ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Abraham cuenta su historia de niño cazador de cangrejos y pescador de barberos, ahora desde la cama número uno de la terapia intermedia del hospital pediátrico de Guantánamo. Foto: Mario Ernesto Almeida

Abraham tiene 12 años y dice que nunca se ha enamorado. Caza pájaros con tirapiedras y los cangrejos a base de palos y estrategia. Sabe cómo agarrar el pez para que no lo pinche y cómo derretir el plomo para sus propios cordeles de pesca.

En Yateritas, San Antonio del Sur, Guantánamo, donde vive su abuela, él pasa toda la semana. Ahí está su escuela, y también el terreno de pelota.

–¿Quieres ser pelotero?

–No. Ya yo soy pelotero.

No se ha enamorado Abraham, pero ya es pitcher y también batea. No ha puesto la bola contra la cerca porque el terreno de Yateritas no tiene cerca, pero da jonrones, asegura. Sin embargo, no le gusta participar en competencias y explica que, de mayor, no se dedicará a eso.

En realidad no sabe lo que quiere ser, y ello no debiera ser problema, porque los niños de 12 años no tendrían que invertir el tiempo en otra cosa que explotar su felicidad, aprender con ella y, olfateándola, transformarse de a poco en lo que acabarán siendo.

También le gusta jugar a las bolas, pero explica que cuando se juega mucha bola la gente se envicia, que eso es malo y que, por tanto, él ya dejó el vicio.

–¿Y si dejaste el vicio, qué hiciste con las bolas?

–Las tenía en la casa, pero se las llevó el río.

LA CASA

Los fines de semana Abraham volvía a Macambo, en el propio municipio de San Antonio, a la casa de su mamá y de su padrastro, cerca del río y del mar.

El suelo era de tierra apisonada, las paredes de tablas y el techo de fibrocem, fortalecido en las uniones con saco de yute y cemento.

Abraham cuenta que otras veces había aparecido la crecida, aunque como agua muerta. «Siempre entraba una agüita, pero volvía y se iba. Esta vez nosotros calzamos la cama con bloques y ya el río había superado la cama. Eso empezó a crecer y la puerta explotó. Mi mamá fue a cerrarla. La casa empezó a hundirse. Ella me cogió, pero la casa se hundió muy rápido».

A Abraham se le trabó un poco la cabeza, y con su fuercecita de pitcher de 12 años, empujó el techo para romperlo, salió por la oquedad y la corriente lo arrastró contra un cocotero del patio. Pudo sostener una penca y luego agarrar el tronco de la propia mata.

Todavía hoy, Abraham jura no saber trepar matas de coco ni nadar. Flotar sí, pero nadar no.

El nivel del agua seguía subiendo, como dándole nalgadas, y él trepaba un poco más, con los pies siempre sumergidos. Era de noche.

CON LA LUZ DEL SOL

Pasó la madrugada temblando y el amanecer lo descubrió aferrado al tronco. Su pecho y abdomen estaban llenos de diminutos arañazos y quemadas. «Vi que una gente pasó. Le grité y no me hizo caso».

Las raíces ya crujían. El tronco se doblaba. «Ahí yo estaba entre lo uno y lo otro. Me tiraba o me quedaba. Decidí tirarme, pero se me quedó el pie trabado y logré sostenerme de nuevo, hasta que me solté».

En el agua había un remolino inmenso, dice Abraham que tan grande como esta sala de terapia intermedia del hospital pediátrico de Guantánamo, y todavía no entiende cómo se formó aquello.

Allí cayó, cuenta entre risas, y empezó a dar vueltas y vueltas y más vueltas. «Tremendo mareo me dio aquello, hasta que salí y la corriente me arrastró al mar».

La crecida traía todo tipo de gajos. «Yo empecé a juntar esas cosas y lo abracé todo. Quería coger para acá –señala como si fuera la orilla–, pero la corriente estaba fuerte y me sacaba, hasta que dejé de ver la costa».

Abraham cuenta que era como si estuviese llegando a otro país, y que el mar bajo sus narices se veía muy oscuro. Ya había desistido de darle a los pies, porque su herida sangraba y él estaba en el mar y hay muchas películas, quién sabe si exageradas, que cuentan lo que ocurre cuando alguien sangra en el océano.

