ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El Buró de Investigaciones, meses antes de ser demolido. Foto: Archivo de la ACRC.

Uno de los más despiadados cuerpos represivos de la tiranía batistiana fue, sin lugar a dudas, el tenebroso Buró de Investigaciones de la policía, en cuyos calabozos  torturaban, vejaban y asesinaban, principalmente a  jóvenes revolucionarios, líderes obreros, estudiantes o a simples ciudadanos que no apoyaban al nefasto régimen que el gobierno de Estados Unidos respaldaba.

Durante los siete años en que permaneció el gobierno batistiano en el poder, el Buró de Investigaciones jugó un importante papel en la represión contra el pueblo cubano. La famosa Quinta Estación de policía, que estaba a cargo del feroz asesino coronel Esteban Ventura Novo, no pudo estar a la altura de su par en el Buró, el coronel Orlando Piedra Negueruela, quien recibía asesoramiento directo del FBI.

El Buró estaba situado en la calle 23 y 32 (hoy Parque de los Mártires de la Clandestinidad) en un edificio de forma triangular donde radicó el antiguo 5to. Distrito Militar. Aunque en la fachada del edificio aparecía Bureau de Investigaciones y también en los carné del personal y en los documentos, se conocía como «Buró». Al que llevaran detenido para allí, se decía que tenía las horas contadas en este mundo.

Para acceder a la entrada principal del  edificio, había que ascender por una amplia  escalera hasta el «hall» donde se encontraban  la carpeta, y la pizarra telefónica. Por un largo pasillo, a la derecha se llegaba a  las oficinas de los grupos, a Personal y a la Secretaría. En una de esas paredes había escrito: «Lo que usted oiga aquí, lo que usted vea aquí, cuando se vaya a su casa déjelo aquí».

En el ala izquierda estaban los calabozos. Había uno muy especial, sin balaustre, tapiado, acolchonado contra sonidos y con una mirilla. Se utilizaba para interrogatorios muy confidenciales. Más adelante, al final de ese pasillo había un museo. La oficina del coronel Piedra y la de los demás jefes estaban en la planta alta.

En el sótano había más calabozos convertidos en temibles mazmorras, lejos de las miradas indiscretas y celosamente muy compartimentados, donde los esbirros torturaban a sus víctimas, con toda impunidad.

En plena tiranía batistiana cuando aparecían en las calles los cadáveres de jóvenes torturados, muchos  habaneros que transitaban de Marianao a La Habana, cuando cruzaban el puente Almendares, se mantenían en silencio y se les apretaba el pecho al observar desde muy cerca el tenebroso edificio del Buró de Investigaciones.

Para el gobierno era muy importante mantener en la dirección de esta unidad represiva a un militar de absoluta confianza, por eso Batista colocó allí al coronel Orlando Piedra Negueruela. Se decía que «era el niño de oro de Batista».El que preparó la «Operación  Fuga» del tirano  y sus secuaces en los cuatro  aviones que despegaron del aeropuerto militar del campamento de  Columbia en la madrugada del 1 de enero de 1959.

Unos meses antes de producirse el «golpe de Estado», comenzó a trabajar  en la pizarra telefónica de ese cuerpo represivo el policía 2167, Mario Enrique Laverde, de 25 años de edad. No era precisamente un policía más. Realmente era uno de los  infiltrados que el  Partido Socialista Popular (PSP), mantenía en esa importante y tenebrosa dependencia policial.

La arriesgada misión de Laverde (el agente Raúl) consistía en mantener informado  al Partido de todo lo que se «cocinara» o comentara allí, que él valorara  como importante. En primer lugar, identificar a los revolucionarios que llegaban detenidos para  luego alertar a la opinión pública, a sus familiares, o a sus organizaciones, que esas personas se encontraban encarceladas en el Buró.

«Había muchos asuntos importantes que se me escapaban –cuenta Laverde en el libro: Un topo rojo en el Buró de Investigaciones--, porque se cocinaban puertas adentro de la jefatura principal y la de los diferentes grupos, pues cada uno tenía sus secretos y había cosas que solo se ventilaban del jefe para arriba y ni entre los principales matones se conocían los detalles.  Los jefes tenían teléfono directos, lo más importante iba y venía sin pasar por la pizarra, nunca el coronel Piedra ni Medina ni los demás jefes salieron a conversar por la pizarra, sólo los jefes de secciones en algunos casos recibían llamadas operativas y lógicamente se medían para decir ciertas cosas».

Benigno era el enlace de Laverde con el Partido. A él debía entregarle los informes escritos o de palabra y a su vez recibir de él,  aclaraciones o nuevas instrucciones para sus misiones.

