Siguaney (Sancti Spíritus).- Estoica, como siempre, la fábrica de cemento ubicada aquí es la única que en estos momentos aporta, con «guapeada» estabilidad, ese producto, imprescindible para las construcciones y para programas de alta prioridad nacional.
Puede inferirse, por tanto, el valor que siguen teniendo su funcionamiento y su contribución, en medio del proceso de recuperación que enfrenta el país, tras el azote del huracán Melissa a las provincias orientales.
Es una lástima que la situación económica y financiera de la nación atenten tan directa y crudamente contra esa noble industria, cuyo colectivo realiza verdaderas proezas o «milagros» a lo largo de todo el calendario para que no se detenga.
En conversación con Saúl Rodríguez –quien, luego de toda una vida laborando allí, se desempeña hoy como valioso asesor de la dirección de la fábrica- Granma conoció los malabares que realizan obreros, técnicos y especialistas, frente a la escasez de determinados insumos, vitales para el proceso.
Los ladrillos de los grandes hornos, por ejemplo, se agotaron hace más de una década, están en muy malas condiciones, y no han entrado más.
«La alternativa –explica Saúl- ha sido coger esos ladrillos envejecidos y procesarlos con otros aditivos y arcilla, para crear un hormigón con características similares a los de estos y así poder continuar la producción».
Eso, junto a la falta de algunos insumos para el mantenimiento de equipos que intervienen en el proceso tecnológico, golpea constantemente.
Aun así, desde octubre la fábrica cumplió el plan de producción correspondiente al presente año, superior al de 2024 y con una presencia importante en proyectos como los relacionados con el montaje de parques solares fotovoltaicos, en cuyas labores de cimentación Siguaney ha impuesto genuino sello con su cemento.
Lamentablemente, las industrias ubicadas en Mariel, Artemisa, Nuevitas y Santiago de Cuba permanecen inactivas o afectadas por averías o por inversiones no concluidas todavía, realidad que obliga a la fábrica espirituana a no ceder terreno.
Durante las últimas semanas, Granma ha accedido a zonas vapuleadas por el huracán Melissa, donde miles de viviendas resultaron severamente dañadas en cubiertas, paredes, pisos… muchas de ellas derribadas totalmente por los fuertes vientos o por la fuerza de las aguas en medio de grandes inundaciones.
Si hasta ahora, producir cemento era un reto a la constancia y al ingenio humano en Siguaney, a favor de necesidades y programas nacionales, hoy tiene el añadido ingrediente de esos daños asociados al poderoso meteoro y la esperanza que cifran miles de familias para reparar o levantar otra vez su vivienda, la escuelita de la comunidad, la bodega y otras instalaciones de amplio y sensible uso social.





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