Todavía no sabe exactamente cuándo se hirió. Ni siquiera le dolía, pero ahí estaba esa rajadura profunda de unos diez centímetros de largo y honda, peligrosamente honda, en su pantorrilla izquierda.

Ya fuera del empuje del río, el propio oleaje comenzó a regresarlo a la costa. El risco marcaba la franja de salvación, pero no fue simple. Solo los náufragos entienden lo tortuosa que puede ser la orilla. Máxime una como esta, llena de farallones.

La balsa improvisada se había deshecho en el mar y solo le quedaba un tronco. Estuvo un tiempo largo que recuerda como cuatro horas huyendo del rompiente. El mar estaba bravo y dice Abraham que el risco era de seis metros o más, prácticamente sin un mínimo de inclinación, sin una rajadura del demonio en la piedra que le permitiese enganchar la mano o el pie.

«Entonces vi una ola grandona que se hizo. Me monté rápido en el palo y me tiré para que la ola me empujara. Me di contra las piedras, pero me aguanté. Tuve que esperar inmóvil un instante, porque ya las piernas me temblaban. Cuando logré llegar arriba, me tiré como pude y abrí los brazos».

PREGUNTAS «BOBAS»

–¿No tenías sed?

–¡Pero qué iba yo a tener sed con tanta agua que me había revolcado!

–¿Y hambre?

–El hambre... ¿Qué iba a hacer? ¿Me iba a poner a llorar?

–¿Y no lloraste nunca?

–¡Claro que no! ¿Cómo yo iba a llorar si estaba loco por salir, no por llorar?

TIERRA FIRME

«Yo no cojeaba. Yo estaba bien, no sentía la herida del pie. Lo que me dolía era el pecho, por lo desbaratado que estaba».

Se ubicó en el terreno: costa, carretera, para acá la casa y para allá la farola. Trazó en su imaginario una línea recta y la siguió. Otra vez hundió sus pies en terreno anegado.

El mundo de Abraham continuaba cubierto por el agua, pero seguía siendo su mundo. Trataba de andar por los tramos donde se veía más clara. Contó decenas de animales tiesos en el suelo, hinchados, y hasta vio a una anciana recontando los chivos que le quedaban.

Cuando llegó a la casa de Arelis, una amiga de su mamá, pudo comer y dormir. Sus abuelos fueron a verlo. No supo de su madre y padrastro. La herida estaba ahí. Una doctora la vio e indicó que necesitaba cirugía y hospital.

Primero lo llevaron en una bicicleta, con descansos a ratos, para evitar adormecimiento en las piernas. Encontraron un carro del Ejército, luego fue el puesto médico, más tarde la ambulancia y después el hospital: salón de operaciones, rayos x, la limpieza de los tejidos y el alivio por ver brotar la sangre del pie...

Ahora cuenta su historia de niño cazador de cangrejos y pescador de barberos en esta cama número uno de la terapia intermedia, reservada solo para campeones, incluso para campeones como este, que detestan competir, pero las circunstancias, sin pedir consentimiento, les revientan en el oído un disparo de arrancada, en una carrera donde todo, absolutamente todo, pende de un hilo.

–¿Y dónde tú aprendiste a hacer todo eso? –le pregunta Llamos, corresponsal de este periódico en Guantánamo. El niño de 12 años responde sin pensar.

–Aprendiendo. En el transcurso de la vida.

El San Antonio del Sur del niño Abraham, luego del paso de la tormenta tropical Oscar. Foto: Lorenzo Crespo
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Estrella López dijo:

1

26 de octubre de 2024

03:14:51


Aterradora experiencia..la que vivió ese niño de apenas 12 años, muy valiente.. decido y hábil... inteligente, las circunstancias le cambiaron la vida en segundos...pronta recuperación y prospera vida para él... Que de seguro será un hombre de bien..y Cubano...!!! Con todas las letras

Tania Hernandez Leliebre dijo:

2

26 de octubre de 2024

10:24:46


abrahan tu nombre es biblico y el es el padre de la Fe. Dios te ha salvado, con todo lo que te sucedio solo un milagro de Dios pudo salvarte. dale gracias cada dia de tu vida. y aceptalo como tu señor y salvador, que Dios te bendiga y te guarde siempre. AMEN

Lázara Bacallao González dijo:

3

26 de octubre de 2024

11:06:43


Bien vale esa historia de niños que sobrevivieron a esa catástrofe inesperada. La humildad y los valores saltan a la vista. Gracias a ustedes por contarlas. Desde la familia aguardamos cada historia de esas personas que hoy sufren por la pérdida de sus recuerdos, juguetes, fotografìas..gracias.

