El próximo sábado el calendario de este rapidísimo 2014 nos pone ya en noviembre y el deporte entra en tiempo de Juegos Centroamericanos y del Caribe, que por cuarta ocasión encontrarán abrigo en tierras mexicanas entre el 14 y el 30 de ese mes. Cuba, que es la reina del escenario centrocaribeño desde que se encaramó en la oncena edición, en Panamá 1970, en el primer puesto de la tabla de posiciones, tiene a esa propia condición como reto.
Mantener la cima del área es hoy un arduo desafío.
No creo que nadie se asombre con la expresión, aun cuando hace diez u ocho años, podría resultar un anacronismo en cualquier espacio deportivo del país. Es tan empinada la cota veracruzana, que coronar su cima requerirá en no pocas arenas competitivas de las mejores realizaciones de los atletas cubanos.
Está claro que el entorno de hoy no es el de Ponce 1993, en el cual la Mayor de las Antillas desbordó sus alforjas con 227 títulos, sacándole 161 al pabellón mexicano, ocupante entonces del segundo puesto de naciones medallistas, ni el de Maracaibo 1998, donde consiguió 191 por 60 del país que hospedará ahora la XXII versión de estas citas. La última vez que ambos representativos coincidieron en la convocatoria regional multidisciplinaria más antigua de la era moderna fue en Cartagena de Indias, en el 2006. En esa ocasión, la diferencia se redujo muchísimo: la comitiva cubana alcanzó 139 lauros de primer lugar y la mexicana 107.
Las razones de la disminución de ese rango entre el primero y el segundo puesto del medallero y las que hoy signarían una cerrada lucha con la sede y otras delegaciones como Colombia y Venezuela, no son pocas. Habría que analizar las causas internas y externas. Si causas objetivas, como la exagerada comercialización en el deporte; los calendarios cada vez más exigentes en varias disciplinas, que obligan a erogar cuantiosas sumas en cuotas de inscripción, pasajes aéreos, hospedajes y atención al deportista en competencia; tecnología de avanzada lejos de nuestras posibilidades y otras, hicieron mella y frenaron algunas aspiraciones, también es cierto que no ha habido una propuesta capaz de sostener lo logrado, lo cual pasaba y pasa, entre otros necesarios ajustes, por mantener un sistema de participación de la actividad deportiva en la sociedad que dé la posibilidad de tributar al deporte de alto rendimiento.
Pero Veracruz, en el ya cercano noviembre, mostrará otras aristas que hacen más abrupta la escalada a la cumbre para la comitiva cubana, y una de ellas, tal vez de las principales, es que no competirá en 108 de las 446 disputas de medallas, lo cual significa el 25 % de las pruebas o lo que es lo mismo de cada cuatro finales, en una no habrá representantes de Cuba, que no intervendrá en boliche, ecuestre, golf, rugby 7 y squash. Tampoco lo hará en 24 de las modalidades de deportes acuáticos, en 17 del atletismo, tres del boxeo (las convocadas para mujeres), dos del ciclismo, fútbol femenino, tres de gimnasia, 12 de levantamiento de pesas, dos de lucha, dos de patinaje, dos de raquetbol, cinco de tiro con arco, cuatro de tiro y uno de velas.
Tampoco el mapa deportivo del área es el mismo y algo que lo ha hecho cambiar, incluso de manera significativa, es la presencia de fuerza técnica europea, asiática y también cubana, altamente calificada, que ha elevado el nivel de los contendientes. Lo anterior se soporta en un respaldo cada vez más creciente de los gobiernos al deporte, lo cual favorece el acceso a tecnología, participación en las principales lides internacionales y en certámenes de larga duración en algunas de las geografías regionales.
Sin embargo, el único propósito de la formación de la isla antillana es la de retener la posición de líder de los Juegos y para eso hay que sobreponerse a las razones expuestas. Sobran los ejemplos del deporte nacional que ilustran cómo en el terreno, en la pista o en el ring, lo que parecía imposible se convirtió en realidad.
La jabalinista María Caridad Colón, en los olímpicos de 1980 transformó un intenso dolor en su columna en una medalla de oro; la judoca Driulis González, en Atlanta-1996, pasó de una seria fractura cervical a un sensacional título bajo los cinco aros; el boxeador Douglas Rodríguez se hizo campeón mundial superando un trauma en sus dos manos, justo en la pelea final, en La Habana-1974; el tirador Leuris Pupo, con todo y la ventaja tecnológica de sus adversarios, estos lo vieron subirse en Londres-2012 a lo más alto del podio. Y no solo es ganar la presea aurea, Ana Fidelia Quirot nos regaló la más nítida prueba de voluntad, de compromiso con lo que representaba cuando se hizo de la histórica segunda plaza en la carrera de 800 metros de los Centroamericanos de 1993, derrotando a lo imposible y haciendo a todos los cubanos medallistas dorados con aquella medalla de plata.
De esas historias se ha de beber para escribir las glorias en Veracruz, para que el escenario que describimos sea la motivación de cara a la meta. Soy de los que piensan que Cuba puede consolidarse como la puntera centrocaribeña y para tal empeño ha mantenido con los Centroamericanos y del Caribe un fiel compromiso y los de Veracruz no serán la excepción. Hasta la ciudad bañada por las aguas del Golfo de México, la isla antillana arribará con sus más encumbradas figuras, que ahora además de prestigiar la emulación en las canchas, buscará exponer sus atributos en pos de asirse a la cima de la tabla de medallas el 30 de noviembre.
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Leonardo dijo:
1
27 de octubre de 2014
10:48:40
pABg0nZ dijo:
2
27 de octubre de 2014
12:20:30
Agustín Navarro dijo:
3
27 de octubre de 2014
12:35:59
pABg0nZ dijo:
4
27 de octubre de 2014
13:40:50
Ramon dijo:
5
27 de octubre de 2014
13:53:41
pABg0nZ dijo:
6
27 de octubre de 2014
14:52:19
Ramon dijo:
7
27 de octubre de 2014
16:10:25
JOSE CORZO dijo:
8
28 de octubre de 2014
18:47:05
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