy orgullosa de aportar a la delegación que tanto lo necesita. Ha sido posible gracias a las lecciones que nos quedan tras los errores cometidos», dijo la pequeñita en referencia al fallo que la sacó del podio en la final del trampolín a un metro dos fechas atrás.
«Un error lo comete cualquiera, solamente hay que aprender de eso y eso fue lo que hice; sabía que en la plataforma tenía muchas más opciones. Debo agradecer a todos los que me apoyaron, en particular a mis entrenadores y a mi madre, que son parte esencial de este título», concluyó la capitalina.
Anisley rompe una larga racha de 25 años sin coronas para Cuba en la plataforma femenina, pues la última ganadora de nuestro país en la modalidad fue María Carmuza en la edición de Ponce 1993. Dicha presea fue también la última (sin distinción de color) de la Mayor de las Antillas en la plataforma individual femenina.




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enrique15 dijo:
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23 de julio de 2018
08:22:47
Mimisma dijo:
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José A. Guerra dijo:
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24 de julio de 2018
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