
Ocho años después de la caída en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo y de su ayudante el capitán Francisco (Panchito) Gómez Toro, al Generalísimo Máximo Gómez le entregaron una carta que le enviaba el general Valeriano Weyler junto con una libretica de notas perteneciente a su hijo Panchito, donde había escrito antes de morir unas apresuradas líneas, a modo de despedida a sus familiares donde hacía constar además, que se suicidaba por no querer abandonar el cadáver de Maceo, ni caer en poder del enemigo.



El portador de la misiva fechada el 22 de abril de 1904, era don Adolfo Porset, quien había sido Gobernador Civil en Matanzas cuando Weyler se desempeñaba como Capitán General en Cuba. La violenta reacción de Gómez tomó por sorpresa a Porset porque el venerable mambí no admitía la autenticidad de las líneas escritas por su hijo Panchito, a pesar de las explicaciones que le ofrecía el enviado de Weyler. Ni las leyó y las calificó de falsas.

Gómez jamás volvió a referirse a este asunto por lo que con al paso de los años se fueron acumulando un grupo de hipótesis que ponían en dudas la autenticidad de las líneas de despedida de Panchito, teniendo en cuenta que se creía herido en el codo derecho, en el combate de Bejerano el día 3 de diciembre. Que como no era zurdo se suponía que no podía escribir la nota ni tampoco haberse provocado la puñalada suicida.
También se decía que cualquiera podía haber falsificado la nota de despedida de Panchito, simular un suicido y ocultar que había sido macheteado por los guerrilleros de Punta Brava. Todo apuntaba en una sola dirección: que Weyler era el autor de esta falsificación.
En su trabajo Sobre la muerte, por suicidio del Capitán Francisco Gómez Toro, presentado en el IX Congreso Nacional de Historia, en Cárdenas, en octubre de 1950, el destacado profesor e historiador cubano Luis F. Leroy y Gálvez señaló:
«La incapacidad física fue invocada, no obstante ser bien sabido:
1.° «Que en el examen de los restos óseos — hecho cuando la exhumación en 1899 — se consigna que el húmero destrozado a nivel del codo por proyectil de arma de fuego era el correspondiente al brazo izquierdo, no al derecho.
2.° «Que en tres ocasiones el doctor Zertucha, médico de Maceo, al hablar de las heridas que presentaba el cadáver de Panchito, hace mención de una herida pérforocortante, situada entre la tercera y cuarta costilla del lado izquierdo, a unos cuatro centímetros del borde del esternón, penetrante de pecho.
3.° «Que junto a los cadáveres de Maceo y Panchito se ocupó un cuchillo cuya fotografía fue publicada en La Lucha del viernes 11 de diciembre de 1896, atribuyéndosele su propiedad, erróneamente, al general Maceo».
Y concluye el profesor Leroy y Gálvez:
«A nuestro juicio estimamos probado de un modo definitivo que la llamada “nota suicida” de Panchito Gómez Toro es absolutamente auténtica».
«Que la conclusión precedente, asociada a lo expresado en los incisos 2, 3 y 4 de las Consideraciones Generales, da lugar a establecer: Que el suicidio fue verídico, o hablando con entera corrección, el intento de suicidio, porque con toda probabilidad Panchito aún tenía vida cuando fue atrozmente rematado a machete por los guerrilleros de Punta Brava.
«Este último detalle, sin embargo, no empaña el hecho glorioso de su noble sacrificio, ejemplo admirable de honor y fidelidad militares, plasmado en un gesto pocas veces igualado en la historia de las luchas de los pueblos por su independencia».
Fuentes:
Revista Carteles, 15 de octubre de 1950.
Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo I
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