El principal grupo represivo del Buró estaba destacado en el Confidencial -1, o C-1.Se  encargaban de elaborar investigaciones secretas sobre  asuntos políticos nacionales e internacionales, la seguridad del Estado y de «cooperar» con los cuerpos de policía extranjeros, principalmente el FBI de Estados Unidos. Recibían, además, apoyo del C-3 que se encargaba de la intervención de teléfonos y las comunicaciones de personas sospechosas. Este «selecto y temible grupo» de matones tenía a su cargo el trabajo sucio del Buró. Desaparecer a cualquiera que se le ordenara..

En el Buró estuvieron de jefes el capitán Juan Castellanos, Antolín Falcón, el temible Mariano Faget  y Leopoldo Pérez Coujil, quienes luego pasaron para el Buró de Represión de  Actividades  Comunista (BRAC).

El Negociado de Juego era muy importante porque en aquella época se movía mucho dinero. De ahí el interés de los policías por integrarse a ese grupo. 

«Todo el mundo se mojaba, --recuerda Laverde--, hasta el Presidente cogía su parte. Había que ver la plata que se movía en todo eso, no solamente en los grandes casinos de los hoteles donde estaba metida la mafia americana y ganaban dinero por sacos, sino en las vidrieras de apuntaciones que había en toda la Isla, la bolita, la charada. Eso sumaba grandes recaudaciones porque eran como diez bancos (de apuntaciones) y unas dos mil vidrieras diseminadas por las demarcaciones, y la policía se quedaba con una buena parte, no precisamente para sus fondos institucionales, sino para los bolsillos de los jefes, empezando por el propio Batista, que a cambio permitía una política de hacerse de la vista gorda»

Las relaciones del Buró de Investigaciones cubano con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense eran amplias, más allá de un simple intercambio entre instituciones policíacas, sobre todo  con el Confidencial -1 y los Negociados  de Extranjería y de Identificación y Fotografía respectivamente, en lo concerniente a la represión contra las actividades de los grupos revolucionarios.

El Buró mantenía una oficina con su personal dentro de la Embajada de EE.UU., en La Habana y a su vez el FBI tenía la suya en la planta alta del Buró, junto a la de los jefes, cuyos agentes eran atendidos directamente por el coronel Orlando Piedra.

Convirtieron la sede de investigaciones de la policía batistiana  en una guarida de asesinos. Los «asesores» del FBI adiestraron a los verdugos del Confidencial-1 en el uso de los más sofisticados métodos de interrogación y torturas, que luego aplicaban implacablemente a quiénes caían en sus manos.

EL ASESINATO DE PELAYO CUERVO

Como a las 10:00 de la noche del 13 de marzo de 1957, luego del corre,  corre que se formó con el asalto al Palacio Presidencial, del patio del Buró, salió un Cadillac negro  conducido por  el agente Elpidio García y como tripulantes, el sargento Rafael Gutiérrez y el policía Manuel Hernández.. Detrás, de escolta le siguió el auto Impala chapa 31986, del Negociado de Drogas, cuyo chofer  era Santiago Linares  y como tripulantes el sargento Sotero Delgado y los agentes Maurin Viera, y J La Rosa.

Fueron al reparto Miramar donde se ocultaba el anciano líder Ortodoxo Pelayo Cuervo Navarro y a punta de ametralladoras se lo llevaron  ante sus angustiados familiares. Ya de madrugaba los dos autos se detuvieron en la zona apartada y oscura de El Laguito, en el Country Club.

Allí el sargento Rafael Gutiérrez, que viajaba junto a Pelayo, luego de golpearlo, le disparó  en el pecho. Entonces lo sacaron del auto y lo lanzaron a la húmeda hierba donde lo ametrallaron.

«Se dice que el sargento Gutiérrez fue el primero que le disparó a «boca de jarro», --señala Laverde--. Gutiérrez era un cincuentón siniestro, de mala cara, que solía decir: «Ni hago ni doy sombra». Gutiérrez no tenía escrúpulos, por subir era capaz de cualquier cosa.

«No dudo que esa muerte haya sido un encargo personal de Batista, aunque él solía lavarse las manos como Poncio Pilatos. Todos esos detalles se supieron después, por revolucionarios que como yo, estaban al tanto de los hechos desde dentro. Hasta Jáuregui de Drogas estaba en la jugada del asesinato. Y el chofer fue un mulato cincuentón de apellido Linares»

CÓMO LIQUIDARON AL PERIODISTA ECUATORIANO

En una siniestra operación coordinada por el temible coronel Pilar García bajo la orientación del jefe del «Buró», el coronel  Orlando Piedra, asesinaron  en La Habana al joven periodista ecuatoriano Carlos Bastidas Arguello, quien había entrevistado a Fidel en la Sierra Maestra.  