Sonia dijo:

4

26 de octubre de 2024

11:47:49


Es un milagro que este vivo. Es inteligente y fuerte. Habrá que analizar por qué tanta gente quedó expuesta al embate del ciclón.

José Roberto Martín Triana dijo:

5

26 de octubre de 2024

12:28:02


Yo creo que ese MAMBÍ ya si sabe nadar, lo que no se ha dado cuenta! Es impresionante su hazaña con solo 12 años, pero 12 años en que ha forjado un carácter no común en chamacos de esa edad. Las circunstancias, las condiciones en que seguramente ha vivido lo posibilitaron y el futuro, si se le apoya, será venturoso para ese cubanito heroico. Y gracias al periodista que concibió y escribió un artículo ¨fuera se serie¨.

José L Hernández Rodriguez dijo:

6

26 de octubre de 2024

13:21:14


Muy emotivo este artículo, se viven con la narración los momentos tan difíciles que vivió el niño y es admirable su lucha por la supervivencia y su triunfo contra tantos obstáculos. Me gustaría conocer que paso con su madre, porque luego del momento de su separación no se aclara cuál fue su situacion.

Jesus dijo:

7

26 de octubre de 2024

14:40:45


Bonita historia de superación , a pesar de tantos problemas y obstáculos . Ese niño es de acero y muy fuerte

Odalys Sánchez Barrera dijo:

8

26 de octubre de 2024

15:06:32


Muy buen artículo, comienzas a leer y no paras hasta el final. Bonita historia la de Abraham por su perseverancia y valentía pero, a su vez,muy triste por lo que le ha tenido que vivir con tan sólo 12 años. Felicitaciones para los autores del trabajo.

Juan Carlos Domínguez Taño dijo:

9

26 de octubre de 2024

15:34:23


Gracias Granma por tan conmovedora historia que prueba que el hombre, sin importar su edad, es capaz de crecerse ante cualquier reto. Valiente Abraham, gracias pequeño por servir de ejemplo. Eres sin duda un niño de La Edad de Oro, como nos pide nuestro José Martí. Te deseo un próspero futuro que sabrás edificar. Un abrazo desde Holguín, Cuba linda que admira a sus hijos que fundan y jamás se rinden.

I.Rivera dijo:

10

26 de octubre de 2024

17:00:28


Genial. Un Hombre de 12 años, de Verdad. Felicidades, Abraham!

Noralba dijo:

11

26 de octubre de 2024

22:27:59


Mientras leía sentía que estaba viendo una película, increíble los momentos que vivió ese niño, historias de ese suceso, deben haber muchas, valientes el pequeño guerrero que pudo sobrevivir, siempre será un vencedor, un abrazo para él

Ridermi León peráza dijo:

12

27 de octubre de 2024

03:24:28


Una historia de un libro, pero real,un niño echo hombre antes de demonios

Yolanda dijo:

13

27 de octubre de 2024

13:36:53


Felicidades niño abraham eres un héroe, luchastes incansablemente con la potente fuerza de la naturaleza, bendiciones Nilo hermosos así tiene q ser tu vida un eterno incansable para lograr tus metas ; aprovecha toda tu inteligencia y estydia mucho para q el día de mañana seas un gran profesional y está historia puedas contarla para muchos en el futuro y les sirvan para enfrentar todos los retos de la vida. Felicidades Campeón no te gusta competir pero competentes y ganaste; triunfantes con el máximo de calificación porque gastes la Vida q es lo más valioso besos mi niño bello Cuba te ama por ser un gran campeón. Cuando ya estés totalmente recuperado puedes escribirme soy del Deporte en Sancti Spiritus . Bendiciones Campeón

Oderkys Pinea Daniel dijo:

14

8 de noviembre de 2024

21:47:18


Es un Gigante ese Niño Bendiciones para él