El wushu es una familia

La Guaira, Venezuela.–Sus victorias en el wushu, en buena medida, Cynthia Rodríguez Busto se las debe a Carlos Alberto Rodríguez Cordoví. Cada competencia implica «doble presión». «Es un poco complicado, porque es mi padre y al mismo tiempo mi maestro. Si me equivoco en alguna técnica me siento mal. Sé que le fallé. Por él es que estoy aquí», dice la joven de 24 años, que forma parte de la delegación cubana que participa en los v Juegos Deportivos del alba.

El experimentado maestro se siente orgulloso, pues es la primera vez que verá a su hija competir en el terreno internacional. «Me estoy viendo en ella, porque yo no tuve la oportunidad de participar en eventos internacionales.

«Comencé la práctica de karate-do a los nueve años, y en el año 2000, de wushu, de manos del maestro Roberto Vargas Lee», quien viene a la cita regional frente a la delegación de este deporte. «Creció dentro de la familia de las artes marciales puertopadrenses, porque comenzó a entrenar a los cuatro años».

«Cuando empecé no había niños. Eran todos jóvenes», cuenta la atleta. No obstante, afirma que le gustó este camino y decidió hacer su vida en él.

Al respecto, Rodríguez Cordoví señala que «fue muy acertada la idea de Roberto Vargas Lee de fomentar en Cuba la práctica de las artes marciales chinas y ejercicios terapéuticos». De esa constancia nació la escuela provincial de Puerto Padre, Rufino Alay Chang, que, bajo la guía de los padres de Cynthia, es hoy la segunda del país.

En ese hogar tunero, la práctica de ese deporte es una tradición. «El wushu es una familia. Nos ha unido más», insiste el padre-entrenador. «Cada actividad la compartimos en familia, pero no solo en la escuela. Vinculamos las artes marciales y la cultura china con la casa. Hacemos té, buscamos la forma de preparar arroz frito, siempre juntos».

«Ya mi niña, con tres años, lo practica. Es increíble –advierte Cynthia–. Lo trae en la sangre».

Cuando recibió la noticia de la posibilidad de participar en esta cita multideportiva, ella estaba saliendo de la universidad. Su papá la llama y le dice: «Tenemos que hablar de algo serio». «Yo jamás me imaginé que fuera algo así», recuerda. «Tienes que decidirte ahora», le exigió. «Lo pensé un poco, porque nunca me he separado de mi niña, pero nunca lo dudé, porque esta es una experiencia única».

A Carlos Alberto Rodríguez no le gusta hacer pronósticos. Sin embargo, con la certeza de que han trabajado muy duro, asegura que los días 25 y 26 de abril pondrán en alto la bandera cubana.