El Comando de Bomberos No. 1 de Matanzas está en pleno centro histórico de la ciudad, en la Plaza de la Vigía. Allí mantienen la vitalidad operativa, aunque apenas a unos kilómetros se esté librando una de las más colosales batallas contra el fuego sucedidas en Cuba.
Es media mañana del martes 9 de agosto, y el soldado Raúl Ramírez Leyva permanece sentado en un pequeño local junto a varios teléfonos y el libro de incidencias. Suena uno, y lo levanta en lo que parece menos de un segundo: «Ordene, no, no, aún no sabemos nada».
Muchas personas preguntan si hay noticias nuevas sobre los bomberos desaparecidos en el incendio en la Base de Supertanqueros.
Para Raúl es difícil, aunque está habituado a las malas noticias; de cierta forma, recibirlas es su trabajo como Ayudante de Oficial de Guardia: tiene el encargo de responder las llamadas que desde todos los municipios solicitan intervención de los bomberos, y comunicarse con el puesto de mando, desde donde lo transfieren con el comando que corresponda. En Matanzas, Raúl es el hombre del 105, uno de ellos.
«Yo fui el que recibí la llamada. El despacho del Cupet me dice sobre el impacto del rayo, “tenemos aquí una situación de emergencia, en los tanques de allá arriba se divisa humo y cierta llamarada, y aun lloviendo no se apaga”.
«Actué rápido, llamé al Comando de Supertanqueros, informé al jefe de la guardia sobre la situación y ellos fueron para allá. Luego me llamó mi jefatura y le di salida rápidamente a todas las técnicas de aquí del Comando 1.
«Nuestro carro de primer aviso estaba para un servicio en la ciudad, y de ahí lo mandé para el lugar. Me mantuve en comunicación con todo el personal», cuenta.
«Tenía idea de la magnitud de lo que estaba sucediendo. De los 23 meses que llevo en el Servicio Militar, 15 los pasé en el Comando Especial de Supertanqueros, y sabía que estaban ahí. Imagínese, son compañeros míos».
A sus 21 años, Raúl sabe que lo vivido esa noche, lo que están viviendo, va más allá de lo excepcional. La voz se le quiebra un poco cuando recuerda el momento en que la gente del Comando No. 1 se reagrupó en el cuartel: «Esa madrugada los vi llorar a todos».
Tiene poco tiempo para hablar. En su guardia los teléfonos no pueden repicar en el vacío. Aunque no haya puesto un pie en el terreno, también está peleando esta batalla.
COMENTAR
José González dijo:
1
10 de agosto de 2022
11:40:05
Responder comentario