El periodista ecuatoriano regresó a La Habana y se hospedó en el hotel Pasaje. El 13 de mayo cuando se encontraba en el bar Cachet en la calle Prado, entre Virtudes y Neptuno, el cabo de la policía Orlando «Gallo Ronco» Marrero, a quien se le había asignado este «servicio» se le acercó, y sin mediar palabras lo ofendió, lo provocó, lo derribó de un puñetazo y le disparó «fríamente» tres tiros en la cabeza y salió del local como «Pedro por su casa».

Debido a la repercusión que tuvo el macabro hecho, el policía fue formalmente inculpado en un tribunal militar. Pero en la farsa de juicio, quedó absuelto de toda sospecha. Detrás estaba el coronel Piedra protegiéndolo. El 1ro, de enero de 1959, este policía asesino huyó a Miami, donde falleció el 16 de mayo del 2004, a los 85 años de edad.  .

EL MISTERIOSO FINAL DEL CORONEL  ORLANDO PIEDRA

El ex coronel Orlando Piedra, de 81 años de edad, ingresó el 20 de junio de 1999 en el hospital General Palmetto, en Miami, por una supuesta caída de la cama mientras dormía. Presentaba fracturas en la nariz,  huesos de la cara y laceraciones.

El personal médico que lo atendió aseguró que esas heridas habían sido causadas por golpes. Su esposa las atribuyó a una posible venganza de sus enemigos. Piedra falleció el 12 de julio.

EL AGENTE RAUL NO ESTABA SOLO EN EL BURO

Después del triunfo de la Revolución Mario Enrique Laverde se integró a los órganos de la Seguridad del Estado (DSE). Y para su asombro allí reconoció a varios de sus antiguos camaradas del Buró de Investigaciones, que como él estaban infiltrados y que no se conocían entre sí. Jamás le pasó por su cabeza que eso pudiera suceder.

En los primeros meses enero de 1959 fue derribado el edificio del tenebroso Buró de Investigaciones donde torturaron y asesinaron a un sinnúmero de combatientes de la lucha clandestina, entre ellos a Sergio González (El Curita), Oscar Lucero y Gerardo Abréu (Fontán), a quienes los esbirros no pudieron arrancarles ninguna delación. 

Fuentes:

Un topo rojo en el Buró de Investigaciones por Luis Adrián Betancourt.

El último asesinato de un periodista en Cuba: ¿De dónde vino la orden¿ ,por Jean-Guy Allard

Carlos Bastidas Arguello, periodista ecuatoriano, junto al Comandante en Jefe, en La Plata, Sierra Maestra. Foto: Archivo de Granma
Placa colocada en el Parque de los Mártires de la Clandestinidad, en la calle 23 y 32, donde se encontraba el edificio del siniestro Buró de Investigaciones batistiano. Foto: José Manuel Correa
Al anciano líder Ortodoxo Pelayo Cuervo Navarro a punta de ametralladoras se lo llevaron ante sus angustiados familiares y luego lo asesinaron en El Laguito. Foto: Archivo de Granma
Al anciano líder Ortodoxo Pelayo Cuervo Navarro a punta de ametralladoras se lo llevaron ante sus angustiados familiares y luego lo asesinaron en El Laguito. Foto: Archivo de Granma
El sargento Rafael Gutiérrez, que viajaba junto a Pelayo, luego de golpearlo, le disparó en el pecho. Foto: Revista Bohemia
Coronel Orlando Piedra Negueruela. Se decía que “era el niño de oro de Batista”. El hombre de confianza. El que preparó la “Operación Fuga” del tirano. Foto: Archivo de Granma
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Octavio Jesús dijo:

1

29 de septiembre de 2024

05:38:25


Es la historia real, la que no se debe permitir que se distorsione ni borre. Buen argumento para una gran película.

fabriciano rdguez dijo:

2

29 de septiembre de 2024

09:03:19


DELFIM PERIODISTA Su carta de presentacion es obvia ante maravilloso, no hallo palabras para describirlo, articulo, GRACIAS Pero el agente RAUL aun vive, por mi cuenta todavia no ha llegado a los 100 y los viejos viven tanto, perdone di no lei bien el articulo y lo dice, UNA FOTO DEL MARTIR AGENTE RAUL ESTA AUSENTE

julio avinoa dijo:

3

29 de septiembre de 2024

09:23:24


Nuestra patria esta llenas de historias pasadas y presentes. Habana Preciosa Habana Cuba

fabriciano rdguex dijo:

4

29 de septiembre de 2024

09:27:46


DELFIN, PERDONE DE NUEVO EL COMENTARIO, NO LO CONOZCO, PERO SU 2DO APELLIDO ME REVUERDA LAS TIERRAS ORIENTALES LEI DE NUEVO SU ARTICULO Y SU PRIMERA FRASE ME REVORDO UN LIBRO QUE LEI HACE.MUCHISIMOS AÑOS "EL ESCUDO Y LA ESPADA" SI ES JOVEN Y NO LO HA LEIDO CONSULTE CON SUS PADRES