Puede decirse con toda certeza que los planes de extensión territorial de Estados Unidos para apoderarse de tierras mexicanas comenzó (1820) desde el mismo momento en que se instalaron en Texas, que era territorio azteca, unas trescientas familias de colonos norteamericanos sin autorización.
Una década después la cifra de colonos yanquis llegó a 20 000 mientras se intensificaba la campaña contra el gobierno mexicano para convertir a Texas en una «República Autónoma», lo que ocurrió en 1836 cuando los «texanos» declararon la guerra a México y proclamaron su «independencia».
Sin embargo, las contradicciones aparecidas entre el gobierno y el parlamento de Estados Unidos impidieron, de momento, la anexión de Texas como estaba previsto en los planes estadounidenses.

No obstante lo anteriormente señalado, las campañas expansionistas dirigidas por los gobernantes de Estados Unidos y los más acérrimos partidarios afincados en el Congreso de esa nación se volvieron cada vez más violentos, ofensivos y amenazantes contra el gobierno mexicano. Abiertamente expresaban el propósito de invadir a México, apoderarse del país y por añadidura imponer la hegemonía imperialista a todos los países latinoamericanos.
Desde el Congreso yanki connotados expansionistas como el senador Preston atizaban desde sus escaños para proceder sin miramiento a la conquista de México y de todo el Continente:
«El pabellón de las barras y las estrellas –dijo-, no tardará en flotar sobre las torres de México, y de allí seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconoce el yanqui para sus ambiciones».
El 28 de febrero de 1845 Estados Unidos se anexa oficialmente el territorio de Texas. Meses después, el 13 de mayo de 1846 le declara la guerra a México.
BATALLA DE CHAPULTEPEC Y LOS NIÑOS HÉROES
Para llegar a la capital mexicana las tropas invasoras yanquis tuvieron que combatir en el Valle de México a las fuerzas leales al gobierno en Padierna, el 19-20 de agosto de 1847, en las afueras de la Ciudad de México y en Churubusco, también el 20.
Estas victorias motivaron al general Winfield Scott a decidirse por tomar la capital mexicana, pero antes pactó un armisticio con el general Santa Anna, que luego unilateralmente lo declaró roto y procedió a desplegar sus tropas frente a una edificación de la época virreinal, conocida como Molino del Rey, ubicada en los límites del bosque de Chapultepec.

El general Scott ordenó el ataque con la certeza de que en otro edifico cercano llamado Casa Mata, que era el almacén de pólvora, había un gran arsenal.
Al amanecer del 8 de septiembre comenzaron los yanquis a cañonear las defensas mexicanas. Inmediatamente respondieron al fuego enemigo los cañones emplazados en Chapultepec y en la batería de Carona.
Para los yanquis fue una victoria pírrica porque perdieron cerca de 800 hombres y medio centenar de sus mejores oficiales por ocupar una edificación carente de valor. Además, para su sorpresa, no había ningún arsenal allí.
Luego de la batalla las tropas yanquis se retiraron a sus cuarteles en Tacubaya. El único obstáculo que les quedaba para llegar a la capital era el cerro de Chapultepec, defendido por más de 1 200 soldados y unos 50 cadetes.
En lo alto del cerro a 2 325 metros sobre el nivel del mar y a unos 60 sobre el nivel del valle, se yergue el Castillo de Chapultepec que no es una fortaleza. Su origen data del Virreinato de Nueva España cuando los virreyes lo utilizaban como lugar de descanso.
El virrey Bernardo de Gálvez ordenó su construcción a fines del siglo XVIII. Ya a principios de la década de 1840 el Heroico Colegio Militar estableció su sede allí.
Posteriormente a la batalla de Molino del Rey, el director del Colegio Militar les pidió a los cadetes que se fueran para sus casas temiendo que sus vidas corrieran peligro pues era el último baluarte de la defensa, pero un grupo se quedó. Las edades de los cadetes oscilaban entre 12 y 18 años. Los oficiales a cargo tenían más edad, pero seguían siendo jóvenes.
Casi al amanecer del 12 de septiembre, las tropas invasoras comenzaron a bombardear las posiciones mexicanas y el castillo. El tronar de los cañones no cesó hasta el anochecer.
Al siguiente día y luego de machacar las líneas de defensa mexicanas durante varias horas con sus piezas de artillería, los yanquis se lanzaron al asalto del castillo.

Tres divisiones que sumaban más de 7 000 hombres bien armados comenzaron el ataque. El batallón de San Blas, el único refuerzo que habían recibido los defensores del castillo, les hizo frente al pie del cerro.
Palmo a palmo fueron avanzando los invasores por la resistencia de los soldados mexicanos que peleaban a veces cuerpo a cuerpo dentro de las maltrechas trincheras. De los casi 400 combatientes del San Blas tan solo sobrevivieron dos.
Una vez diezmado el batallón los norteamericanos formaron un grupo de ataque integrado por unos 3 500 hombres, que apoyados con piezas de artillería y otras armas auxiliares, asaltaría y tomaría la fortificación militar.
La pequeña guarnición del castillo estaba formada por unos 800 soldados y un grupo de cadetes, que le hicieron frente a las tropas invasoras con heroísmo en un desigual combate, pero que no pudieron impedir que el castillo fuera tomado.
Una vez que las tropas yanquis penetraran en el Castillo de Chapultepec tuvieron que vérselas con seis de los cadetes que no se rindieron y se les enfrentaron heroicamente hasta la muerte. La historia mexicana los recuerda como Los niños héroes de Chapultepec. Ellos son:
Vicente Suárez, 14 años; Fernándo Montes de Oca, 18 años; Francisco Márquez, 12 años; Juan de la Barrera, 19 años; Agustín Melgar, 18 años; Juan Escutia, 20 años de edad.

Como epílogo de la invasión de Estados Unidos a México, al gobierno del país azteca le torcieron el brazo y lo obligaron a firmar El Tratado Guadalupe-Hidalgo, el 2 de febrero de 1848.
De un plumazo los yanquis se apropiaron de los estados de Nuevo México, California, Arizona, además de Texas hasta el Río Bravo.
Tiempo después, con el pretexto de construir una línea ferroviaria que pasaría por La Mesilla de Arizona (California), Estados Unidos «compró», en 1858, ese extenso territorio. México perdió más de dos millones de kilómetros cuadrados, o sea, más de la tercera parte del actual territorio de Estados Unidos.
Fuentes:
Granma, 1 de febrero, 1976. Tony Fernández, México invadido tres veces y despojado de dos millones de kilómetros cuadrados.
Grama, 13 de septiembre 1982. Los niños Héroes de Chapultepec, José a Benítez.


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